AFICIONADOS TAURINOS DE TARIFA: HOY SEBASTIÁN TRUJILO MARTÍNEZ.
Por
LUÍS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Para
realizar este reportaje me acerco al Castillo de Guzmán “El Bueno” que es su lugar de trabajo.
En
la caseta de madera donde se expenden los billetes, pregunto a la expendedora
por Chan. Comunica con él por walkie talkie y, al momento, como si del propio
alcalde de la fortaleza se tratara, baja las escaleras de la zona norte con sus
andares pausados y me saluda con palabras comedidas y certeras imitando el lento
transcurrir de la Historia, puesto que Chan es un historiador como dejo ver en
las últimas III Jornadas de Historia de Tarifa donde matizó detalles en las ponencias de muchos
comunicantes, cuando trataban temas relacionados con el Castillo y con Baelo
Claudia.
Desconozco
cuanto habrá leído Chan, pero lo que sí puedo constatar es que posee una
memoria fuera de lo común recordando fechas con claridad meridiana.
Mi
entrevista es de tema taurino y al respecto, me refiere que comenzó a ir a la
plaza de toros de Tarifa a la edad de 12 años de la mano de su tío que era peón
del Ayuntamiento y, al ejercer las funciones de arenero de dicho coso, le “colaba” para ver los festejos.
El
primero que vio fue el Festival de Ordoñez del año 1965 del que guarda el
recuerdo de estar en la plaza como las “sardinas en lata” por la afluencia de
aficionados venidos de todos los rincones de España. A partir de ese día vio
todos los festivales que se dieron hasta
el último que refiere fue en el año 1976 cuando ya era un hombre con novia y
todo. En él vio un mano a mano entre Antonio Ordoñez y Diego Puerta donde ambos
toreros estuvieron extraordinarios.
Recuerda
que la afición a los toros en esos años era enorme, pero que después fue
decayendo a causa de que únicamente se daban toros por la feria de septiembre
con una corrida como mucho y dado que, los toreros eran del montón, dejó de
interesar a los buenos aficionados.

Y
se lamenta de que este año que finaliza no hubiera corrida de toros en el día
de la Virgen de la Luz porque este consistorio no está por la Tauromaquia a
pesar de contar con una Peña Taurina, la del matador de toros Manuel Escribano
Según
su opinión, el Consistorio debe subvencionar los toros con una cantidad, que no
resulte onerosa para el Ayuntamiento y que, el empresario que se aventure, sea
quien apechugue con las ganancias o pérdidas sin exigirle, por parte del Consistorio,
un determinado y elevado número de localidades gratis para repartir entre sus
votantes y simpatizantes ya que los ediles no suelen ir a estos festejos al no ser
santo de su devoción..
Es
consciente que, los toros con buenos carteles suelen traer a aficionados que,
ese día dejan sus euros en los establecimientos de nuestra ciudad como lo hacen
los que siguen la “ruta del ibérico” y “la ruta del atun”, al tiempo que promocionan la ciudad
como puede hacer el Festival del Cine Africano que es subvencionado con sumas
importantes y escasa afluencia de espectadores.
Cómo
verán, tiene las ideas muy claras este “Chan el del Castillo” que por otro lado
es una verdadera enciclopedia de la
Historia de Tarifa y sobre todo de la relacionada con la del “Castillo de
Guzmán el Bueno” donde ha transcurrido parte de su vida laboral.
Me
refiere que antes de construirse la actual plaza de toros de Tarifa, los
festejos taurinos se celebraban en la Plaza de Santa María que es la plaza
donde está ubicado el Ayuntamiento de la milenaria ciudad y que los toros se
encerraban en unos corrales del Pósito de grano donde actualmente está ubicado
el edificio que alberga la Televisión Tarifa.
Para
ello cerraban las tres calles que daban acceso a la citada plaza y que no son
otras que: las actuales denominadas: calle de la Amargura que procedente de la
Plaza del Viento sube por la fachada principal de la actual Residencia de Oficiales.
Esta calle antes de llegar a la plaza se bifurca, hacia la derecha, en la
denominada calle San Juan por la parte sur de la mencionada Residencia y tras rodear al edificio que hoy ocupa la
Biblioteca (antiguo Colegio de la Ranita) accede a la plaza en una segunda
entrada. La tercera es la denominada
calle Almedina que procedente de la ciudad accedía mediante una rampa
por donde hoy están ubicadas las escaleras con una especie de ducha.
Indagué
sobre estas matizaciones de Chan y comprobé que, efectivamente en 1607 en la
mencionada plaza se dieron corridas de toros a la jineta y que, por esas fechas
había en Tarifa un ganadero de bravo
llamado Gerónimo Gatón. En esa misma plaza refieren que, un boticario tarifeño
llamado Diego de Ávila y Arnaya, a mediados del siglo XVII, construyó un mirador
corrido dotado de barandas de hierro y cubierto, que albergaba 24 asientos divididos que arrendaba a las personas pudientes para que vieran las fiestas cómodamente.
Con el dinero recaudado, fundó una capellanía para la ordenanza sacerdotal de
su sobrino Luís de Ávila.
Los
carros y talanqueras complementaban el cerramiento y servían de acomodo a los
espectadores del pueblo.
También
me expone que el matadero ocupaba los
terrenos donde actualmente está ubicado el Asilo de Ancianos (Antiguo Hospital de las monjas) entre las calles
Guzmán El Bueno y la Calzada (Sancho IV El Bravo) por donde había un arroyo
denominado Arroyo de Papel, que durante el invierno llevaba agua limpia pero
que en la época estival era un pestilente arroyo al discurrir por él las aguas
fecales.
Me
explica con enorme claridad de ideas que, ese castillo fortaleza surgió en el
siglo X cuando Tarifa (Al-Yazirat Tarif) se fortificó con una edificación que
mandó construir y acabó Abderramán III en el año 960 después de Cristo para
defender al pueblo de los invasores.
Una
ciudad Tarifa qué había entrado en la Historia en el año 710 d. C, cuando Tarif
Abu Zara comandante del general Tarik
desembarcó en la Isla de Las Palomas, inspeccionó la costa e informó a su superior
de la ausencia de defensas militares, lo que llevó a que, un año después
desembarcaran en el Peñon de Gibraltar 9000 hombres para iniciar la conquista
de la Península.
Chan,conoce
al detalle todos los recovecos del Castlllo pues, no en balde, ayudó al
arqueólogo titular en el afloramiento de los restos de la ciudad romana sobre
la que se erigió el Castillo, así como también al investigador Francisco Javier
Criado Atalaya en la recuperación de papeles abandonados y, por ende,
desordenados y mohosos, que quedaban después de haber sido vendidos al peso
como papel sin valor, cuando en realidad eran verdaderas joyas para el
conocimiento de la historia de la ciudad.

