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martes, 31 de marzo de 2009

RICARDO TORRES “BOMBITA” Y JOSÉ GÓMEZ ORTEGA “JOSELITO”.

Por LUIS ALONSO HERNANDEZ. Veterinario y escritor.

Una de las rivalidades que no pudo llevarse a efecto en su totalidad y que quedó definitivamente en el toreo por dentro, fue la de “Bombita” con “Joselito”, debido a que Ricardo Torres Reina se encontraba al final de su carrera mientras que José Gómez Ortega comenzaba con el ímpetu propio de sus dieciséis años.
Se decía que “Bombita” había dificultado la vida torera de Rafael “El Gallo” y que en las manos del hermano menor de éste, estaba la venganza de estas “putaditas” consecuencia del poder caciquil de Ricardo. Diestro de Tomares que, con su simpatía, se había convertido en el amo del toreo en aquellos tiempos en que los partidarios de los diestros, se expresaban con verdadero apasionamiento. ”Joselito” trató de vengar a su hermano, pero ¿cómo? pues...enfrentándose a “Bombita” y superándolo, porque “Joselito” no podía soportar que nadie le “hiciera sombra”.
Tuvieron sus más y sus menos en algunas corridas en las que coincidieron. En una de ellas, “Joselito”, que era un gran soberbio, tras recorrer el anillo en triunfo, al acercarse al estribo dirigiéndose a “Bombita” le dijo: “Para que usté se entere que yo soy el mejor”. Ricardo ni rechistó, pero cuando salió el 5º toro que él había de lidiar, un toro manso, y por ello difícil y peligroso, se fue a por él, y cuando le faltaban unos meses para retirarse, le domeño y finalmente le hizo una extraordinaria faena que refrendó con estocada perfecta de la que salió por los aires con la pechera hecha jirones. Al volver a barrera se dirigió a “Joselito” con estas palabras: “Cuando tú tengas mi edad, y mis cornadas, y mi dinero, y estés para irte de los toros, y hagas lo que yo acabo de hacer con un toro como ese, entonces podrás decir, con razón, que eres el mejor. Mientras tanto...(no pudo acabar la frase, al emocionarse).
Luego el que, tras catorce años de alternativa, Ricardo que, junto a su rival “Machaquito”, -se las había visto con toros desagradables, cornalones y con un público exigente, que se puso de uñas con ambos al sentirse defraudado por el denominado “Pleito de los Miuras”- decidiera retirarse del toreo, no permitiendo esta confrontación de estilos toreros.
Ricardo Torres “Bombita” dijo adiós a los toros tras la memorable corrida en la que también tomaron parte, los dos “Gallos”(Rafael y “Joselito”) y “Regaterín” que hubo de sustituir a Belmonte lesionado. Una corrida benéfica para el Montepío de Toreros o Asociación Benéfica de Auxilios Mutuos de Toreros que había fundado “Bombita”. Se despidió con el toro de la ganadería de D. Salvador García de la Loma, llamado "Cigarrón". En ella, “Joselito” brindó uno de sus toros –de Concha y Sierra- al veterano diestro seguido de un fuerte abrazo y de palabras de admiración tal vez tratando de ganarse para sí a los numerosos partidarios de “Bombita” quienes, no obstante, se pasaron al belmontismo, fustigando al de Gelves durante todo el tiempo que duró la rivalidad con Belmonte en el considerado como el “Siglo de Oro” del toreo.
Un siglo a quien alguien llegó a considerar como el de oro bajo, porque los toros bajaron mucho en trapío y acometividad, pero donde indudablemente el revolucionario Belmonte trajo la quietud, las distancias y el toreo de manos en sustitución del toreo de piernas.
“Bombita” se fue y “Joselito” siguió siendo un “mandón” en el toreo, pero solamente mandó en la parcela “industrial” puesto que en la “artística” quien verdaderamente llevó el mando fue Juan Belmonte que impuso sus normas capaces de hacer cambiar algunas de las “virtudes clásicas” que se tornaron en “vicios”.
Después...”Joselito” cayó en la Plaza de toros de Talavera de la Reina, algo que nadie se creía puesto que según las palabras de su madre: “para cogerlo un toro tenía que venir a la pensión y además cogerlo desprevenido”, pero...ocurrió y entonces tras la tragedia el popularísimo D. Pedro Muñoz Seca escribió la siguiente composición:

¡Talavera, Talavera,
que triste suerte tu suerte!
En la plaza bullanguera,
de una cornada certera,
halló Gallito la muerte.

¡Gallito! ¡El mejor torero!
¡El más artista! ¡El primero!
¡El aquel día nefando
llegó a tu plaza cantando
las coplas del Espartero!

¡Talavera, Talavera!
¡Noble ciudad castellana!
En tu escudo y tu bandera
pon una capa torera
con un traje de oro y grana.

Los colores que él lucía
cual una hispana aureola
¡Oro y grana! Parecía
que aquella tarde vestía
con la bandera española...

Y tú viste, Talavera
Tú viste cómo un mal toro
Rasgaba aquella bandera,
Que yo, recordando, lloro,
Como llora España entera.

¡Pobrecito Joselito!¡
¡Pobrecito el gran torero!
¡¡El artista favorito!!
¡Cómo murió el pobrecito:
lo mismo que el Espartero!

sábado, 28 de marzo de 2009

“INDULTITIS” E “HIPERTROFEITIS” FACTORES DEGENERATIVOS DE NUESTRA FIESTA.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

