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domingo, 13 de julio de 2008

LA FERIA PAMPLONICA DEL AÑO 2008.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

No entendemos por qué la feria Taurina de Pamplona “pesa tanto” con su baremo de méritos en el futuro inmediato de los toreros que allí actúan, cuando no reúne las más adecuadas condiciones para figurar en este “tribunal examinador”.
Analicemos con toda escrupulosidad estas condiciones:
El toro:
En Pamplona los regidores de la Casa de Misericordia como organizadores del ciclo, no contratan el toro armónico en cuanto a morfología, según los cánones preconizados por expertos exterioristas, sino que se decantan por el “toraco” fuera de la eumetría y próximo a hipermetría. En una palabra un toro fuera de la tipología propia de la raza de lidia que obliga a la consecución de un milagro para que embista.
La Presidencia:





No es un equipo presidencial preparado al efecto con los cursos correspondientes y las actualizaciones periódicas de criterios, sino que los ediles, tras abrir plaza el primero y máximo mandatario (en este caso su señora alcaldesa la atractiva Yolanda Barcina) van ocupando en días sucesivos el palco en riguroso turno de nombramiento y naturalmente sus desconocimientos taurinos hacen que el asesor taurino cual “sabio de Matusalem” (más sabio por viejo –vivió 969 años- que por sabio) inclina la balanza del lado de su capricho y no de la ecuanimidad.
Naturalmente si el Presidente no funciona convenientemente, difícilmente lo hará su equipo colaborador que cometerá “errores de bulto” en la interpretación del Reglamento taurino cuando surja alguna anormalidad en el desarrollo del espectáculo.
El público:







Indudablemente no se trata mayoritariamente de un público taurino. El público de Pamplona como el de otros lugares de la mitad de España para arriba, vive pendiente de sus encierros – como base de su feria taurina -, de sus recortes a vacas en la mañanas y de asistir con su peña a la plaza por la tarde para aprovechar su abono taurino ferial como colaboración al sostenimiento del Asilo de la Casa de Misericordia y seguir en los tendidos, preferentemente de sol de ese aforo de 20.000 almas, la juerga que comenzó el día del chupinazo ocupándose durante la celebración de la corrida de comer, beber, cantar, moverse, duchar con vino al vecino, divertirse a su manera etc etc, importándole más bien poco lo que un hombre, que indudablemente se juega la vida en el ruedo, haga como torero con el toro.






Luego, cuando los entendidos taurinos de los tendidos de sombra consideran que hay que pedir un trofeo, se suman o se abstienen dependiendo del lugar ocupado en la salida del toro. Pues lo que tienen muy claro es que el cuarto toro es el toro de la merienda y sus manos ocupadas con los bocadillos y la bebida no están en ese momento para entretenerlas en sacar pañuelos en solidaridad con los que han ido a la plaza a ver los méritos de los diestros actuantes.






Sí están proclives a la concesión, cuando hay tragedia en la arena. Porque desde sus ancestros los navarros fueron portadores de ese toreo de apariciones y desapariciones ante toros que embestían de continuo y no dejaban reponerse a quien tenía el valor y osadía de colocarse delante.
Por eso “pasan olímpicamente” –por desconocimiento- de cuando un toro es masacrado en la suerte de varas ocasionándole esa bravura disociada que lleva finalmente a un comportamiento anormal ante el torero y de si un lance o pase está ejecutado “fuera de cacho” porque para ellos el valor es el fundamento de Fiesta.
Yo si les puedo decir que cuando por primera vez asistí a una corrida de toros a la Plaza de Pamplona no me “aclaré” pues el ruido, el movimiento, el olor a comida y las duchas me impidieron concentrarme en la contemplación de la configuración de obra artística que el torero trataba de realizar ante su oponente, y si esto le ocurre a un aficionado, imagínense lo que vivirá un pamplonica a quién lo realizado en el ruedo en ese momento le importa “tres pepinos”.
Los medios de difusión:
Desde hace unas temporadas, una cadena de televisión de pago se ha quedado en exclusiva con los derechos de retransmisión de la denominada Feria del Toro de Pamplona.
Ha desplegado un elevado número de cámaras para tratar de introducir al espectador en el ambiente que se vive en la plaza.
Buscando el aumento de índice de audiencia se ocupa más de promocionar a los colaboradores del director del programa que de lo que verdaderamente ocurre en el ruedo que es por otro lado lo que verdaderamente interesa a quien ha comprado el abono puesto que se presupone es aficionado al arte de los toros.
Un consejito de abonado: Señor director, trate de analizarnos las faenas de manera pormenorizada para que los aficionados aprendamos algo. Háblenos de comportamiento del toro y si no lo sabe contrate a alguien que lo sepa (un veterinario etólogo), pues estamos hartos de escuchar que los “caminos del toro están abiertos” y de lo ricos que están tanto el jamón como el vino que promociona.
No se deben emitir imágenes de los tendidos durante la permanencia de toro y torero en la arena.
Señor realizador: Olvídese de los “amiguetes” del señor daltónico, del que corta el jamón de Jabugo, de las féminas empapadas de vino en sus vestimentas y ofrézcanos el espectáculo taurino en su integridad y deje el "chupe de cámara" para ofrecerlo después de la corrida en ese espacio que titula las imágenes a cámara superlenta, pues cuando se cobra por un abono hay que ofrecer al espectador lo que este demanda y no el capricho de un director de programa.
Los medios de la plaza:






Como ya venimos denunciando las plazas de toros no cuentan con equipos necesarios de anestesia de toros a distancia para el caso de que la devolución a chiqueros resulte demasiado laboriosa.
Abogamos porque en los nuevos Reglamentos Taurinos que, a partir del aprobado por la Comunidad de Andalucía, vayan surgiendo, se incluya un Artículo en el que se obligue a tener bajo el control veterinario un juego de dos cerbatanas con fármacos anestésicos para el caso de tener que utilizarlos.
Resultaron lamentables hechos de dificultad de reintegro de toros a corrales en las plazas de Puerto de Santa María y el último toro de la corrida de Dolores Aguirre en Pamplona, donde se estuvo a punto de transgredir el reglamento al tratar de obligar a un director de lidia para descabellara un toro que había sido devuelto a corrales tras los tres avisos.
¿A que esperamos?
¡No nos importa que nuestra idea se la atribuya un político con tal de que la lleve a afecto!