Se
conoce el Castillo palmo a palmo al recorrerlo diariamente desde el lejano año
1989 cuando este recinto pasó a manos civiles tras dejar la ciudad el
Regimiento de Infantería Álava 22 que era quien ocupaba el declarado Bien de interés cultural en 1931 desempeñando
su función militar.
Castillo
en el que el bueno de Chan, ha ejercido como guía y como albañil sin hacer ruido
y comportándose como gente civilizada, socializada y abierta, que lucha,
aprende a compartir y a escuchar, al tiempo que acompaña, con exquisita
educación, a cuantos solicitan sus
servicios en su oficina instalada en un
pasillo donde sobrevive, con fortaleza sobrehumana, a las corrientes de los dos
vientos que predominan en nuestra heroica ciudad.
Diariamente
recorre el recinto al finalizar la jornada laboral para dejar todo en orden y
finalmente cerrar las puertas del recinto.
Chan,
el “Guardián
del Castillo” que con fecha de 11 de julio del año que acabamos de
estrenar dejará de serlo al pasar a jubilado con sus 65 años acuestas

También
sus conocimientos sobre los diferentes inquilinos de su Castillo, desde los
musulmanes hasta los cristianos del 1992 que le conquistaron bajo el mando del
rey Sancho IV, pasando por los almorávides y los almohades.
Dormirá
el “sueño de los justos”, el suceso histórico del año 1294 protagonizado por
Alonso Pérez de Guzmán que no entregó el Castillo a los musulmanes y sí el
puñal con el que sacrificaron a su propio hijo arrojado desde el emblemático
Torreón que da nombre a la fortaleza.
Ya
no pasará Chan, por la lápida arábiga que estuvo encima de la puerta de entrada
al recinto, ni cerrará la Puerta Principal de entrada al Castillo después de
haberse asegurado que no había ningún visitante dentro.
Chan
dejará todo esto, pero podrá ir a Algeciras a ver alguna que otra corrida de
toros pues aquí le será difícil matar el
gusanillo de su afición mientras permanezca en el gobierno de la ciudad este
tripartito antitaurino, desconocedor de lo que la Fiesta de los toros, “la
Fiesta más nacional” como Ortega y Gasset definió, representa tradicionalmente
en el desenvolvimiento cultural de las ciudades.
Y
de vez en cuando, ya descansando en su casa, mirará con nostalgia la placa que
la organización de las III Jornadas de Historia en Tarifa tuvo el detalle de
entregarle en la clausura de las mismas, en medio de las aclamaciones por parte
del público asistente que, como amantes a la Historia, reconocieron la labor de
este hombre en pro de la propia de nuestra ciudad.
AMIGO CHAN, ¡SÉ FELIZ!