El número de toros indultados a partir de la entrada en vigor del nuevo Reglamento Taurino Andaluz ha proliferado, en el incomprensible mundo de los toros, como la mala hierba en un campo sin cultivar. ¡Ya lo pronosticamos en su día!
Y es que cuando falta cultura taurina para comprender la verdadera importancia de la suerte de varas, todo lo demás viene por si solo como arrastrado por la sinrazón.
Es la suerte de varas el eje de la lidia debido a sus tres cometidos:
-Descubrir las cualidades bravas del toro.
-Ahormar la cabeza del toro en la embestida mediante la rotura del ligamento que desde el occipucio discurre y une las apófisis espinosas de las vértebras (ligamento supraespinoso), pues al romperse, cuando la puya cae en el mismo centro del cerviguillo, impide el cabeceo del toro. Restar poder a la embestida mediante la sangre perdida a consecuencia de la herida producida en el morrillo.
-Crear belleza cuando el toro se arranca de largo, aprieta sin cabecear e incluso romanea en un espectáculo de incomparable belleza.
Suerte de varas que requiere que matadores, subalternos y picadores, cada uno en su quehacer, ocupen su sitio y realicen la suerte correctamente por derecho, sin ventajas y midiendo el castigo a propinar al toro.
La máxima de la suerte de varas es que no se premiará a ningún toro que no haya recibido como mínimo cuatro puyazos, puesto que el primero le denomino como el de “contacto con lo desconocido”, el segundo es el de “averiguar que pasó en el primero”, el tercero es el de “querer repetir experiencia dolorosa” y el cuarto es el de “querer vencer al castigo” propio de un verdadero toro con posibilidades de optar al indulto.
Como quien indulta un toro es definitivamente el Presidente de la corrida, él es el responsable del indulto. En muchas ocasiones transgrede el Reglamento al no ejercer su función de Presidente en funciones con precisión, justicia y acierto al dejarse influenciar por las presiones de ese público, ignorante en su mayoría, protestón que se ha decantado por la demagogia del torero de turno.
Un Presidente falto de carácter y criterio que se ve arrastrado por un público que generalmente azuzado por unos pocos muestra su deferencia hacia un toro que le ha divertido en la faena de muleta y le premia con el perdón de la vida en la plaza.
Público que ¿quizás puede haberse visto influenciado por los movimientos antitaurinos? Puede.
¿Es acaso el indulto el premio al mismo toro en sí por haber tenido un buen comportamiento en plaza? No. Se le perdona la vida para que, tras la curación de sus heridas, vaya a cubrir vacas al campo en el fin del indulto para mantener la casta y bravura en la cabaña brava y en definitiva en la conservación de la Fiesta que tiene como fin primordial preservar la bravura.
¿Se alegran los ganaderos cuando se les indulta un toro? Pues…no todos los ganaderos y me explicaré:
Algunos se alegran mucho, sobre todos los ganaderos de nueva generación y no de dinastía, los señores ganaderos, incluso llegan a propiciar el indulto a través de personas afines a sus intereses, porque el indulto conlleva que los medios de comunicación taurina e incluso los generales, cacareen el acontecimiento lo que sin duda alguna prestigiará a la ganadería como santuario de bravura. En cambio otros, los ganaderos de dinastía es decir los ganaderos de toda la vida, los ganaderos señores, pues…no mucho porque el indulto de un toro les ha descubierto su equivocación al no haberlo elegido como semental y mandarlo a una corrida convencional, aparte de que ellos tienen programado su calendario de mantenimiento y acrecentamiento de bravura y posiblemente ese nuevo toro indultado, que fenotípicamente no estaba en el tipo que ellos han preconizado, no les represente nada cuando tampoco están seguros que vaya a transmitir su bravura demostrada en la plaza a su descendencia. Por otro lado como profesionales de la cría de ganado bravo son conocedores de esa teoría más o menos científica que aboga porque las vivencias experimentadas durante la lidia se transmiten a su descendencia y eso…bueno no es.

Como detalle para el recuerdo señalar que en la temporada 2007 se indultaron 24 toros y 13 novillos.
En la temporada 2008 se indultaron 15 toros.(Dos en plazas de 1ª, Barcelona y Dax).
El matador de toros que más toros ha indultado hasta el momento es Enrique Ponce con 32. De los 19 que indultó en España ninguno en plaza de 1ª, pues el indultado en Málaga fue cuando dicha plaza no tenía esta categoría. Categoría máxima que adquirió con la entrada en vigor del nuevo reglamento taurino andaluz.
El otro punto a tratar es el de la facilidad en la concesión excesiva de trofeos (Hipertrofeítis). También el responsable es el Presidente del festejo que en muchas ocasiones, como suele ocurrir en las plazas de 3ª, no está suficientemente preparado para cumplir esa función, pero en las plazas de 2ª y 1ª... ¿por qué se "mete la pata" con más frecuencia de lo aconsejable? Cierto que el Reglamento contempla que la primera oreja la concede el público con su petición mayoritaria, pero la segunda son ellos, los presidentes, los que han de concederla y por ende han de sopesar muchos factores hasta completar ese protocolo de concesión, que llevará como poco los apartados siguientes respecto al comportamiento de el toro:
-Forma de rematar en los burladeros.
-Manera de meter la cara a las telas.
-Número de entradas al caballo de picar, puesto que no se debe premiar ninguna faena en la que el toro no haya recibido al menos tres puyazos, con lo que sentado este precedente, ya se cuidarían los matadores que los puyazos fueran breves y en el sitio que no destrozaran al toro. Si bien esta importante suerte cuenta con la animadversión hacia la misma de un público no aficionado en su mayoría que si por él fuera quitaría de la circulación a los picadores.
-Forma de perseguir a los banderilleros tras la consumación de la suerte.
-Duración de embestida a la muleta.
-Forma de cuadrar ante la muerte.
Y por parte del torero:
-Hacer todo como mandan los cánones. No pasándose de tiempo en la ejecución de la faena para que no suene un aviso que sería determinante para la no concesión automática de trofeo alguno.
-Tener muy encuenta la ejecución de la suerte de matar como suerte suprema que es.
Y así teniendo todos estos puntos muy claros le importaría un bledo las opiniones vertidas por los medios de comunicación sobre su actuación. Medios que en la mayoría de los casos están de parte de la empresa, ganaderos y toreros porque al fin y a la postre son los que les permiten su pervicencia.

