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martes, 8 de junio de 2010

EN RECUERDO A UN GANADERO QUE DEJÓ ESTE MENESTER.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

A D. Jaime de Pablo Romero y Cámara, le conocí en la década de los años 90 en la población vallisoletana de Íscar cuando, un servidor de ustedes debido a los pocos veterinarios especialistas en Espectáculos Taurinos, había de multiplicarse en actuaciones por diferentes plazas de toros de la provincia de Valladolid.
Ese día yo formaba parte del equipo veterinario de la plaza de toros y D. Jaime lidiaba una corrida de su hierro.
Tras el reconocimiento de los astados, mi amigo el torero Pepe Salamanca, por entonces veedor de prestigio de numerosas empresas entre las que se encontraba la de Las Ventas de Madrid, tuvo la gentileza de presentármelo.
Nos acompañó, en la tournée cervecera que solíamos hacer hasta la hora de comer, por los distintos y excelentes bares con que cuenta la industriosa ciudad del mueble y los piñones, y en la que en cada establecimiento uno de los componentes es el pagano de lo consumido en rueda rigurosa.
Luego… él se fue a comer con unos amigos que venían desde Madrid a ver la corrida, mientras yo me fui al restaurante de siempre que era el de un hotel frecuentado por taurinos, ya que no me merecía la pena desplazarme hasta Valladolid para tener que estar nuevamente en Íscar pasadas dos horas.
Tras la comida solía jugarme la copita al mus con unos conocidos taurinos que también solían yantar en este lugar, en espera de que llegara la hora de la corrida de toros.
Ese día mi puesto como veterinario no estaba asesorando a Presidencia, por lo que durante la corrida compartí burladero con Jaime de Pablo Romero y Pepe Salamanca dedicándonos a comentar las incidencias de la lidia y muchas de las vicisitudes por la que pasa la cría de ganado bravo. Jaime estaba preocupado al ver como la vacada que heredó de su antecesor Felipe de Pablo Romero quien a base de alquimia con castas como Jijona + Cabrera + Vázquez +Navarra y Gallardo, se estaba viniendo abajo con las caídas y falta de afectividad.
No se debía a la influencia del medio ambiente demasiado húmedo por la proximidad al río Guadiamar, ni a un problema alimenticio pues se alimentan como siempre. Posiblemente fuera un problema de consanguinidad.

Estaba preocupado porque aquellos toros de tantísima bravura, aunque no fuera noblona, y de tanto poder que obligó a poner parapetos encima de las tapias y puertas para que no saltaran, persiguiendo al personal, en los embarques, que fueron vetados por Camará cuando era apoderado de “Manolete”, hora son demasiado tranquilos como han demostrado en el reconocimiento de hoy.
Acabada la corrida le invité si quería acompañarme al salón de actos que el Ayuntamiento ponía a disposición de una Tertulias Taurinas que se celebraban todos los días de feria donde actuaba de moderador mi buen amigo el periodista taurina Pedro Iturralde, y se analizaba lo acontecido durante la corrida. ¡Accedió!
Acomodados en las butacas finales del salón ¡pasé uno de los peores ratos de mi vida! al ver como Jaime soportaba con estoicismo numantino y con educación regia, las críticas despiadadas que mi amigo Pedro, inconsciente de nuestra presencia, hacía de los toros propiedad de mi otro acompañante y ya amigo el ganadero Jaime de Pablo Romero.
¡Sufrí lo que no estaba en los escritos! tratando de que el bueno de Pedro se diera cuenta de mi presencia y sobre todo de quien me acompañaba. Me encontraba “entre dos aguas” al comprender alguno de los razonamientos del periodista respecto a las caídas y poca fuerza de algunos toros que debido a lo grandes que eran, los picadores intimidados habían masacrado en varas, al tiempo que sufría por lo que el ganadero estaba tragando ante las barbaridades que allí se dijeron azuzadas por la brutal, descalificante y agresiva introducción de Pedro Iturralde.
¡Pusieron al ganadero a “caer de un burro”! en medio del regocijo de la concurrencia que se decantó por los toreros.
Finalmente Iturralde pidió el coloquio del público y en ese momento Jaime Pablo Romero con un porte de señor ganadero se levantó y tras pedir a la azafata que le proporcionara el micrófono dijo con tono grave:
- ¡Soy Jaime de Pablo Romero el ganadero de los toros de hoy!
para seguidamente hacer un estudio completo, minucioso y veraz del comportamiento de cada uno de sus toros.
A Pedro Iturralde se le vio decrecer en su silla, mientras Jaime Pablo Romero se fue creciendo en sus matizaciones como ganadero, recibiendo el aplauso de la concurrencia lo que me llenó de satisfacción.
Al final ni un solo reproche al periodista de este señor ganadero.
No he vuelto a ver a Jaime desde entonces. Estuve a punto de verlo en Antequera hace tres años cuando se lidió una corrida de Partido de Resina a la que él asistió según me dijeron, pero le recuerdo como un gran señor ganadero culpable del prestigio que aún conservan sus toros aunque ahora se llamen del Partido de Resina y que ha tenido el detallazo de ceder al Museo Pablo Romero perteneciente al Club Taurino Pablo Romero de la ciudad francesa de Nimes, la documentación histórica de la ganadería así como numerosos enseres y los trofeos cosechados desde la fundación de la ganadería el 8 de abril de 1888.
Amigo Jaime ya no eres ganadero. ¡Que importa! Tú conservas el prestigio sin necesidad de toros bravos que te proporcionen disgustos.
Dedícate a ser feliz.