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miércoles, 6 de febrero de 2008

¡José Tomas ha vuelto!, pero de momento se ha quedado fuera de la Feria de Abril de Sevilla debido tanto; a sus pretensiones económicas; como de ganado y de obstáculo televisivo.
Pero como suponemos que en Madrid si estará, he creído conveniente incluir esta crónica añeja que escribí el año que decidió dejarnos momentáneamente, porque las cosas se repiten con demasiada asiduidad.
¡Va por ustedes!

PRIMERA ACTUACIÓN DE JOSÉ TOMAS EN SAN ISIDRO 2002.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Nadie duda ya a estas alturas, de la morbosidad a que las “gentes taurinas de clavel” han llevado a la Fiesta de los toros. Por eso José Tomás era esperado en Madrid para ver si era capaz de reconciliarse con el “entendido público de las Ventas” tras el “corte de digestión” que, en la temporada anterior, les produjo el hecho de que su ídolo se dejara escapar un toro “vivito y coleando”.
Tampoco dudamos que la tragedia y verdad de la Fiesta haya derivado a ese término “glamouroso” que alguno de allende nuestras fronteras introdujera en nuestra patria a través de una televisión carente de contenido formativo.


Pero esta “morbosidad” al ser analizada de manera pormenorizada, descubre demasiadas cosas:
La primera: que el público (no solo el de Madrid) carece de rigor y de criterio, lo mismo que quienes están encargados de transmitir a los aficionados a los toros, en forma de letras de molde o bien en locuciones radiofónicas, lo acontecido en los distintos festejos celebrados en el orbe taurino.
La segunda: que los organizadores de festejos carecen de la deontología necesaria para ofrecer espectáculos de entidad acorde con lo exigido en taquilla. Y lo mismo ocurre con los toreros, en sus distintas escalas, incapaces de ofrecer lo mejor de su arte y su verdad como tributos de sus enormes emolumentos.
La tercera: que el resto de los “engranajes” de esta “rueda de la farsa” disfrutan de libertad para no ofrecer lo mejor de su “producto” a quienes le proporcionan su pervivencia mediante su aportación en taquilla.
Quienes llenan las localidades de Las Ventas, ya no entienden tanto de toros como se les ha venido suponiendo de siempre, ya que si hacemos honor al refrán de “obras son amores” ahora resulta que han cambiado su “intransigencia” (más o menos buena para la Fiesta), por el “conformismo”, que tampoco la beneficia en nada.
¡La afición más entendida del mundo! Ahora resulta que admite toros sin trapío, al confundir éste con rayas de la romana. También toros descastados que poco pueden aportar para elevar a un torero a la cima de la torería, a la que ellos año tras año, elevan, para luego arrojar al vacío a la temporada siguiente.
Seguramente que ustedes se preguntarán: ¿A que viene todo este preámbulo? Pero no se preocupen que ahora voy a aclarar todo. Síganme:
“Mis ocupaciones profesionales me impidieron ver, tanto en la plaza como por televisión de pago, la faena protagonizada por José Tomás en su segundo colaborador de la corrida isidril del día 21 de mayo. Circunstancia por la que no he tenido más remedio que hacerme un juicio de la misma, por el medio que utilizan todos aquellos aficionados que han de regirse por lo leído o escuchado, en pluma o en boca, de los críticos taurinos.
Y por esta causa he entrado, una vez más, en el análisis de ese “caos” al que ciertos informadores nos llevan. Primero, como consecuencia de no ponerse de acuerdo entre ellos para opinar con el mismo criterio crítico sobre la actuación de un determinado torero en la misma corrida que ellos han visionado y, segundo, como consecuencia de decantarse de un lado u otro, según vengan las ventajas deducibles.
¡Carecen de objetividad! ¿Quizás por no haber bebido de las mismas fuentes del saber? O ¿tal vez porque la crítica taurina requiere una amplia serie de conocimientos imposibles de impartir en la Facultad de Ciencias de la Información? Pues…se puede haber sido un “divino”, rebasando con creces las notas medias de cada asignatura, pero es que para saber ver toros lo ideal es conjugar una serie de carreras universitarias con algún que otro oficio para poder ser un profundo conocedor del toro como protagonista principal de la Fiesta.