jueves, 26 de marzo de 2009

COMENTARIO A UN RECORTE DE PERIÓDICO.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Cuando el toreo pasó de ser diversión de caballeros influyentes y adinerados a practicarlo el pueblo, nació verdaderamente la fiesta brava, y de estas diversiones públicas opinó así Gaspar Melchor de Jovellanos: “Creer que los pueblos pueden ser felices sin diversiones es un absurdo. Creer que las necesitan y negárselas es una incongruencia tan absurda como peligrosa. Darles diversiones y prescindir de la influencia que puedan tener en sus ideas y costumbres, sería una indolencia harto más absurda, cruel y peligrosa que aquella inconsecuencia, resultando que el establecimiento y arreglo de las diversiones públicas será uno de los primeros objetos de toda buena política”
Y esta lectura que me proporcionó un recorte de periódico antiguo, me llevó a que sin intentar, por supuesto, imitar a Jovellanos en su ideas, sí exprese las mías derivadas de indagaciones y de experiencias vividas en estos últimos años.
Hay personas a las que le gustan las corridas de toros, al igual que hay gentes a las que les repugnan este espectáculo.
Cierto que aquellos aplausos que en otros tiempos se tributaron a los antiguos matatoros cuando realizaban faenas de valor no bastaron para librar a la fiesta de algunas censuras eclesiásticas. Como no es menos cierto que a pesar de ser aplaudidos los actuales matadores de toros por faenas artísticas tampoco les basta para que el gobierno en funciones trate de acabar con la Fiesta de los toros.
Cuando los antitaurinos se apostan en los aledaños de las plazas de toros para increpar con pancartas e insultos a los que, tras presenciar la corrida, salen del recinto, lo único que logran es acrecentar más la afición y el sostenimiento de esta Fiesta considerada como la más nacional.
Cierto que ante Europa no puede presentarse como un argumento de valor y bizarría española, el arrojo y destreza de unos hombres que; o bien criados en ambiente taurino desde niños, o bien acogiéndose a él por envidia sana hacia los triunfadores e incluso por vocación, han tomado el oficio de torero.
Pero sí hemos de tener en cuenta que una gran parte de España, en los momentos actuales, tiene a la fiesta de los toros como parte importante de sus tradiciones y ningún gobierno que se precie tiene por qué proscribirla, por mucho beneficio político que pueda proporcionarle la dependencia cada vez mayor de Europa, cuando dicha Fiesta no conlleva riesgo civil o moral.
Hay algunos articulistas que en sus colaboraciones en el diario El País toman la licencia de escribir:
“Somos españoles los que cargamos con la vergüenza colectiva de llevar ese trozo de mierda (se refiere a las corridas de toros) en la cara, y somos nosotros los que más interés deberíamos tener en limpiárnoslo”
Y dice esto porque en su interior tenía la idea (para mí totalmente equivocada) de que la Ilustración entró en Europa y no en España por el hecho de conservar las corridas de toros. ¡Sí hubo Ilustración en España! ¡Faltaría más! Lo que ocurre es que las circunstancias históricas, políticas o socioculturales tenían otras formas de expresión.
¿No fue acaso Ilustración cuando en el siglo XVIII el poder político empezó a modificar el desorden reinante en la plaza de toros al reglamentar la corrida?
Lo que pasa es que en esto del mundo del toro ocurre lo que en botica, además de división de opiniones entre los intelectuales de todos los tiempos.
Así Jovellanos era un antitaurino de pro como demostró cuando le fue confiado el proyecto de la Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas y sobre su origen en España a través de la Academia de Historia que a su vez había recibido del Consejo de Castilla el encargo de un informe que sirviera de base para la reforma de la legislación correspondiente y que no fue solamente un informe sino que él también aprovechó para expresar sus ideas e inquietudes.
Y Moratín está a favor de las corridas de toros, por lo que escribe:
“..,Pedro Romero, el cual, con Joaquín Rodríguez, ha puesto en tal perfección este arte, que la imaginación no percibe que sea ya capaz de adelantamiento". Y por eso la reina Amalia al verlo, sentenció:
“que no era barbaridad, como la habían informado, sino diversión, donde brilla el valor y la destreza”
Resultando: que al final una institución como la corrida de toros puede servir como instrumento para la unificación cultural.
Y me van a permitir que al igual que Jovellanos se enfrentó a los taurinos tratando de acabar, a través de su informe emitido al rey Carlos IV, con la Fiesta de los toros, un taurino, en este caso un servidor de ustedes, cuestione su proceder basado en lo siguiente:
La obra que le encomendaron con la finalidad de responder a la polémica surgida en el reinado anterior (Carlos III) sobre los espectáculos públicos. Polémica taurina en la que se enfrentaban: la mentalidad tradicional con la innovadora inspirada en las nuevas corrientes europeas.
Obra que tenía dos partes muy diferentes: la primera estaba destinada a descubrir el origen y progreso de las diversiones públicas en España del siglo XVIII, y la segunda a estudiar el influjo de las mismas y la forma de conseguir el bien general.
Esta memoria recoge las apreciaciones de un autor que en voz alta reflexiona sobre el vinculo que debe existir entre la tarea de gobernar y una filosofía existencial basada en el “amor público”.
Y Jovellanos opina:
“Hay una relación entre diversiones y felicidad pública, de ahí que la Autoridad ha de labrar el contento de los ciudadanos”
“La libertad y la alegría de los pueblos están más distantes del desorden que la sujeción y la tristeza”.

"La policía de los espectáculos ha de estar perfectamente encauzada para permitir la alegría pública. Ha de ser cierta, continua pero invisible para no ser vista como instrumento de opresión”
“No se puede destruir la diversión a base de autoridad”
Opiniones que están más del lado de anarquía que de lograr un orden de policía.
Un Jovellanos que está del lado de todas las diversiones y espectáculos excepto del lado de los toros y parte de los juegos escénicos.
Su amor es el teatro. Lo considera como una vía de educación y para ello propone revitalizar la escena y despojarla de todo lo que en ella pueda haber de plebeyo. Únicamente tolera el drama y desprecia todos los demás géneros, al tiempo que eleva hasta el infinito la profesión de actor incentivando su formación.
Jovellanos = ¡No a los toros y a los Autos Sacramentales! ¡Sí a los entretenimientos públicos como beneficios para el individuo! Que naturalmente ha de procurar ofrecer siempre el Estado.
¿Les sugiere algo estos procederes?

