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jueves, 31 de diciembre de 2009

DE UN ARTICULO DE EXCURSIÓN… A UN PESIMISTA ARTÍCULO.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

La climatología de la penúltima semana del año que se nos va, nos ha “chafado” a los componentes de la Cabaña Brava de Zaragoza, (a la que nos agregamos desde nuestro cuartel general de Tarifa) la visita que anualmente por estas fechas se han venido realizando a las fincas andaluzas criadoras de bravo con la finalidad de ver las camadas y hacerse una idea real de lo que van a ver lidiar en la plaza de la Misericordia zaragozana.
¡Era una excursión ambiciosa!, con visitas a ganaderías tan emblemáticas como Miura, Pablo Romero, Concha y Sierra, Prieto de la Cal, Celestino Cuadri, Fuente Ymbro etc,etc pero…la lluvia se llevó en riada nuestras ilusiones hasta las vacaciones de Semana Santa.
Lo que más me preocupa es la repercusión que estas persistentes y fortísimas lluvias puedan tener en el desarrollo de los becerros, erales e incluso en los novillos actuales, por aquello de la importantísima influencia del medio ambiente en la crianza animal, y más concretamente en una raza de producción extensiva.
El cambio climático se ha hecho notar tanto, en este verano con temperaturas demasiado elevadas, como en el invierno con lluvias y más lluvias que han llevado a nuestra región a un caos circulatorio inmediato sin que podamos predecir las consecuencias agrícolas venideras.
Prácticamente toda la Andalucía conocida como la “Ruta del Toro”, y las campiñas sevillanas y onubenses, anegadas de agua que imposibilita el pastoreo de todos los animales y naturalmente de los bóvidos bravos. Pastoreo no solamente en estos momentos sino más a largo plazo, pues de todos es sabido que: "los pastos que se han anegado no se deben utilizar en la alimentación".
Además, los campos de cultivo anegados han sido afectos de una erosión brutal, porque antes de este proceso los terrones de suelo son destrozados por el impacto de las gotas de agua llevándolos a su disgregación y perdiendo la capa de tierra fértil que es transportada por la riada al fondo del mar, no sin antes depositar una parte en las laderas a donde llegó a subir el agua en las riberas de los ríos.
Proliferarán las “malas hierbas” que, precisamente por su maldad, son las más precoces y las consideradas como el enemigo número uno de los campesinos muy por encima de las pérdidas causadas por organismos patógenos, insectos y vertebrados animales.
Y como la producción es escasa, los agricultores han de utilizar sus productos de producción (sin selección previa) para la siembra, lo que conlleva seguir contaminando sus cultivos con malas hierbas. ¡La pescadilla que se muerde la cola!
Total que la Fiesta de los Toros lo tiene muy crudo, con las ingerencias políticas por un lado, el no poder alimentarse de hierba natural en las primeras fases de su desarrollo el que será con el paso de los cuatro años el principal protagonista de la Fiesta y con la maldita recesión económica.
Si los ganaderos han de alimentar “a pesebre” a sus productos para luego con un poco de suerte tener que llevarlos al matadero, pues “apaga y vámonos”, puesto que la PAC tiene muy claros los objetivos establecidos en el Artículo 39 del Tratado de Roma: incrementar la productividad, garantizar el nivel de vida equitativo a la población agrícola, estabilizar los mercados, garantizar los abastecimientos y asegurar al consumidor suministros a precios razonables, pero no creo que esté por ayudar a la zona catastrófica en que se va a calificar con un poco de suerte a la región andaluza.
Tarifa está inundada, su campiña no puede absorber el agua que ha caído y sigue cayendo. La provincia de Cádiz con sus 25 ganaderías de 1ª está sufriendo las consecuencias de sus terrenos anegados. Lo mismo ocurre en la provincia de Sevilla con sus 28 ganaderías de su zona oeste norte, las 18 de la zona oeste sur y las 13 de la zona este. Una verdadera catástrofe cuyas consecuencias saldrán a la larga.
Ya lo dice el refrán: “Al perro flaco todo se le vuelven pulgas”.