Es ABSOLUTAMENTE IMPRESCINDIBLE conocer su encaste, fenotipo, patrón de conducta y de comportamiento así como tener una IDEA EXACTA de los cánones del toreo, denominación y ejecución de las distintas suertes, para aunándolas en una compenetración total, estar en condiciones de valorar positivamente lo bien realizado y frente a quien, a la vez que restar méritos a todo lo que desluce o desmerece los capotazos o muletazos (falta de enemigo, enganchones, situación “fuera de cacho” supresión de algún tiempo, falta de remate al sitio ideal, ausencia de ligazón por falta de mando), lidia realizada a su oponente.
Y finalmente, reivindicación de la suerte de matar como la “suerte suprema” que siempre fue, exigiendo la realización de los tiempos de ejecución y valorando convenientemente la entrada, colocación de la espada, embroque y salida del mismo.
Y para ello hay que seguir lo que en el resto de las profesiones –y sobre todo en las científicas- se ha puesto de moda por necesario y conocido, con el nombre de PROTOCOLO para conseguir los fines apetecidos del éxito con toda objetividad. Así se estará en condiciones de transmitir los conocimientos a quienes esperan, a la vez que aprender algo, recrearse con una crítica objetiva y por ende veraz, que puede ser además florida por vistosa.
El valor de cuanto se hace, generalmente viene determinado por la dificultad que su realización encierra. Y en el caso de la fiesta de los toros, es este animal sin par, quien con su bravura encerrada dentro de su tamaño, proporciones y defensas, actúa como patrón de medida para la valoración de lo realizado ante él en ese engaño, que con el riesgo de la vida, supone la realización del toreo.
Y estos principios básicos son los que han de tener en cuenta, quienes se dedican a la sagrada misión de informar. Por eso cuando uno lee como un crítico con talla estimada como suficiente para sustituir a otro con carisma dice de la faena de José Tomás frases como:
“José Tomás cortó las dos orejas al quinto de la tarde y se lo llevaron a hombros de la puerta grande. Muy bien” (sic).
Y sigue con. “Desde el quite ajustadísimo por gaoneras en el primer toro de Rivera hasta la gran estocada final a su segundo, su labor estuvo impregnada de la búsqueda constante del triunfo” (sic).
Para continuar con: “Esforzado ante su primero, una birria de toro, se vació en el otro, inválido, manso y que no fue picado, en una faena de empaque y prestancia, templadísima, propia de un privilegiado” (sic)
Seguidamente narra pormenorizadamente la faena realizada, para acabar con:
“Y todo con el aroma del toreo más lento, más íntimo y profundo” (sic).
Pero en ese momento debió escuchar las protestas de esos aficionados que menciona y su falta de rigor y criterio le traiciona para decir:
“Una vergüenza. Un despropósito. ¡Cómo se atreve a venir a Madrid la primera figura del toreo con semejante ganado. Es una afrenta corte las orejas que corte. Las cortó, pues muy bien, pero el toro es otra cosa” (sic)
¿En qué quedamos Sr. Lorca? Nos está volviendo locos al tiempo que descubrimos que no es muy digno sucesor de quien fue su maestro, al que siempre reconocimos que había asimilado los fundamentos del toreo. ¡No debe cambiar varias veces de idea a lo largo de una crónica, pues se lía y nos lía a todos!, y eso nos lleva a no darle credibilidad.


Nunca hemos abogado por el “toro armario” que no deja de ser una fluctuación hasta teratológica del tamaño, pues sabemos de la EUMETRIA del toro de lidia, donde el volumen medio es la combinación óptima de la superficie y de la masa. También de sus proporciones MEDIALÍNEAS donde se relacionan los diámetros de longitud con los de espesor con variaciones en el mismo sentido. Pero de eso a lo que está saliendo por los chiqueros de la primera plaza del mundo…?????.
Total que después de leer a varios cronistas nos quedaremos con las ganas de saber si José Tomás estuvo bien, mal, regular o…no estuvo.
Pues la información “boca a boca” que nos han dado los que vieron la corrida por la televisión de pago, tampoco nos merece credibilidad por la disparidad de criterios, en personas que siguen criterios de los comentaristas de turno.
Luego…estamos y seguiremos estando…apañados
.
-EL SIMBOLISMO DEL TRES-

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Tres buenos aficionados, estaban frente a los tres huecos, con forma de arco de las taquillas, en cuya parte superior había tres rótulos que rezaban: sombra, sol, y sol y sombra. Estaban a la espera de sacar tres entradas para presenciar la corrida de la tarde que, en aquél mes de marzo (tres del calendario)
daba comienzo a la no muy taurina hora de las tres de la tarde.
El cartel tenía por terna a los tres novilleros del momento, que con sus tres cuadrillas, compuestas por tres subalternos banderilleros, iban a efectuar el paseíllo, saliendo por una de las tres puertas (cuadrillas, desolladero y chiquero) con que contaba la plaza, para rendir pleitesía a esa Presidencia integrada por tres hombres (presidente, asesor taurino y asesor veterinario) de los cuales uno de ellos dirigiría la lidia en el coso integrado por tres espacios bien delimitados (ruedo, tendido y gradas) en uno de los cuales, y sobre la arena, en una imagen etérea, están señalados los tres círculos concéntricos y superpuestos que se van a denominar medios, tercios y tablas y, donde en tres partes sin solución de continuidad, pero bien diferenciadas (tercios), van a realizar tres quites pintureros, los tres matadores como remate a las tres varas que, como algo excepcional, había recibido el novillo de tres años.
Quites, que irán seguidos de tres pares de banderillas, puestas de tres formas de ejecución distintas (de poder a poder, al quiebro y al relance) por los tres novilleros actuantes, que habían librado así, de pasar apuros a los tres banderilleros de la cuadrilla del primer espada.
Tras una faena en la que destacaron tres naturales superiores, el matador remató la faena con una estocada al volapié, que es una de las tres formas que de ejecutar la suerte suprema, existen.
Y tras recibir tres trofeos (las dos orejas y el rabo) concedidas tras tres apariciones del albo señuelo en la mano del presidente del festejo, dio paso al segundo de la terna, que tras acabar su faena, fue premiado con la vuelta al ruedo, que es uno de los tres premios menores que con los otros dos, ovación y salida a saludar a los medios, se reconocen las buenas cosas realizadas a el astado que, finalmente, es arrastrado por tres mulillas hasta el desolladero.
Pues bien, uno de estos tres aficionados es D. Emilio Casares Herrero personaje que está marcado por el simbolismo del tres; al haber tenido tres amores en su vida, representados por: su familia, su enseñanza y sus toros, al haber vivido en tres casas dónde el número tres estaba representado: treinta (tres por diez) de la calle Gamazo, treinta y tres de la calle Montero Calvo y tres de la Plaza de Poniente.