miércoles, 25 de marzo de 2009

LOS TOROS EN MADRID.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

He leído las sendas cartas que la “Asociación El Toro de Madrid” ha dirigido a Dª Soledad Mestre García y a D. Carlos Rubio Fernández como Delegada del Gobierno de la Comunidad de Madrid y Jefe Superior de Policía respectivamente, para que durante la nueva temporada del 2009 no continúen en su puesto de Presidente de la plaza de las Ventas, Trinidad López- Pastor Expósito y Julio Martínez Moreno.
Y es que Madrid es una de las ciudades españolas con más tradición taurina, desde que allá por el año 1561 se convirtió en Cortes de las Españas debido a las razones siguientes:
-Posición central en el reino de Castilla.
-Escasa implantación en la villa de los poderes nobiliario y eclesiástico
-Existencia del Real Alcázar de Madrid, de la Casa de Campo y Monte de El Pardo que eran de control real.
Por ello Felipe II se fue allí a pesar de que su padre Carlos V le aconsejara:
“Si quieres conservar los reinos deja la capital en Toledo, si quieres aumentarlos, llévala a Lisboa y si quieres perderlos, trasládala a Madrid”
Pero es que Madrid era centro de un Sistema de Reales Sitios donde el monarca y séquito pasaban el año en temporadas establecidas de la manera siguiente: primavera en Aranjuez, verano en La Granja, otoño en El Escorial e invierno en El Pardo y todo esto estaba muy a mano de Madrid.
Tanto Felipe II como su esposa Isabel de Valois eran muy aficionados si bien tengo entendido que el rey no asistió a muchas corridas de toros. Lo que sí fue: un defensor a ultranza de la Fiesta como lo demuestra el enfrentamiento con el Papa Pio V cuando prohibió las corridas de toros y ante el pesar de los palaciegos dijo: "Si no se pueden correr toros…¡que se corran vacas!" Y aquella otra anécdota: cuando un parlamentario se opuso en sesión de Cortes del 20-02-1566 a la celebración de las corridas y su propuesta apoyada por el resto de parlamentarios. Como era el rey quien debería refrendar, resolvió lo siguiente:
“En cuanto al correr de los dichos toros, ésta es muy antigua y general costumbre destos nuestros reynos, y para la quitar será menestar mirar más en ello y ansí por agora non conviene se haga novedad”
Hasta el año 1418 no se tienen noticias ciertas de la celebración de fiestas reales de toros en Madrid. Fecha que coincide con la entrada en la Villa de Juan II casado con Dª Marta hija de D. Fernando de Aragón y a quién el Consejo de Madrid para agasajarle levantó una plaza cuadrada de madera entre las puertas de la Vega y de Segovia y en ella con fecha 23-10-1418 el rey mató un novillejo con un puñal especie cacheta y al año siguiente con motivo de su mayoría e edad, se construyó una plaza en el Campo del Rey que era el lugar ocupado por la Caballerizas Reales, en la que el rey ante los lloros de su esposa alanceó un toro rodeado de caballeros entre los que estaban D. Álvaro de Luna y el conde de Benavente.
Fue en este reinado cuando las fiestas de las corridas de toros brillaron con más esplendor lo que dio lugar a la construcción de la primera plaza de toros de Madrid frente a la actual casa de Medinaceli y de otra en el Soto de Luzón.
En el reinado de Enrique IV se dieron corridas de toros en la plaza de Soto de Luzón por el nacimiento y jura de la princesa Juana “la Beltraneja” así como otra corrida en honor del embajador del duque de Bretaña que tuvo lugar en el año 1463 en el Campo del Moro.
Los Reyes Católicos fueron obsequiados en su visita a la villa de Madrid con una fiesta de toros y cañas en la plazuela de San Andrés. Y en el mes de enero del año 1493 D. Álvaro García Díez de Rivadeneira que fue maestresala del rey Enrique IV les obsequió con una fiesta de toros y cañas en una plaza que construyó en el Prado de San Jerónimo.
En el año 1528 y el día 20 de enero en el Campo del Moro el rey de entonces Carlos V quebró tres lanzas con motivo de la jura de Felipe II como Príncipe de Asturias.
Felipe II ya como rey asistió en la plaza del Arrabal (actual plaza mayor) en junio del año 1562 a una corrida acompañado de su esposa Isabel de Valois.
Luego las tres juras de sus hijos D. Fernando, D. Diego Félix y Felipe III tuvieron lugar en el Prado de San Jerónimo.
Durante el reinado de Felipe III se dieron muchos acontecimientos taurinos en la plaza mayor. El primero fue en 1599 con motivo de la entrada de su esposa Dª Margarita. La plaza mayor se acondicionó para este tipo de espectáculos y su aforo ascendía a 50.000 espectadores.
En el reinado de Felipe IV, en el año 1623 tuvieron lugar importantes corridas en honor del príncipe de Gales y en el año 1629 con motivo del nacimiento del príncipe Baltasar Carlos.
Aparte de estas Corridas Reales todos los años se daba en la Villa y Corte las llamadas corridas ordinarias que el Ayuntamiento costeaba con motivo de la celebración del Patrón San Isidro, de las fiestas de San Juan y Santa Ana.
Cuando se finalizó la plaza de toros del Buen Retiro en ella se celebraron muchas corridas de toros iniciadas con la del nacimiento del príncipe Fernando sobrino del monarca Felipe IV.
En tiempos de Carlos II la primera corrida fue la celebrada en la plaza Mayor el 7 de febrero del año 1680 con motivo del cumpleaños de la Reina María Luisa. Luego tuvieron lugar las fiestas taurinas para celebrar el segundo matrimonio del monarca y la función de toros dada en la plaza llamada del Juego de la Pelota sita en el Palacio del Buen Retiro.

En el reinado de Felipe V al principio también se dieron corridas de toros tanto en el Buen Retiro como en la plaza Mayor, pero como el rey dejó de asistir a ella los nobles fueron abandonando el toreo lo que hizo que este fuera ocupado primero por rejoneadores asalariados y por vaqueros del campo andaluz que picaban con vara larga. Posteriormente ocuparon esta parcela los toreros de a a pie.
El mismo Felipe V autorizó la construcción de una plaza de toros de madera cerca de la Puerta de Alcalá. Luego Fernando VI, mandó construir en el mismo sitio una plaza que regaló a los hospitales madrileños como fuente de ingresos para su sostenimiento. Fue inaugurada en el año 1749.
El rey Carlos III no fue muy amante de las fiestas de los toros no obstante lo cual autorizó dos corridas a celebrar en la Plaza Mayor: por su entrada pública en diciembre de 1760 y en septiembre de 1764 con motivo de la llegada de su nuera María Luisa de Parma.

Carlos IV ya fue más aficionado y organizó algunas funciones reales como: en el año 1803 en la Plaza Mayor con motivo del matrimonio del príncipe Fernando VII y en el 1789 por la exaltación al trono del propio Carlos IV.
¿Eran iguales las corridas en la época de los Austria que en la de los Borbones? Había algunas diferencias tales como: no rejoneaban los nobles si no que lo hacían hidalgos bajo el padrinazgo de aquellos. Eran ayudados por los espadas más famosos de cada época, como ocurrió en las últimas funciones reales que tuvieron lugar en la Plaza Mayor con motivo de las bodas de Isabel II en que los caballeros en plaza fueron auxiliados por los espadas, “El Morenillo”, “El Chiclanero”, Juan León y Francisco Montes.

martes, 24 de marzo de 2009

LAS CORRIDAS DE TOROS EN EL SIGLO XVI.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

