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miércoles, 8 de enero de 2014

LA MONUMENTAL DE LAS VENTAS.



LA MONUMENTAL DE LAS VENTAS.-
La construcción de la plaza se debe a la iniciativa de “Joselito” José Gómez “Gallito” junto a la de su amigo el arquitecto José Espelius y Anduaga quien también fue autor de los planos del Ministerio de Marina de Madrid.
José Espelius era un gran aficionado que estaba abonado  a un balconcillo de la grada 9 de la desaparecida plaza de Felipe II. Bombista acérrimo, defensor del arte y valor de Ricardo Torres y por lo tanto enemigo taurómaco de Rafael “El Gallo” que era el rival por entonces del diestro de Tomares.
Cómo era un gran aficionado, nada más darse de baja del escalafón taurino “Bombita”, se dio de alta en las filas de “Joselito” al considerar a este torero como una continuación corregida y aumentada de Ricardo.
Un día fueron presentados en un hotel de San Sebastián por el empresario donostiarra Sabino Ucelayeta y desde entonces los dos Pepes, se profesaron sincera amistad.
Era empresario del viejo coso madrileño el bilbaíno D. Julián Echevarría “Julianón” y “Joselito” siempre se
lamentaba de la escasa capacidad del coso que no permitía la asistencia a las corridas de las clases modestas. Causa por la que continuamente estuviera lanzando misivas al arquitecto para que éste se hiciera eco en su idea de construir una nueva plaza de toros.
Hubo discusiones entre ellos porque Espelius abogaba por una ampliación de la vieja plaza mientras “Joselito” insistía en:
“Nada, nada, don José ¡Hay que  “haser” en Madrid una “plasa monumentá”, y esa plasa la tengo que inaugurar yo!”
Ante las dificultades que el arquitecto planteaba, “Joselito” le decía:
¡Pues es “usté” un mal “afisionao” y no quiere ser amigo mío!
En al año 1918, hallábase “Joselito” con Isidro Amorós en su casa  de la calle Arrieta, cuando se presentó todo alborozado José Espeliu y le dijo a “Joselito”:
-Oye José. ¡Te vas a salir con la tuya! ¡Madrid va a tener una plaza como la que tú quieres, monumental!
“Joselito” al tiempo que saltaba de alegría dijo:
- ¿Qué me dice usté?
-Que unos amigos míos tienen el propósito de constituirse en sociedad para explotar como empresa el negocio taurino al finalizar el contrato que tiene celebrado Echevarría con la Diputación Provincial ofreciendo a esta, a cambio de la actual plaza, otra como la que tú deseas, pues tu idea  les ha parecido estupenda.
Y desde ese momento, ambos se reunían para estudiar proyectos y examinarlos detenidamente. Se discutió el emplazamiento, acordándose fuera construida el final del Paseo de la Castellana. Se celebraron continuas conferencias con el ceramista Guijo, estando presente en alguna el apoderado de “Joselito”, don Manuel Pineda.
Y llegamos al año 1919 y al día 28 de junio en que ante la Corporación Provincial, se presenta una instancia firmada por al arquitecto D. José Espelius y Anduaga acompañada de una memoria, planos y presupuesto para construir una plaza de toros monumental en terrenos situados no en la Castellana, sino en la parte izquierda  final de la calle de Alcalá que ocupaba una superficie de 800.000 pies  cuadrados  y que era propiedad de D. Manuel Padrillo.
En la memoria se dedicaba un respetuoso recuerdo a los arquitectos D. Lorenzo Álvarez Crapa y D. Emilio Rodríguez Ayuso autores de la plaza aún existente y se hacía constar que el nuevo edificio conservaría igual estilo arquitectónico que el de la plaza que iba a desaparecer.
Accedió la Diputación a las pretensiones del arquitecto Espeliu y éste subrogó todos sus derechos a favor de la Sociedad Anónima Nueva Plaza de Toros de Madrid, y cuando esta venía ya explotando la vieja, siendo consejero delegado el arquitecto, se formalizó entre el organismo oficial y la expresada sociedad una  escritura ante el notario D. Alejandro Arizcun y Moreno, comprometiéndose  la última a construir la monumental plaza a cambio de explotarla durante 50 años.
Ocurría esto el 6 de agosto de 1921 cuando ya “Joselito” había fallecido el año anterior. En la mañana del 19 de marzo del año 1922 se celebró en el día del santo de “Joselito” el acto de colocación de la primera piedra. Las obras comenzaron en el año 1920 y terminaron diez años después.
Los obreros dirigidos por el maestro constructor D. Andrés Blanco cavaron un hoyo de metro y medio de profundidad en el  centro del proyectado redondel y allí se enterró una copia del acta levantada en unión de los diarios que se habían ocupado del suceso. Estaban presentes el arquitecto Espelius (que también murió antes de ver terminada la plaza) el gerente de la sociedad D. Federico Blanco y el abogado de la entidad D. Gregorio Fraile.
Cuando murió el arquitecto Espelius le sucedió en la dirección de las obras el también arquitecto D. Manuel Muñoz Monasterio que acabó la plaza por un montante económico de 12 millones de pesetas.
La inauguración de la Monumental de Las Ventas a pesar de que figura en la fecha del 24 de octubre de 1934, la verdad es la siguiente:
Fue inaugurada el día 17 de junio de 1931, año en que la plaza se encontraba en condiciones de abrir sus puertas pero con el inconveniente del acceso hasta la plaza. Tras gestiones laboriosas se subsanaron las dificultades. En el palco de autoridades estaba D. Niceto Alcalá Zamora, presidente de la República.
El cartel fue el siguiente:

Espadas actuantes.                                                              Ganadería del toro lidiado.                       
Diego Mazquiarán "Fortuna"                                                 Juan Pedro Domecq (Veragua) Jerez.
Marcial Lalanda.                                                                   Julián Fernández (V Martínez) Colmenar. 
Nicanor Villalta.                                                                     Manuel García (Aleas) Colmenar.  
Fausto Barajas.                                                                     Concha y Sierra. Sevilla.          
Luis Fuentes Bejarano                                                           Graciliano P Tabernero Salamanca  
Vicente Barrera                                                                     Sánchez de Coquilla Salamanca 
Fermín Espinosa "Armillita chico"                                           Agustín de Mendoza Zafra (Badajoz) 
Manuel Mejías "BIenvenida"                                                    Indalecio García Córdoba
                                                                                                                                                                   
                                                      
Tanto toreros como ganaderos contribuyeron sin cobrar.
El primer toro que piso el ruedo fue “Hortelano” de Domecq.

El tercero que correspondió a Villalta fue devuelto al desriñonarse tras derrotar sobre un capote caído. Le sustituyó uno de Moreno López de Villena.
El séptimo de “Armillita” fue sustituido  por otro de Villena.
El primer toro fogueado fue  el de “Bienvenida” de nombre “Milagroso”.
El primer capotazo lo dio Morato que también puso el primer par de banderillas.
La primera vara la propinó Anguita.
El primer presidente de corrida fue D. Pedro Rico Alcalde de Madrid, asesorado por “Guerrita”, Fuentes, “Bombita”, “Machaquito”, Vicente Pastor y “Bienvenida”.    

LOS TOROS EN MADRID.