Pertenecer, como feligrés, a tres parroquias distintas, Filipinos, Nuestra Señora de la Asunción y San Benito.
Qué fue nominado con el número tres como alumno interno de bachillerato en el Colegio San José.
El mismo número, el tres que correspondía a la ventana del café Royalty, donde, por la mañana, hacía tertulia con sus tres amigos de siempre (Pedro Molina, Antonio Aceves y Moreno), y al mediodía con otros tres personajes, cual eran: Pedro Carreño (El de Tanda), crítico taurino del “Norte de Castilla”, “Manolete” que era, a su vez , mago de tres cosas (tipómetros, cíceros y tipos) y Santiago Córdoba, caricaturista extraordinario, en unos años que estaban marcados por el número tres, mil novecientos (tres por tres más dos ceros) treinta ( tres por diez) y uno al treinta ( tres por diez) y seis ( tres más tres).
Ese mismo número el tres que representaba a los tres vallisoletanos que acudían a la tertulia del bar Kutz, Valentín Bejarano, Fernando Domínguez y Pacomio Peribañez .
Tertulia que, en la noche, contaba con la asistencia de tres personajes taurinos extraordinarios cual eran: Valentín Bejarano, José María Cossío y Antonio Díaz Cañabate.
Número tres representativo de los tres diarios en que, durante su estancia en Madrid, enviaba crónicas D. Emilio ( “Regional” de Valladolid, “Norte de Castilla”,también de Valladolid y “Adelanto” de Salamanca).
El número de las tres pesetas que representaba la cuota de socio número tres del Club taurino “Fernando Domínguez”, diestro que tomó al alternativa un 18 (cifra formada al multiplicar el tres por el seis ( tres + tres) del mes tres del año mil novecientos treinta y tres.
D. Emilio sirvió a la Patria, en el Grupo de Información de Artillería número tres , algo antes de realizar su carrera en la que alcanzó los tres grados a que se puede acceder ( Perito, Profesor e Intendente).
Estudió tres idiomas (francés, inglés y alemán) en el primero de los cuales, tras dedicarse a al enseñanza, desempeñó los tres cargos de Ayudante, Auxiliar y Catedrático y, una vez como tal, en su Escuela alcanzó los tres puestos de secretario, vicedirector y director.
Tras contraer matrimonio un día tres del mes de mayo de mil novecientos(tres por tres más dos ceros) cuarenta y tres, con posterioridad ha pasado por los tres estados que una persona puede tener: soltero, casado y viudo .
Poseedor de un museo taurino en la villa vallisoletana de Viana de Cega, que consta de tres salas (pinacoteca, biblioteca y escaparate), donde está ordenado todo lo coleccionado en tres tipos de documentos (legajos, carpetas e índices) y donde duermen en reposadas perchas, los tres tipos de carteles (murales, escaparate y banderillas) que confeccionados en tres materiales diferentes (papel, seda o raso) recuerdan acontecimientos taurinos, a veces, importantes.
Escritor taurino que tiene tres libros publicados: “Estudio del toro de lidia” publicado en un año con el tres ( 1935), “El toreo y la torería”, que es el cuaderno número 12 (tres por cuatro) cuyas cifras sumadas dan otro tres, e “Historia de la plaza de toros de Valladolid”.
Otros tres libros pendientes de publicación: “Toros y toreros” con varios treses en los años que representan 1936, 37 y 38, “Valladolid en la historia taurina” y “Efemérides taurinas”. Valladolid 1890-1990.
Finalmente ha podido ver realizado los tres sueños de todo mortal, cual son: tener un hijo (él tuvo dos, Emilio y María José), escribir un libro ( Historia de la plaza de toros de Valladolid) y plantar un árbol ( más de uno ha plantado en su chalet museo de Viana de Cega).
Y como D. Emilio es un gran amigo mío y excelente persona, he querido en sus más de 90 años (otra vez tres por tres) rendirle este homenaje de respeto, para confeccionar el cual he tenido que esperar más tres años sonsacándole cosas y fechas sin que se diera cuenta en las más de milochocientas ( tres por seis más dos ceros) tertulias que hemos mantenido diariamente en la Granja Terra de Valladolid, para hoy brindárselo con todo mi respeto y cariño.
¡Va por usted, Don Emilio!