No fueron precisamente buenos momentos aquellos por los que pasaron las corridas de toros en España, debido entre otras razones al empecinamiento de un Papa Pio V (Antonio Ghislieri) en prohibirlas, aduciendo “ser más propias de demonios que de hombres” quien además contó con el apoyo del general de los jesuitas San Francisco de Borja y del Obispo de Salamanca quien procedió contra aquellos catedráticos que enseñaban en sus clases el no pecado por la asistencia a las corridas de toros, a la cabeza de los cuales se encontraba fray Luis de León.
Como era de esperar, en una nación como España amantes de las mismas, surgieron de inmediato protestas contra esta decisión papal. Unas en forma de libro, como es el caso del titulado ”De difficilis quaestionibus” escrito por el franciscano fray Antonio de Córdoba en el que no consideraba que fuera pecaminosa la asistencia a las corridas de toros, causa por la que no fue publicado, y otras en forma de protesta formal por parte del propio Monarca Felipe II quien recurrió al propio Papa para que mitigara la Bula. No lo consiguió hasta el pontificado siguiente de Gregorio XIII y ya, de una manera definitiva, cuando accedió al papado Clemente VIII.
El siglo XVI comienza con el papa Pio III (Francesco Todeschini Piccolomini), arzobispo de Siena y cardenal diácono de San Eustaquio. Sucesor de Alejandro VI. Fue elegido, tras formar terno como mediador, entre los candidatos: Cardenal Georges d’Amboise y Cardenal Giuliano Della Rovere).
No podemos sacar conclusiones respecto a sus pensamientos sobre la Fiesta de los toros puesto que solamente reinó veintiséis días al morir, según versión oficial, a causa de la ulceración de la pierna en la que padecía una gota y según la otra versión al ser envenenado por Pandolfo Petrucci gobernador de Siena.
En la época de su sucesor Julio II (Giuliano Della Rovere) quien estuvo como Pontífice desde el 1503 al 1515, si hubo corridas de toros.
León X de Florencia, pontífice del 1513 al 1521, asistió a varias corridas de toros como la celebrada en la Plaza de San Pedro el lunes de carnaval del año 1519 donde se instaló en el centro una de madera y en la que perdieron la vida dos toreros que llevaban trajes de 4000 ducados regalados por el Papa.
Los siguientes Papas: el holandés Adrián VI pontífice 1522 a 1523, el florentino Clemente VII pontífice 1523 a 1534, el romano Pablo III pontífice 1534 a 1549, no intervinieron en la fiesta de los toros
El Papa Julio III de Monte Sausovino, pontífice desde 1550 a 1555, asistió con asiduidad a las corridas de toros.
Los que le siguieron: Marcelo II que solo estuvo como pontífice 20 días, Pablo IV que estuvo desde 155 a 1559 y Pio IV que estuvo de pontífice desde 1560 a 1565 tampoco se opusieron a las corridas de toros.
El Monarca Felipe II asistió a las corridas del 12 de febrero del año 1584 con motivo del Juramento de su heredero Felipe III en la Iglesia de San Jerónimo en cuyo Prado los caballeros lidiaron toros a rejón.
Diez años antes en 1575 nació en Rincón de Soto, Juan Díez Iñiguez de Baldosera “Candil” que fue unos de los primeros estoqueadores de toros, conocido. Desde 1595 tomó parte en las Fiestas de San Fermín de Pamplona y en las del año 1607 actuó subido en zancos cobrando 50 reales.
Es curioso que los datos que tenemos de cómo se desarrollaba una corrida en el siglo XVI han de ser sacados de los estudios realizados por un hispanista sueco, el doctor Gunnar Tilander. Nacido un 22 de julio de 1894 en la provincia de Vestrogodia país originario de los visigodos.
Gunnar cambió sus inicios universitarios mercantiles por las lenguas románicas, trabajando en las Universidades de París, Madrid y Lisboa.
En 1923 se doctoró en Filosofía en la universidad de Gotemburgo para tras pasar por varios puestos docentes, jubilarse como catedrático de lenguas románicas en la Universidad de Estocolmo.
Reconocido doctor “Honoris Causa” por la universidad de Zaragoza y Académico de la Real Academia de la Lengua de Madrid, de la de Buenas letras de Barcelona, de la Historia de Madrid y Consejero de Honor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid y del Consejo de Estudios de Derecho Aragonés de Zaragoza.
Apoyado en los estudios históricos de D. Ramón Menéndez Pidal siguió investigando en La Biblioteca Universitaria de Padua, que es una de las once Bibliotecas estatales que conservan el título universitario por haberse dedicado con carácter preferente a la conservación de documentos históricos, literarios y científicos.
Universidad que fue fundada a raíz del desplazamiento masivo de profesores y alumnos provenientes de Bolonia. Marcada por la presencia de Galileo Galilei (1592-1610) que elevó los avances científicos y la de Elena Lucrezia Cornaro primera mujer del mundo que logró un título de Filosofía (25-06-1678).
Gunnar encontró allí un códice donde se trata de “Corridas de toros en España” y “Corridas de toros en Thesalia”.
En toda España y con motivo de celebraciones de santos venerados tenían lugar corridas de toros en los reinos de Castilla, de Aragón y de Granada. Estas corridas se celebraban en las plazas principales de la ciudad, donde las desembocaduras de las calles a la misma, se cerraban mediante carros, toneles, cadenas, talanqueras etc. La plaza se rodeaba de tablados escalonados para albergar a las señoras, hidalgos y honrados burgueses. El populacho que está en la plaza comienza a lanzar dardos al toro lo que le daba un aspecto de gigantesco erizo y que como consecuencia del dolor se lanzaba a carrera desenfrenada atropellando todo lo que encontraba a su paso y matando a unas docenas de personas. Los caballeros hacen su entrada en la plaza vestidos con ricos atuendos y capas, montando briosos cordeles lujosamente enjaezados y acompañados de pajes con su librea. El primer caballero al hacer su entrada saluda a los reyes y damas acompañantes para seguidamente irse hacia el toro tratando de herirle entre los dos cuernos, sobre la nuca, con lo que cae muerto a los pies del caballo.
Gonzalo Argote de Molina en su discurso sobre el libro de la montería (Sevilla, 1582) explica que el correr toros en la plaza es costumbre antiquísima. Dice: Es la más apacible fiesta que en España se usa; tanto que sin ella ninguna se tiene por regocijo y con mucha razón por la variedad de acontecimientos que en ella ay.
También solían soltar en las plazas perros alanos para que atacaran y rindieran al toro, como aparece en la crónica de Alfonso VII (siglo XII) sobre las fiestas que tuvieron lugar con motivo de las bodas del rey García de Navarra con doña Urraca hija natural de Alfonso VII o en la carta que Juan I de Cataluña dirige a un matador de toros, fechada en 15 de mayo de 1387.
En cierta ocasión con motivo de las bodas de Felipe el Hermoso con la infanta de Castilla, Juana la loca un toro luchó contra un oso según cuenta Gunnar Tilander.
En Borja un pueblo de la provincia de Zaragoza la corrida del mes de septiembre se celebra en la plaza del Campo del Toro que es una ancha plaza dotada de una fuente de cuatro caños en el centro. En la fiesta bárbara se cierran las desembocaduras de las calles con carros. A todo alrededor de la plaza se obstruyen los portales para impedir que el toro se refugie en ellos. Los espectadores presencian la corrida desde sus ventanas y balcones. Son novilladas sin picar en las que se contratan novilleros profesionales que lidian a su enemigo en medio de los numerosos aficionados que tienen la libertad de lanzarse al ruedo y que se libran de las acometidas del eral arrojándose al pilón de la fuente igual que se hacía en Soto Real a la que corresponde la fotografía adjunta.

sábado, 21 de marzo de 2009

LA CORRIDA DEL DÍA DE SAN JOSE EN VALENCIA 2009.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.



La 8ª de abono corresponde a la corrida de la tarde del día 19 de marzo (festividad de San José) con toros de Garcigrande a lidiar por los diestros Luis Francisco Esplá (nazareno y oro), Enrique Ponce (tabaco y oro) y Vicente Barrera (rojo y oro) que hacen el paseíllo ante el Presidente D. José Manuel Capilla.


El primer astado de la tarde responde por “Comendador”. Es un toro excesivamente gordo, bizco del pitón izquierdo. Un toro con trapío de plaza de primera, que sale con muchos pies y Luis Francisco Esplá comienza su capoteo con lances de tanteo para salirse fuera de las dos rayas y a pies juntos le administra, con el capote de vueltas azules, dos pases de delantal en los que el toro ha vuelto al revés y otros dos más, en los que ha salido suelto.






