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viernes, 25 de enero de 2008

NI EL 13 ES TAN MALO…NI ES ORO TODO LO QUE RELUCE.


Por LUIS ALONSO HERNANDEZ. Veterinario y escritor.

Ocurrió en el coso del Paseo de Zorrilla de Valladolid. Era un 13 de septiembre, pero viernes, y.. sabíamos, por haberlos visto en dos ocasiones anteriores en esa temporada, que los toros de “El Torreón” (aunque con las fuerzas justitas, consecuencia de esa selección llevada a dejar a los toros en ese “filo de la navaja” que separa la bravura de la mansedumbre) embisten con suavidad sedosa. De ahí nuestra certeza que sería la “corrida estrella” de San Lorenzo 2002.
Y si bien en la suerte de varas, solamente apretó (aunque lo justito) “Palatino” el cuarto de la tarde, los toros “juanpedrinos” cumplieron en el tercio para el que su creador convirtió en los “toros artistas”. Tercio, que no es otro, que el que propicia el triunfo de los toreros, ¡el tercio de muleta! Allí, con candidez desesperante para aficionados, enervaron a los espectadores con sus idas y venidas a los cites de los muleteros, en medio de una locura colectiva que obligó al presidente del festejo a “regalar algún que otro trofeo” lo que finalmente propició la salida del terno en volandas por la “puerta grande” que en este coso no difiere de las multiples con las que cuenta.
¿Cómo estuvieron los de indumentaria en “oro”?. Pues... bien ante “bureles chochones” y sin fuerza, y a los que mataron…a la última. Pero la gente, como ahora se dice, “salió toreando” y a la postre, la Feria se vino arriba y… todos tan contentos.
PONCE comenzó y continuó sus faenas como siempre a base de derechazos, posturas, inhibiciones de naturales, “pico, mucho pico de muleta”, pases del “cartucho de pescao” (solo en la preparación) dados al final de la faena (que ya carecen de emoción) emulando al "Litri" quien los daba cuando el toro tenía brío y…¡apoteosis final en el cuarto de la tarde! en faena de 15 minutos que el presidente obvió y al que equivocó los terrenos a la hora de ejecutar la antes considerada como “suerte suprema”.
JOSE TOMAS toreó en ese sitio, que él solamente pisa, donde los toros le quitan en cada lance hilos de oro de los bordados de su taleguilla ayer en verde botella y oro. Color nada favorable a su “look”. Planteó la faena a base de naturales ¡como debe ser! Pues los redondos para él son complemento y nunca base de faena. A su segundo le propinó un “espadazo” pero al segundo intento. El único “pero” el hacer el “paseíllo por libre”, adelantándose “tres pueblos” (como ahora se dice) al resto de la comitiva.
LEANDRO MARCOS demostró sus progresos y también sus carencias. Es torero a tener en cuenta, pues ayer no desentonó ante estos dos “monstruos sagrados”. Hay que atribuirle la mejor estocada de la tarde (también al segundo intento para no desentonar) cuando su peón de confianza le abrió los ojos en el terreno a ejecutarla.
Y ahora una de las lecciones que más me gustó de la tarde. Lo que suele pasar desapercibido a el público asistente, pero importante para quienes degustamos de lo bien hecho. “No es oro todo lo que reluce” pues al lado de los auríferos, uno hombre vestido de plata por su condición de subalterno, estuvo en torero toda la tarde. Todo lo hizo bien. Lidió a su primer toro que era el tercero de la corrida con precisión, temple exquisito y sin molestarle. Por delante ¡Como hay que hacerlo! Estuvo pendiente de la salida de sus compañeros al parear. En el 6º banderilleó en dos pares asomándose al balcón donde eclipsó a sus compañeros banderilleros de otras cuadrillas y solo la cicatería (tal vez por nerviosismo) de su “jefe de filas” le impidió, al no autorizarlo, desmonterarse y con ello, tal vez, quitarle el trofeo al mejor subalterno de la feria.

Finalmente y, a pesar de lo referido, el argéntico le pagó bien por mal; cuando le quitó en la cogida, le sacó con habilidad, rapidez y riesgo el estoque mal colocado que propició la segunda entrada y la estocada contundente y perfecta, que le propició el triunfo a quien cuando iba “en volandas” camino de la puerta grande, le quitó las zapatillas en un detalle más de estar en todo momento pendiente de quien le lleva de 1º en su cuadrilla.
¡Ojo a este banderillero “Juanín” para los amigos, y Juan Bautista Martín Soto para quienes deseen degustar lo bueno que hace un subalterno que además….es de Valladolid.
A VUELTAS CON "CARGAR LA SUERTE"

LUIS ALONSO HERNANDEZ. Veterinario y escritor.

