MARIA VILLANUEVA BENÍTEZ.
Si a cualquier vecino
de Tarifa le preguntamos si conoce a María de los Ángeles Villanueva
Benítez, la mediana de los tres hijos del matrimonio Villanueva-Benítez
(los otros son Luis el mayor, empleado de Galerías Villanueva y Marcos el
pequeño, empleado en la Cía marítima Transmediterránea es muy posible que le conteste con un no
rotundo. Pero si le preguntamos por “Maria la de la Fonda Villanueva”
no solo la conoce sino que además este conocimiento se amplía a muchísimas
personas de España y la mayoría de los residentes en el Campo de Gibraltar
quienes, con seguridad algún fin de semana han comido en su cualificado
restaurante.
Una casa de comidas
muy antigua regida por su abuela, a la que sucedió su padre y a éste María
quien trabajó desde niña en el negocio familiar con la interrupción del periodo
en que, tras casarse con José Torres Jiménez, trabajó por espacio de
tres años como gobernanta del “Hostal La Peña” donde el bueno de Pepe
estaba de encargado del mismo.
Pepe, conocido como “Pepe
el francés” por aquello de su idioma. Un bizarro mozo natural de
Casablanca que pasó por Tarifa de manera circunstancial camino de un viaje
turístico por España en compañía de su hermano que tenía novia en la muy noble
y leal ciudad. D. José, creó el sin vivir en las mocitas del pueblo, pero vio a
Maria, se enamoró de ella y concretó matrimonio en un año.
María a la muerte de su
padre, tomó las riendas del negocio familiar fijando su residencia en la fonda
y desde ese momento de convirtió en el alma de La Fonda Villanueva. Un
restaurante donde por precios módicos se podían degustar generosos platos
cocinados por esta excepcional cocinera heredera de las virtudes de su padre,
mientras Pepe con su medio español se ocupaba del mantenimiento, de la
caja y de llevar a su esposa diariamente a Algeciras para efectuar las compras
de las materias primas componentes de sus excelentes platos de comida. De
Algeciras, que de siempre ha contado con un completo mercado, procedía todo
menos la carne que le compraba a Antonio Escribano.
¡Que rica estaba y
está, esa urta a la roteña! sin duda el plato estrella de Casa
Villanueva donde, también destacan en la carta los entremeses variados
junto a otros muchos platos, todos
caseros y cocinados con gran amor y técnica por María. De siempre contó la
fonda con un menú turístico que por su excelente calidad y cantidad era
consumido, tras llevárselo a casa, por muchos hogares tarifeños.
Esa urta
(Pagrus auriga) pescado azul de agua salada perteneciente a la familia de los
Sparidae, que María ha convertido en la verdadera especialidad de la casa.
Recordamos las enormes
colas esperando mesa los fines de semana cuando era “Casa Villanueva” el único
restaurante de Tarifa adonde venían los “domingueros” de los pueblos limítrofes
a degustar los platos de Mariquita Villanueva, una mujer simpática,
dicharachera, trabajadora hasta la extenuación y sobre todo excelentísima
cocinera., que con su trabajo y dedicación a este negocio, logró cambiar el
antiguo aspecto de la fonda de su padre en el moderno hotel-restaurante de la
actualidad, aún a costa de que sus hijos de pequeños tuvieran que estar en los
brazos de una aya que María elegía cuidadosamente entre las mujeres de
confianza de Tarifa.
El inmovilismo del
padre contrasta con la inquietud de María quien convirtió, las siete
habitaciones sin agua corriente y sin servicio, dotadas de lavabo de madera
sustentador de jofaina, la jarra con el agua y de orinal bajo la cama dotada de
colchón de lana de oveja, en la docena de habitaciones con todas las
modernidades de los tiempos actuales (cuarto de baño incorporado, teléfono,
aire acondicionado televisión digital con canal + y ADSL) que, con la comodidad
del buen restaurante en la planta baja anexa, hacen las delicias de quienes vienen
a Tarifa a disfrutar de los deportes del viento y buscan el reposo recuperador
de energía.
También el restaurante
fue ampliado, con incorporación al negocio de una nueva sala restaurante
sustraída a los primitivos dormitorios familiares. Sala donde todo es luz y
limpieza. Y finalmente, tras la compra de una terraza a una vecina, se amplió
la cocina convirtiendo la primitiva en una amplia y diáfana, donde al lado de
María trabajan un cocinero profesional y el hijo Carlos, mientras en el
restaurante actúa de maitre “Yeyo” el hijo pequeño del matrimonio
Villanueva-Torres que hace las funciones que su padre desempeño en su día
Cuadros de fotografías
antiguas de Tarifa en blanco y negro realizadas por el fotógrafo Juan Villalta
y modernas fotos del Estrecho y del mar que circunda a Tarifa, realizadas por
el fotógrafo Manuel Rojas cubren las paredes de los comedores, mientras la sala
de recepción del hostal cuenta con cuadros familiares de los que destaca el
óleo de la abuela fundadora de Casa Villanueva.
El resto de los hijos
han tomado otros derroteros distintos a la restauración, pues el mayor José
Luis es Profesor de EGB, el tercero Marcos es industrial y la hembra, María del
Mar, no ha optado por ser continuadora de las virtudes restauradoras de su
madre.
Su afición a los toros
arraigó en María desde muy pequeña, ya que el padre era muy aficionado a este
arte y siempre la llevaba con él a cuantos festejos acudía que eran muchos.
Prácticamente todos los que se celebraban en los alrededores, desde Jerez hasta
La Línea de la Concepción, pasando por El Puerto de Santamaría, Chiclana,
Algeciras, Los Barrios, San Roque y naturalmente Tarifa, por citar a los
pueblos dotados de plazas permanentes. También, una vez al año iban a una
corrida de Sevilla, y otra de Málaga.
El medio de transporte
utilizado, el taxi del que era propietario y conductor Isidoro Villalta un
personaje peculiar. Luego con el paso del tiempo se hizo abonada de la feria de
Algeciras y desde hace muchos años no se ha perdido ninguna corrida de esta Real
Feria taurina, ocupando la contrabarrera del tendido 3.
De los toreros
antiguos la gustaba sobre todos Antonio Ordóñez al que conocía
personalmente a raíz de los Festivales que el rondeño organizó y toreo en
Tarifa. De los actuales ha sentido que deje los toros Cayetano Rivera Ordóñez
porque era su ídolo actual. Pero como nuevamente volvió a los ruedos está tan
contenta
La pregunto si la
gusta Ponce y me dice que es fino toreando pero…acaba con un mueco de su boca.
Morante también la gusta mucho, pero a “El
Fandi” solamente lo aprecia en el tercio de banderillas. ¡Indudablemente la
gustan los toreros de arte!
Por su restaurante han
pasado muchos toreros y también muchos artistas del espectáculo que paraban
aquí cuando iban camino de Ceuta y Tánger en la época de Diego Piñero que era
quien les traía. Algunos hacían noche pero la mayoría lo que hacían es comer
tanto a la ida como a la vuelta al continente de enfrente.
Suelo verla en la
contrabarrera de la plaza de toros “Las Palomas”
algecireña, acompañada de uno de sus hijos, Carlos del que dice que no es
aficionado pero que va a los toros simplemente por acompañarla.
Y ha venido aquí porque los toros y la restauración siempre han marchado
unidos. Madrid y José Luis el de los huevos fritos. Valladolid y Paco el de la
Criolla, San Sebastián y Arzak, Algeciras y Restaurante Montes y Tarifa- La Fonda de María Villanueva.