El encargado de picar es Teodomiro Caballero a cuyo caballo lleva Esplá el toro con pases por delante sin cruzar que remata con un recorte vistoso. Lo deja largo. El toro acude al caballo recibiendo un picotazo levantando inmediatamente el palo.








Esplá quita con tres chicuelinas que remata con una media verónica. Nuevamente, con pases por delante suaves, lo lleva al caballo rematando con un recorte. El toro se arranca de largo y el piquero le propina un ligero picotazo sin levantar el palo de la herida del puyazo Esplá pide el cambio de tercio que el presidente del festejo, concede.
Las banderillas las pone Esplá. Tres buenos pares, ganando la cara del toro con facilidad.






La faena la comienza con la muleta sobre la mano derecha. Derechazo y pérdida de los pasos necesarios para colocarse con ventaja delante de la cara del toro. Le adelanta la muleta. Se cruza. Le administra otro derechazo. Le pierde dos pasos y nuevo derechazo. Uno más, bueno y bien rematado.
Unos naturales administrados de uno en uno, porque el toro no permite la ligazón, que remata con una pase de pecho sin ajuste alguno.







Nueva serie de derechazos que son rematados con el pase de pecho sobre la mano derecha y que, tras cambio de mano sobre la marcha, remata con el de pecho sobre la izquierda.






Un circular completo por la espalda que repite y se va por el estoque de herir.
A la vuelta sigue toreando al toro con pases sobre la derecha haciendo doblar al astado en busca de la igualada. Destaca un buen pase del desprecio que es muy aplaudido.

Tras cuadrar al toro, trata de entrar en la suerte contraria pero como el toro se arranca inesperadamente ha de buscar nuevamente la suerte contraria en la que logra una gran estocada que es premiada con una gran ovación.
Los peones se llevan al toro hacia el centro del ruedo donde tras capoteo por ambos lados tratan de que doble. Suena un aviso.







El toro se va a las tablas y allí Esplá pide el estoque de descabellar. Le toca la médula espinal en el primer golpe de verduguillo y el toro muerto en vida queda de rodillas y con los cuartos traseros apoyados sobre estribo y tablas. El matador le saca el estoque para al momento caer sin puntilla.

Su segundo corresponde al cuarto toro de la tarde que responde por “Feucho”. Número 93 con 525 kilos. Un buen mozo con una preciosa lámina.
En el primer capotazo de saludo que le ofrece Luis Francisco Esplá sale suelto. Al segundo ya sí se hace con él y después de dos lances de tanteo al cuarto lance comienza a estirarse por verónicas perdiendo el toro las manos en la primera verónica. Nuevas verónicas por ambos pitones en las que Esplá resulta bastante agobiado por aquello de no jugar con largura las manos y que remata con una especie de rara media verónica.
El encargado de picar es Aurelio García Pérez a cuyo caballo Esplá lleva el toro con unas preciosas chicuelinas al paso y remate con un recorte. El toro cuando está cerca del piquero se aleja para arrancarse de largo con alegría y el piquero se agarra perfectamente arriba. El toro le propina un pitonazo en la suela de la mona y está a punto de derribarlo.







En el quite, Esplá se aleja del toro. Lo cita. El toro se acampana, y cuando se arranca le propina tres navarras en la que el toro le aprieta y remata con una media en la que el diestro se ve también, en apuros.
Nueva entrada al caballo en la que el piquero se agarra arriba y tras ordenar Esplá que levante la vara, el toro sale suelto.
En banderillas Esplá tratando de ganarse al público ofrece un par de banderillas a uno de sus banderilleros, el tercero de su cuadrilla que es Domingo Navarro, en estampa que se repetía antiguamente con asiduidad. Y aquí Esplá que tan buen director de lidia es, comete el error de comenzar a banderillear cuando aún se encontraba el picador montado en su jaco sobre la arena del ruedo. El toro se fue a por el caballo y menos mal que le cortaron a tiempo. Tras la salida del caballo de picar Esplá gana la cara al toro con ciertos apuros. Clava el par de banderillas y luego es persiguido en la salida haciéndole el quite a cuerpo limpio, Domingo Navarro quien, en su entrada, prende con sobriedad, un buen par. Cierra tercio el matador buscando al toro en carrera desenfrenada para colocar un buen par. Brinda el toro al banderillero. Indudablemente Esplá es un artista en eso de ganarse al público.
La faena la comienza doblándose con el toro y jugando con él hasta sacarlo fuera de las dos rayas donde remata con dos pases de pecho sobre la mano derecha.
Tres redondos sobre la mano derecha, ejecutados de uno en uno porque el toro carece de afectividad, que remata con un pase de pecho sobre la mano derecha.

La muleta sobre la zurda. Un natural. En el siguiente el toro prueba, no se decide a embestir a pesar de que Esplá está muy firme. Logra robarle tres naturales. El toro se para. Le toma la distancia adecuada para lograr dos naturales más que remata con el pase de pecho. Nueva serie de tres naturales dados de uno en uno, que abrocha con el pase de pecho sobre la mano izquierda.
Es un toro bastante complicado y carente por completo de afectividad. Aparecen unas palmas de tango en la plaza.








A fuerza de porfía le roba cuatro redondos que remata con un afarolado que arranca los aplausos del público.
El toro está muy orientado y como pone en apuros al diestro, éste se va por el estoque de herir.
Excelente estocada de la que el toro dobla.

Ponce muy concentrado está esperando la salida del segundo toro de la tarde que atiende por “Folklorico”. Está herrado con el número 132 y tiene 507 kilos de peso. Su capa es negra.
El primer lance se lo administra Ponce doblándose y flexionando la rodilla izquierda. Otro más por el otro pitón flexionando ahora la pierna derecha, para seguidamente estirarse en tres verónicas que remata con una buena media verónica.
Los peones se encargan de fijar al toro en el burladero de suertes en espera de la salida de los piqueros.
El encargado de picar es Antonio Saavedra a cuyo caballo lleva Ponce al toro con lances templados por la cara y rematando con un estiloso recorte. El toro se repucha con el caballo haciéndole girar en dos vueltas completas. Ponce indica a su picador que levante el palo. El piquero deja de apretar pero no retira la puya de la herida con lo que dificulta la salida del toro de la suerte.
Saca al toro el banderillero Mariano de la Viña que es el encargado de lidia y Ponce se dispone a probarlo con una verónica y una media.
Nueva entrada al picador que se agarra bien arriba y tras el picotazo, Ponce se destoca para pedir el cambio de tercio.
Parea por delante Antonio Tejero que deja un par ligeramente caído. Su hermano José María, coloca un buen par. Cierra Antonio Tejero en un extraordinario par donde da al toro las ventajas a favor de chiqueros y por ello es apretado en demasía.
Ponce, tras pedir el permiso a presidencia, brinda al público. Tira la montera que al caer boca arriba a de volverla con la punta del estoque simulado.
Comienza la faena muy cerrado en tablas con dos pase doblándose pero vaciándole por arriba sin que comprendamos estas dos contradicciones. Con pases tocándole por ambos pitones se va saliendo y vaciándole por arriba, hasta finalizar con un pase de pecho sobre la mano izquierda en medio de los aplausos del público.