La realización de una suerte del toreo empieza en el momento en que el diestro “llama la atención del toro” y termina cuando “la remata”.
Esto que es un todo continuo, tiene unos tiempos que según la "Teoría del Toreo" de D. Amós Salvador, son tres y a los que bautizó en orden cronológico como: CITAR, CARGAR LA SUERTE y REMATARLA.
Hay un tiempo, "el del centro", que corresponde al de CARGAR LA SUERTE en el que no siempre los conceptos están claros, cuando por definición estriba en que: “una vez arrancado el toro, no hay más remedio que desviarle en su trayectoria para quitarle del cuerpo del lidiador, para “echarle fuera”, señalándole un terreno y una salida”. Seguidamente habrá que dejarlo a la distancia más conveniente para iniciar la nueva suerte".
Hemos de tener en cuenta que: “cuando los tres tiempos no se señalan ni observan en toda clase de lances, la suerte está mal hecha y ya no es ni eficaz, ni elegante, ni clásica”
Este tiempo central ha variado con la evolución del toreo, pero por ser el centro y culminación de la suerte, en la actualidad tiene mayores exigencias técnicas y estéticas que nunca.
En el momento del “embroque” es cuando es preciso desviar al toro de su dirección para que no haya cogida, y esto se consigue: “jugando los brazos pero con la participación y colaboración de todo el cuerpo”.
Hasta aquí los conceptos estaban más o menos claros, pero aparece un libro titulado “Los arquitectos del toreo moderno” escrito por José Alameda y allí da una lección teórica sobre el tiempo CARGAR LA SUERTE.
Comienza diciendo que: “al ser el tiempo central de la suerte viene solo por el mero hecho de ejecutar la suerte” lo que nos hace deducir que: “UN PASE POR EL MERO HECHO DE DARLO VA CON SU “SUERTE CARGADA””.
Para Alameda “cargar la suerte” es “el movimiento de adelantar el brazo, o los brazos, y por ende, el engaño, al llegar al centro de ella, para lo cual el movimiento fundamental ha de ser el de los brazos mismos; y el primer movimiento coadyuvante –en orden de necesidad -, el de cintura; quedando el de piernas, o apertura de compás, en tercer término”.
Naturalmente que sabemos (hasta ahí si llegamos), Sr. Alameda, que “cargar la suerte” no es espatarrarse. Pero…para adelantar los brazos con arte ¿no es más artística la acción si se hace más natural con la colaboración de adelantar la pierna contraria ganando terreno y así hacer más fácil el cambio de trayectoria del toro para que no arrolle al diestro ejecutor?
Pero parece ser que: “la suerte se extiende menos, se alarga menos, se carga menos cuando la pierna contraria se adelanta” porque según el Sr. Alameda la pierna adelante en principio desplaza la embestida del toro hacia fuera, lo que la acorta máxime cuando, como ahora, el muletero termina por rematar el pase hacia adentro.
La verdad es que tras leer las teorías de Alameda, me he liado del todo en la cuestión de “cargar la suerte”, por lo que he recurrido a los conceptos que sobre esta teoría tienen diestros tan importantes como “Antoñete” o ManoloVázquez, expertos en naturales.

El natural para Antonio Chenel “Antoñete”, es el pase más puro y fundamental, dice de él: “en él hay que avanzar la pierna contraria, dar el pecho al toro, adelantar la muleta y, finalmente hasta detrás lo más despacio posible".
“La mano no debe ir baja en exceso, sino en lo justo para conducir la embestida atrás y rematar el muletazo quedándole colocado para que surja el segundo pase”
“El compás abierto (las piernas abiertas lo justo) y el medio pecho por delante. Al echar la pierna adelante cargar el peso del cuerpo en el muslo izquierdo, peso que antes, en el cite estaba descargado sobre el derecho. Circunstancia esta que te obliga a “meter los riñones””.
“En el muletazo natural, la suerte se carga en el juego de movimientos al ir pasando el peso del cuerpo de una pierna a otra. El momento justo es cuando se embarca al toro y, el torero, girando su cintura, cambia la pierna de apoyo”.
Termina diciendo que: “todo esto surge como consecuencia de saber aplicar la distancia: el darle mucho aire a los toros, porque cada animal tiene la suya que te la marca muy claramente”.