LOS TOROS EN MADRID.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Desde incluso antes de ser Madrid Cortes de las Españas, fue una ciudad de las consideradas como de mayor tradición taurina.
En el año 1418 entra en la Villa el rey Juan II y para agasajarlo el Concejo levantó una plaza cuadrada de madera entre las puertas de La Vega y de Segovia en la que el rey mató un novillo con puntilla.
Al año siguiente cuando, las Cortes Generales reunidas en el Alcázar le declaran mayor de edad, se erige una plaza  en el Campo del Rey (hoy Jardines de Sabatini) donde amparado por D. Álvaro de Luna y el conde de Benavente el rey alanceó un toro.
En el año 1442 tanto por el nacimiento como por la jura de Dª Juana la “Beltraneja” se celebraron corridas en el Soto de Luzón.
En una de las estancias del rey Enrique IV en Madrid en el año 1463, se dio una fiesta de toros en el Campo del Moro en honor del embajador  del duque de Bretaña donde alancearon toros la flor y nata de los caballeros.
Cuando acabaron la lucha con la “Beltraneja”, los Reyes Católicos vinieron a Madrid y la villa les obsequió con una Fiesta de toros y cañas en la plazuela de San Andrés y en los últimos días del mes de enero del año 1493 D. Álvaro García Diez de Rivadeneira, que fue maestresala del rey Enrique IV, les dio una fiesta de toros y cañas en una plaza que mandó construir en el Prado de San Jerónimo.
Al siglo siguiente y en el reinado de Carlos V las primeras corridas de toros tuvieron lugar en el año 1528 en el Campo del Moro en una de las cuales el rey quebró tres lanzas, concretamente en la celebrada el día 20 de abril en la que se celebraba la jura de Felipe II como Príncipe de Asturias.
En el año 1562 apenas establecida la Corte en Madrid, Felipe II en el mes de junio dio una corrida  en la plaza del Arrabal (actual plaza Mayor) a la que asistió el rey con su esposa Isabel de Valois.
La jura de los tres hijos de Felipe II, fueron festejadas con toros. En la de D. Fernando en 1573, se corrieron toros  en el Prado de San Jerónimo. Lo mismo en la jura  del príncipe D. Diego Félix. Y el 12 de noviembre de 1584 también hubo toros en el prado de San Jerónimo con motivo de la jura de Felipe III en la iglesia de los Jerónimos. En esta corrida se lucieron los caballeros rejoneadores.
Durante el reinado de Felipe III hubo muchas corridas de toros. Comenzaron en 1599 con la entrada de su esposa Dª Margarita. En este reinado se concluyó la reforma de la Plaza Mayor  y así se encontró un lugar fijo donde celebrar las suntuosas corridas de toros. Con su aforo de 50.000 espectadores permitía que acudieran a ella los muchos aficionados.
En el año 1623, siendo rey de España Felipe IV,  se celebraron importantes corridas  en honor del príncipe de Gales, así cómo en el año 1629 con motivo del nacimiento  del príncipe Baltasar Carlos.
Pero aparte de las corridas reales, todos los años se celebraban en la Villa y Corte las llamadas corridas ordinarias  que eran costeadas por el Ayuntamiento y que festejaban al Patrón San Isidro, a San Juan y a Santa Ana.
Cuando se concluyó la plaza de toros del Buen Retiro se dieron en ella muchos festejos siendo las primeras corridas las de los días 5, 6 y 11 de diciembre del año 1633 con motivo del nacimiento del príncipe Fernando sobrino del Monarca.
En los tiempos de Carlos II se inauguran las corridas con la celebrada en la Plaza Mayor el día 7 de febrero de 1680 con motivo del cumpleaños de la reina María Luisa, en la que destacaron como rejoneadores el duque de Medina-Sidonia  y el de Zea  que mataron respectivamente dos y un toro de otros tantos rejonazos. Merecen especial mención las celebradas con motivo del segundo matrimonio del último de los Austrias y la función de toros dada en una plaza del Palacio del Buen Retiro llamada del Juego de la Pelota.
En el reinado del primer Borbón, también se dieron festejos taurinos tanto en el Buen Retiro como en la Plaza Mayor.
Cómo Felipe V era poco amigo de esta clase de festejos y rehusara presenciarlos, los nobles abandonaron casi completamente el ejercicio del toreo siendo sustituidos por los toreadores del pueblo. El advenimiento de hidalgüelos asalariados  para rejonear y de vaqueros del campo andaluz para picar con vara larga, dio lugar a la transformación de las corridas que pasaron de ser motivo de fiestas conmemorativas de algún acontecimiento político o cortesano a celebrarse con frecuencia regular. Por este motivo el rey Felipe V autorizó el levantamiento de una plaza de madera  cerca de la puerta de Alcalá. Y en ese mismo sitio mandó construir el rey Fernando VI (a sus expensas) una plaza que fue inaugurada en el año 1749, regalada para el sostenimiento de los hospitales madrileños y que duró 125 años.
En tiempos del rey Carlos III, éste monarca autorizó dos festejos en la Plaza Mayor: uno con motivo de su entrada pública en diciembre de 1760 y otra en septiembre de 1764 con la llegada de su nuera María Luisa de Parma.

Durante el reinado de Carlos IV se celebraron las siguientes funciones reales: en 1789 por la exaltación al trono del propio Carlos IV y en el año 1803  corrida en la Plaza Mayor con motivo del matrimonio del príncipe, después Fernando VII.
Las funciones reales de toros de los Borbones diferían en algunos aspectos de las realizadas en tiempos de los Austrias: ya no rejoneaban los nobles sino que se erigían en padrinos de los hidalgos que toreaban a caballo y como peones o "chulos" no les ayudaban hombres anónimos sino los espadas más famosos de cada época.
Lo mismo sucedió en las últimas funciones reales efectuadas en la Plaza Mayor: los días 16 y 17 de octubre de 1846 con motivo de las bodas de Isabel II en las que actuaron como chulos los espadas “El Morenillo”, “El Chiclanero”, Juan León y Francisco Montes.
Aunque por algún tiempo los picadores fueron los protagonistas de la Fiesta de los Toros, pronto cedieron su importancia a favor de los matadores tales como: Melchor Calderón, “Lorencillo”, “Martincho”  José Cándido y  las tres grandes figuras de la Tauromaquia  del  último tercio del siglo XVIII: “Costillares”, Pedro Romero y “Pepe Hillo”.
En Madrid  debido a la pasividad de un rey tuvo lugar la transformación de las corridas de toros y cómo la plaza más importante del mundo que es, ha sido y es escenario de las proezas de los diestros y del perfeccionamiento de su arte tan español como es el de lidiar toros.