Ponce está tardando en acoplarse con el toro porque éste no se decide a embestir con prontitud. Cuando lo logra consigue tres perfectos redondos que remata con un pase de pecho que merecen los aplausos del público.
Con la muleta sobre la derecha, dos redondos aguantándole la embestida desde largo. El toro se le para, tomas distancia y cita, el toro se arranca y se le cuela peligrosamente. Dos redondos más y Ponce se retira.
Con la muleta en la mano izquierda se va a cercando para lograr tres naturales estirándose. En el tercero el toro se le cierne y está a punto de atropellarle.
Con la muleta en la izquierda se encara desafiando al toro que tras arrancarse le administra tres naturales sin ligar, porque ha perdido más pasos de los necesarios debido a esas coladas a que le ha sometido el toro y que le han hecho desconfiar de la rectitud y entrega del astado en la consecución del pase.
Ponce da distancia al toro llevando la muleta en la mano derecha.
Va a tablas para humedecer ligeramente la muleta porque el viento le está molestando y se va en busca del toro al tiempo que otea el terreno tratando de encontrar un lugar libre del viento.








Unos molinetes para continuar sobre la mano derecha en cuatro redondos buenos pero dados de uno en uno por perder más pasos de los debidos. Dos redondos más, un cambio de mano y remata con el pase de pecho sobre la mano derecha.







Ponce haciendo esas sus típicas y toreras posturas portando la muleta en la mano izquierda andando al toro con elegancia al tiempo que se va acercando. Cuando está en el sitio adecuado le administra un natural muy lento y muy relajado. Otro más no ligado, puesto que antes de la ejecución del pase busca el sitio adecuado para, cruzándose con el toro, ejecutar el natural.
Ahora aprovechando el viaje del toro en la embestida lo va cerrando a tablas hasta dejarlo justo entre las dos rayas a la altura del tendido 10 y se va por el estoque de matar ante la mirada de los Chopera y Victoriano Valencia que ocupan el mismo burladero de dentro del callejón.
Con la muleta en la mano derecha lo cita de frente entre los dos pitones, para lograr dos redondos buenos que remata con el pase de pecho con la derecha mientras cambia la muleta de mano para finalizar con un pase de pecho con la izquierda. Suena un aviso.
Ponce va cerrando al toro a medida que va buscando la igualada entre las dos rayas. En la suerte contraria consigue menos de media estocada en un buen sitio. Los peones le hacen la rueda y como no dobla Ponce pide el estoque de descabello que le trae José María, mientras le capotean Mariano de la Viña y Antonio Tejero.
Ponce monta la muleta para dar al toro unos pases por ambos pitones buscando la postura idónea para descabellar. Flexionando las piernas acierta a la primera tras preparación muy artística. Es premiado con una gran ovación.

Su segundo corresponde al quinto de la tarde. Se llama “Contador” lleva el número 117 y pesa 524 kilos. Es ligeramente bizco del cuerno derecho y su capa es castaña oscura chorreada.

Ponce lo prueba. Se estira al cuarto lance por verónicas sobre ambos pitones hasta que el toro se para. Sigue capoteándole ya sin apreturas, hasta sacarlo fuera de las dos rayas y en los remates de los lances trata de levantarle la cabeza a pesar de que no ha humillado.
El toro se arranca al picador, Manuel Quinta cabeceando.
Ponce lo prueba toreándole por la cara y, andándole bien, lo lleva nuevamente al piquero colocándole fuera de las rayas. Se arranca el toro y aprieta por lo que el piquero lo pega fuerte. Ponce le conmina a que levante la vara que resultó ligeramente caída. Se cambia el tercio mientras Ponce se queda con el toro hasta abandonar el ruedo los picadores.
Lo está lidiando Ponce porque se trata de un toro distraído que no quiere nada de capotes.






Va por delante en banderillas Mariano de la Viña que prende un buen par. El toro se ha puesto peligroso de verdad de ahí se vean en peligro los banderilleros.
Ponce brinda a Pedro Piqueras y comienza la faena doblándose en pases de pierna flexionada sobre ambos pitones que remata con un pase de pecho, logrando levantar a la gente de sus asientos.

Tres buenos redondos en el último de los cuales el toro cabecea peligrosamente por lo que Ponce le da distancia y vuelve nuevamente a él tratando de encontrar la distancia propicia.
Continúa sobre la mano derecha para confeccionar la faena a base de muletazos sueltos porque pierde más pasos de los adecuados.








Ahora ya si liga una tanda de cuatro redondos ganándole un paso al toro que remata con el pase de pecho sobre la mano derecha y dobla con el de la izquierda. Ovación.
Nueva serie de cuatro redondos, un cambio de mano y remata con el pase de pecho sobre la mano izquierda.










La muleta sobre la izquierda ayudándose con el estoque simulado. Dos naturales espaciados. Otros dos buenos y dos más aislados que remata con el pase de pecho sobre la izquierda.









Dos molinetes seguidos bajando mucho la mano para quedarse colocado en la continuación de faena sobre la mano derecha. Tres extraordinarios redondos ligados que ha rematado con un pase de pecho tras cambio de muleta de mano y después ha rematado con el pase de pecho sobre la mano izquierda.
Sigue Ponce sobre la mano derecha. Tres redondos ligados. Le pierde dos pasos y ahora se vuelve a colocar nuevamente a la distancia adecuada para lograr una serie de dos redondos ganándole un paso al toro y remata con una especie de trinchera con cambio de mano para rematar con el pase de pecho sobre la mano izquierda. Gran ovación.
Un natural. El toro se para. Ponce no se mueve. Dos naturales más. Se coloca Ponce. Dos nuevos naturales dando el pecho y remata con una trincherilla y tras cambio de mano remata con el pase de pecho sobre la izquierda. La plaza es un manicomio.
Ponce va por el estoque de matar. Saca al toro fuera de las rayas se va al centro del ruedo y allí con la muleta sobre la mano derecha se va andando muy lentamente en busca del toro, adornándose, gustándose. El toro está con él. Se acerca hasta los dos metros y una vez allí se dobla con él flexionando la rodilla contraria por ambos pitones cerrando al toro hasta las dos rayas, para acabar la faena de la misma forma que la empezó.







