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miércoles, 7 de agosto de 2013

JULIO CAMPANO O EL TORERO DE LA AFICIÓN DESMEDIDA.



JULIO CAMPANO O EL TORERO DE LA AFICIÓN DESMEDIDA.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Fui muy amigo de su padre allá por los comienzos de la década de 1950, cuando, mientras el resto de los chiquillos de Las Navas del Marqués utilizaba la plaza de toros para jugar al futbol en aquellos partidos contra los veraneantes, él y yo, solos, nos íbamos a los corrales del matadero para entrenar con capote y muleta, pues en el ánimo de Miguel estaba ser torero. Y como el “profesional” iba a ser él, un servidor de ustedes hacía de toro portando unos cuernos que Miguel Rosado Ran, tomó del matadero y había insertado en un palo.
¡No se cansaba de entrenar! Después de haber trabajado en la carnicería de su jefe Martín (quien poseía una ganadería de reses bravas), se nos acababa la luz del día y a mí me tenía los “riñones al jerez” por tanto como bajaba la mano en la faena de muleta en medio de aquel lodazal de excrementos vacunos cuyo olor penetraba hasta lo más profundo de nuestros alvéolos pulmonares.

Me acuerdo con inmenso cariño de esa trabajadora familia numerosa “Campano” que tenía en la plaza principal de Las Navas un bar donde la amabilidad era la norma y a donde acudían mezclados con la gente del pueblo los numerosos “señoritos veraneantes” prendados de la buena cocina  y cariño de la anfitriona de la casa y de la belleza de sus dos hijas.
En aquella época la semi-construida plaza de toros, cerrada con tablas en las zonas sin cubrir de piedra berroqueña, situada frente al cuartel de la Guardia Civil y a la caída del Castillo de la Sección Femenina de Falange, daba cobijo todos los domingos de los meses de junio, julio y agosto a corridas o novilladas por donde desfilaban los novilleros más destacados y los matadores de segunda categoría. Eran los meses en que por vacaciones me desentendía de mis obligaciones colegiales para ir a veranear a casa de mis abuelos a ese privilegiado pueblo cobijo masivo de las familias madrileñas que dejaban a los padres de “Rodríguez” hasta el fin de semana, en la capital de España
Uno se las ingeniaba para entrar gratis portando las partituras de los músicos componentes de la Banda Municipal que dirigía Julián el sacristán de la iglesia de la que era párroco mi tío D. Mariano Díaz Torres. Luego veía el festejo sentado en primera fila de la terraza de la enfermería. ¡Utilicé el "enchufismo" de Julian! que siempre me trató con enorme simpatía y cariño.
Y en una de esas novilladas actuó Miguel vestido de luces en tarde apoteósica donde cortó orejas, rabo y una pata convirtiéndose en la atracción de la verbena que por la noche se dio en un Hotel de entrada selectiva, ataviado con un elegante traje azul que fue la envidia de cuantos chavales le contemplamos desde la puerta. El elemento femenino veraneante de Madrid se rifaban al amigo torero. ¡Que envidia nos daba!

Miguel Rosado Ran que, tras varios intentos de buscar nombre artístico (primero “Miguelín” cuyo apelativo se lo arrebató Miguel Mateo “Miguelín” el torero de Algeciras, Luego “Miguelete” (pero surgió otro algecireño Miguel Ramos Zambrana y le obligó a cambiar de nombre artístico). Finalmente adoptó el de “Campano”  que me pareció el más autentico y bonito de todos y, ahí comenzó una saga torera. Miguel Rosado “Campano” toreó por los taurinos pueblos de la provincia de Ávila (más tarde conocidos como el "valle del terror") verdaderos marrajos durante unas cuantas temporadas hasta que su bagaje torero lo llevó a la plaza de Vista Alegre de Madrid, donde actuando con Aurelio Calatayud sufrió una cornada grave. 
Se paso a los de plata donde destacó por su valor y bien hacer torero. Posiblemente un trastorno metabólico le hizo ganar muchos kilos, no obstante lo cual, el grueso banderillero se movía con una agilidad impropia del volumen que atesoraba. Sin duda alguna, ¡su casta torera podía con la humanidad corporal¡
¡Pasaron muchos años sin vernos! hasta que vi anunciada la participación de su hijo Luis Miguel Campano como novillero en la Monumental de Las Ventas y allí me fui a ver a padre e hijo. Era el año 1982. Estuve con Miguel padre y ahora viene esta nueva historia.

El segundo de sus hijos toreros, Julio Campano actuaba de novillero sin caballos en una plaza portátil en pueblo (cuyo nombre no recuerdo) del norte de Palencia.  Por reencontrarme con su padre, el amigo de tantos años, acompañado de mi hijo Luis, desde Valladolid nos fuimos a verlos.
Julio estaba más que renqueante consecuencia de las secuelas de la grave cogida sufrida en Las Navas del Marqués el 14 de julio de 1993 con destrozo  de las venas: femoral, ilíaca y safena y de los músculos abductores de la pierna derecha. Fue al entrar a matar a su primer novillo cuando le metió el cuerno hasta la  cepa. Trasladado urgentísimamente al Hospital Nuestra Señora de Sonsoles, llegó prácticamente muerto pues solamente tenía riego cerebral. Hubieron de transfundirle hasta 14 litros de sangre. Fue una novillada de Sainz de Miera donde alternaba con los novilleros; Óscar González y José Ortega.¡La trágica noticia ocupó las portadas de todos los diarios nacionales! ¡Fueron momentos dramáticos lor vividos por la familia Campano!, Pero "Julio valor" o el torero de la afición desmedida, se sobrepuso a todo y salió adelante.
¡Renqueante! Pero con toda la moral del mundo a pesar de que su pierna derecha estaba como si padeciera elefantiasis y con la cojera típica de quien ha sufrido rotura del tendón de Aquiles, seembutió el traje de luces grana y oro, banderilleó a sus dos enemigos y se sobrepuso durante toda la lidia a esa incapacidad física en un oficio más que peligroso. ¡Sacó la raza del padre!

Hoy Miguel Rosado, el amigo, tras morir de un infarto sin duda consecuencia de tantos padecimientos causados por su sinvivir taurino, estará en el cielo velando por el quehacer taurino de sus hijos, mientras estos siguen buscándose la vida en la parcela de su afición que no es otra que el mundo del toro. Tanto Luis Miguel como Julio son banderilleros en activo. Julio además es apoderado y tiene su puesto laboral, fuera del mundo taurino, en el Club de fútbol de mis amores que no es otro que el Atlético de Madrid.
Hace poco, a través de facebook,  contacté con Luis Miguel y ahora con Julio, que por cierto también es bloguero, y estas líneas quiero sean un recuerdo a su padre que fue un torero modesto pero con corazón y afición a prueba de bomba. ¡Va por ustedes familia taurina Campano!