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domingo, 23 de octubre de 2011

LA MUERTE DE ANTONIO CHENEL ALBALADEJO "ANTOÑETE".

ANTOÑETE HA MUERTO. ¡DESCANSE EN PAZ!
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Antonio Chenel Albaladejo “Antoñete” dejó de existir a causa de una bronconeumonía consecuencia de ese vicio que por muchos años sufrió: el tabaquismo.
No murió, como sin duda le hubiera gustado, en la plaza de toros ejerciendo su oficio, sino como cualquier mortal en la cama del  hospital "Puerta de Hierro" de Majadahonda.
Ya no escucharemos más esa voz “aguardientosa” de fumador empedernido que, llevada de la mano de Manuel Molés, sentenciaba en materia taurina.
La echaremos de menos en las madrugadas de los lunes en la radio y en las retransmisiones taurinas de Canal + como un eco ratificador de las palabras de Moles, en la mayoría de las ocasiones, pero con criterio acertado cuando prolongaba su laconismo dialéctico.
“Antoñete” era un gran conversador que nunca dio su verdadera dimensión ante los micrófonos y las cámaras, pero que coloquialmente era educado, comedido, respetuoso, ameno, ocurrente, guasón, y divertido.
Taurinamente le conocí en la plaza de toros de Las Ventas el año que acababa mi carrera de Veterinaria en la corrida del día de San Isidro de la temporada 1966 donde compartia cartel con el rejoneador D. Fermín Bohórquez y los diestros Fermín Murillo y Victoriano Valencia.
Con una entrada que me regaló un amigo del empresario de la plaza D. Livinio Stuik fuí para ver al último de la terna, el torero abogado Victoriano con quien solía coincidir jugando al frontón en la Ciudad Universitaria.
Y el triunfador de la tarde fue el que abría cartel, un torero de escaso cartel llamado Antonio Chenel "Antoñete" quien realizó una enorme e inconclusa faena al segundo de su lote perteneciente a la ganadería de D. José Luis Osborne Vázquez.
De siempre mi afición por los toros me llevó a tomar y guardar apuntes de las corridas a la que asistía, y en aquella ocasión estos fueron los que tomé y ahora saco a la luz.
“Era el cuarto toro de la tarde. Se llamaba “Atrevido” toro ensabanado capirote y botinero. Lucía el número 53, el hierro de Osborne y pesaba 486 kilos. Tenía pocos pitones y  abrochaditos. Estaba bien hecho y con trapío.
Salió andando de chiqueros y oliendo al albero de la plaza. Desdeño los primeros capotes que los subalternos de “Antoñete” le ofrecían.
No fue de buena gana al caballo, pero cuando salió de la suerte de varas, “Antoñete” le administró una serie de cinco buenas verónicas que remató con la media por el pitón derecho. Aplausos de la concurrencia.
Tras los tres buenos pares de banderillas, “Antoñete” comienza su faena de muleta en la que según mis apuntes hizo lo siguiente:
“Comienza doblándose por ambos pitones flexionando la rodilla contraria al pase. Un redondo que vacía por arriba, un pase de pecho sobre la mano derecha que dobla con una trinchera sobre el pitón derecho del toro con la mano izquierda. Ovación.
Da distancia al toro. Con la muleta en la zurda logra una serie de cuatro naturales largos y mandones, con pérdida de dos pasos entre pases, que remata con un pase de pecho sobre la zurda de los denominados de “pitón a rabo”. Ovación.
Nueva serie de cuatro naturales que remata con el pase de pecho sobre la izquierda. Ovación.
Tras dar tiempo al toro. Serie de seis redondos muy buenos. Dos de ellos, (el segundo y el cuarto) con el defecto de ser enganchados en el remate, que abrocha con el pase de pecho sobre la mano derecha seguido de una trinchera que con la mano izquierda ejecuta sobre el pitón derecho. Sale airoso y torero de la cara del toro. Ovación.
Se distancia mucho del toro.
Lo cita muy adelante con la muleta en la mano izquierda. El toro acude y le enjareta una serie de cuatro naturales extraordinarios (el primero enganchado en el remate), que remata con el pase de pecho sobre la zurda. Ovación.
Nuevo distanciamiento. Lo cita desde largo con la muleta portada en la izquierda. El toro acude andando. Lo aguanta. Le adelanta la muleta, lo engarza, y lo remata muy largo. Siguen tres naturales más, extraordinarios, que remata con el pase de pecho sobre la zurda. Enorme ovación.
Da distancia al toro. Serie de tres naturales que remata con el de pecho sobre la mano izquierda.
Se distancia del toro. Muleta montada sobre la mano derecha. Cita desde muy largo y cuando el toro acude le enjareta dos redondos enganchados en el remate. Siguen otros dos excelentes que remata con el pase de pecho sobre la derecha y abrocha con una trinchera sobre el pitón derecho al que sigue un desplante torero. Aplausos.
Nueva distancia. Molinete de rodillas, seguido de un pase de pecho de rodillas sobre la mano derecha y, ya en pie, remate con el pase de pecho sobre la zurda.
Entra a matar. Dos pinchazos. En la suerte natural algo más de media estocada atravesada. El toro se acula en tablas y necesita dos golpes de descabello para atronarlo.
Se pide unánimemente la oreja que el presidente concede”.
La cabeza del toro disecada la conserva en su casa de Navalgamella
Volvió a la fama nuevamente en el año 1985, cuando en la corrida del día 7 de junioo cortó las dos orejas al toro "Cantinero" de la ganadería de Garzón.
Luego en Valladolid le conocí personalmente cuando me lo presentó mi amigo Pepe Salamanca (veedor por entonces de la plaza de Madrid) en el año 1993 en una comida que compartimos en el Restaurante Lucense del Paseo Zorrilla de Valladolid con el entonces senador del PSOE Juan Antonio Arévalo Santiago, donde a los postres hablaron de infinidad de temas taurinos con anécdotas de cuando toreaban y que yo naturalmente me limité a escuchar y retener
Después, en temporadas venideras, coincidimos tomando copas tras los sorteos de toros a lidiar en el coso de Zorrilla, en los bares de los alrededores de la plaza de toros y en el bar del hotel Meliá de la calle Arco del Ladrillo junto a empresarios y apoderados en espera de las comidas-tertulias a que éramos invitados en los santuarios taurinos tales como “La Criolla”, el Hotel Felipe IV o el Hotel Meliá Parque
También dialogué con él, momentos antes de las Jornadas Taurinas de Algeciras y de las Corridas de Antequera del 20 de agosto de los años 1998 (mano a mano con Curro Romero) y 1999 (con Curro Romero y Paula) organizadas por el "comandante" Paco Dorado, donde como siempre estuvo educado y cariñoso
Le tuve gran estima y por ello he sentido su muerte.
Mi sentido pésame para su esposa Karina, familiares y su pequeño hijo Marco Antonio.
¡Descanse en Paz, Antonio!