En la suerte contraria se perfila y cuando va a matar el toro se le mueve. Ponce no pierde los papeles y prepara concienzudamente la suerte suprema. Logra un estoconazo y el toro cae sin puntilla. Se piden las dos orejas que son concedidas por la presidencia.
José Tomás ha estado viendo, desde una andanada, la faena del que ha vetado para ir delante de él en la Feria de Sevilla. Y visto lo visto, es lógico que no quiera compartir terna, pues Ponce aprieta y mucho.

Sale el tercer toro de la tarde. Se llama “Engreído”, marcado con el número 79 con 491 kilos y negro de capa. Acusa una ligera flojedad de tercio posterior.
Vicente Barrera lo recibe con una serie de seis verónicas que remata con una media sobre el pitón izquierdo.






En el primer encuentro con el piquero, éste se agarra perfectamente arriba. Lo saca el peón y nuevamente lo pone en suerte para que vuelva a agarrarse arriba.Le tapa la salida al toro ante las protestas del público. Barrera ordena a su picador que levante el palo. El toro sale suelto.
Paco Peña coloca un buen par expuesto. El tercero ha de pasar en falso porque le cortó el camino. Es un toro muy distraído. En la nueva entrada al relance deja un palo arriba. Paco Peña aprovecha que el toro está distraído le entra por detrás y clava un buen par. Se desmontera.
Barrera brinda al público.
Comienza por estatuarios en serie de cuatro.







La muleta en la mano derecha sigue por estatuarios en serie de tres que remata con un natural, un molinete, otro natural y un pase de pecho sobre la mano derecha.
Un redondo al que siguen tres más que trata de rematar con el pase de pecho pero el toro comienza a escarbar y no lo permite. El público se impacienta y suenan las primeras palmas de tango.







Barrera le administra una serie de cuatro redondos ligados que remata con el pase de pecho sobre la mano derecha.
Nueva serie de cuatro redondos rematados con el pase de pecho sobre la mano izquierda.







Una trincherilla preciosa da paso a seguir toreando con la muleta sobre la mano derecha toreando por redondos pero el toro no se lo permite ya que se dedica a escarbar sin hacer caso a la muleta del torero.
Lo cierto es que el toro después de decidirse a arrancar continua embistiendo mientras no le retire la muleta de la cara. Barrera que lo observa aprovecha esta circunstancia para lograr dos series de cuatro redondos más que remata con el pase de pecho sobre la mano izquierda.
La muleta en la izquierda para lograr tres naturales más que remata con una trinchera.

Lo ha hecho todo Barrera ante un toro poco colaborador.
Busca la igualada, momento en que el toro comienza a gazapear.
En la suerte natural pinchazo arriba sin soltar. Suena un aviso. El toro comienza a escarbar y barrera tratando de aprovechar un momento en que deja de escarbar entra precipitadamente a matar en el momento en que el toro se arranca y logra a un tiempo una buena estocada suficiente para hacer doblar al toro. Se reproduce la ovación.







Aparecen pañuelos pidiendo la oreja que el presidente Amado Martínez, asesorado por José Manuel Capilla, no concede.

Sale el sexto y último toro de la corrida. Se llama "Voluntarioso", número 124 y 521 kilos de romana que como todos sus hermanos lidiados con anterioridad pertenecen al hierro de Garcigrande.







Sale suelto del primer capotazo de saludo que le administra Vicente Barrera. Lo mismo en los siguientes. El toro se desentiende del capote. En el quinto parece que va a doblar pero lo que hace en realidad es quedarse más corto en el recorrido. Cuando vuelve se para definitivamente como si se hubiera quedado sin carburante propulsor.
Vicente Barrera logra robarle una verónica aun toro que está muy quedado.
Los banderilleros lo llevan al burladero de suerte en espera de la colocación de piqueros.
El toro ha hecho dos cosas extrañas al entrar en el capote del banderillero como si no viera bien.
Con ciertas precauciones tras ver lo realizado al banderillero y no quitándole el capote de la cara Barrera lo lleva al caballo que monta Francisco Javier González. El toro se cuela en uno de las lances por el pitón derecho. El piquero se agarra arriba a pesar de que el toro entró sesgado y rebrincada para seguidamente taparle la salida ante las protestas del público. El toro aprieta mucho hasta el extremo de sacar al caballo fuera de las dos rayas. Barrera ordena a su picador que levante el palo. El piquero deja de apretar pero no levanta la puya de la herida.
Barrera lo prueba con dos capotazos sobre ambos pitones para llevarlo nuevamente al caballo, advirtiendo al piquero que se limite a señalar el puyazo.
Sale Esplá en su quite para dar una media verónica.
Barrera hace señales ostensibles a Presidencia de que el toro no ve bien por el ojo derecho.
Los banderilleros cumplen en su cometido. Mejor Fernando Casanova.
La faena la comienza por alto, a pesar de lo cual en el segundo muletazo el toro clava los pitones en la arena estando a punto de dar la voltereta, que se ha evitado por no llevar fuerza en la embestida. Sigue con pases por arriba aprovechando que el toro va y viene para sacarlo fuera de las dos rayas.









Dos redondos. El toro se para. Toma la distancia el matador. Adelanta la muleta y logra cuatro redondos que tras martinete remata con el pase de pecho sobre la mano derecha el toro vuelve a clavar los pitones en la arena.
Nuevamente se cuela por el pitón derecho y está a punto de echarle mano.









Una serie de cuatro redondos extraordinarios dándole el toque preciso antes de que el toro busque el cuerpo del torero.








Con la muleta en la izquierda logra unos buenos naturales, tras sufrir la colada en el primero, por falta de toque preciso, que remata con el pase de pecho sobre la mano derecha. Un molinete para seguir sobre la mano derecha.
Dos redondos el toro se le para. Vicente Barrera está muy firme con el toro. Tras buscar la distancia un nuevo redondo a un toro que embiste pero sin fuerza. Pierde la muleta, trata de recogerla pero el toro la pisa.
Ha sido una pena que haya sufrido este desarme cuando la faena estaba remontando.
Vicente valiente y encorajinado se va por el toro para continuar por redondos que resultan imperfectamente rematados por que el toro no tiene una velocidad constante.
Una faena valiente de Barrera.
La muleta en la izquierda toreando de frente dando el pecho, dos excelentes naturales. Ha hecho un gran esfuerzo Vicente Barrera.
En la suerte contraria entra resbala la mano sobre el pomo del estoque en el momento del embroque y sale trastabillado cayéndose sobre la arena.
En la suerte contraria cuando va a entrar, el toro se mueve, con lo que tiene que desistir. Suena un aviso.
Entra recto a matar y logra una estocada en toda la yema de la que el toro dobla. El puntillero acierta al segundo intento. Ovación para Barrera que ha de salir al tercio a saludar ya con el capote de paseo sobre el antebrazo izquierdo.

La corrida de Garcigrande adoleció de casta, salvo el quinto que demostró fiereza.

Impresionante el tiro de mulillas que estaba compuesta por dos caballos expectaculares.