El natural para Manolo Vázquez que creó el pase natural de frente, se basa en la colocación y la distancia. Habla de los tres tiempos que él denomina cómo: traer al animal, llevarle toreado y vaciarle.
Y el lance le realiza de la manera siguiente:
“Colocarse de frente, dando el pecho, para poder echarle al toro la muleta y vaciarlo con un suave giro de muñeca, de cintura, del pecho y sobre todo con sentimiento”.
“Al toro hay que vaciarlo detrás, no en línea recta, sino describiendo una semicircunferencia en la que se obliga a que el toro gire y se enrosque alrededor de uno”.
“Para él la suerte se hace con el pecho, la cintura y los brazos, pero en absoluto adelantado siempre la pierna”.
“Al toro se le empieza a vaciar aproximadamente a la mitad del muletazo, con suavidad, temple y acompasado movimiento de muñeca. El brazo sirve para traerse al toro pero no para rematar el pase, porque hay un momento en que éste no da más de sí y debe ser la muñeca la que adquiera un papel protagonista”
“Al toro hay que embarcarle con el pico – lo que no quiere decir que se esté metiendo el pico- para luego llevarle con la panza y finalmente rematar el muletazo detrás otra vez con el pico”.
También he querido contrastar la opinión de un gran capotero cual fue Manolo Escudero quien dice:
“En ejecución de este lance hay tres tiempos que son: parar, templar y mandar. Para parar no hay que esperar que el toro llegue a nuestra jurisdicción, a nuestras piernas, porque entonces ya no se puede parar, ni templar y menos mandar”
Nada habla de “cargar la suerte”.
Y como sigo sin tener la ideas claras recurrí a los dos textos sagrados tenidos por tal por los puristas de siempre: “El Arte del toreo” de Domingo Ortega y a ¿Qué es torear” de Gregorio Corrochano, pero resultó que ambos no se ponen de acuerdo en la manera de “cargar la suerte”.
Con el tiempo si aprendí una cosa, que: “para que las vacas no me cogieran (pues es lo máximo que he toreado) las toreaba al pitón contrario y cuando se arrancaban a mi muleta adelantada las metía la pierna contraria con la finalidad de alejarlas de mí, que era lo que siempre he entendido como cargar la suerte”
Total que al final me he quedado con la teoría que tenía antes de tanta indagación.
Y, ustedes…¿Han llegado a algo en concreto?
EL CADA VEZ MÁS FRECUENTE CAMBIO DE TERCIO

Por LUIS ALONSO HERNANDEZ. Veterinario y escritor.


Hay veces que las verdades que se dicen en los “chats”, son tomadas por ciertos contertulios como notas de humor que transmite quien las escribe, al que tildan de “guasón”
Y como no había nada de “burla” en lo aducido pues…trataré de aclararlo convenientemente para general conocimiento y muy en particular para que cambie el concepto que de mí tiene, quién me tomó, no por una persona seria, que es lo que en realidad soy, aunque eso sí con cierto sentido del humor.
Porque estar todas las noches con el manido tema de los toros “descafeinados” procedentes del encaste que está “in mente” de todos, de los toreros que no saben lidiar y de las figuras, también “in mente”, que se lo “llevan crudo”, resulta cargante. De ahí que se opte en ocasiones puntuales por las anécdotas taurinas como elemento enriquecedor de nuestros conocimientos en el tema tauromaquia en general, a la vez que como elemento censor que evite que los “chateadores” se vayan por derroteros de “prensa del corazón” en vez de ajustarse a la temática que el “chat” propugna en su título y por ende demanda.
Optamos finalmente por no volver a entrar en estos portales engañosos donde personas por completo ajenas al mundo del toro buscan otros fines muy alejados a los que sus creadores, amantes de nuestra Fiesta, iniciaron para promoción de la afición común de tantas personas en el ámbito mundial.
Que “Santa Lucía conserve la vista” al contertuliano no creyente (de el cual no voy a decir su “nick”) que seguro se identificará cuando lea estas notas, por su buena psicología para juzgar al compañero informador.

¡Va por ti, Santo Tomás!

Lo que en cierta ocasión fue una equivocación por parte de un Presidente, hoy está legalizado. Me refiero al “monterazo” cuyo origen no es otro que:
“En cierta ocasión, un espada novel se desesperaba al ver como a consecuencia del castigo infligido en la suerte de varas, sus toros se venían a “cero”, con lo que era imposible triunfar. Y estaba el hombre tan preocupado que la sangre le afluía en demasía a su cabeza. Por ello, al congestionársele las sienes decidió quitarse la montera al tiempo que estaba mirando al palco presidencial. El presidente creyó que era un saludo y correspondió agitando lo que más a mano tenía, que no era otra cosa que el pañuelo, con lo que de forma involuntaria cambió el tercio.
Y como ese toro no se agotó y ello propició el triunfo del torero, los demás compañeros le imitaron en su afán de triunfar y la casualidad del acierto del cambio, se hizo ley”
Siempre hemos creído que con la petición se desairaba al Presidente y asesores, al tener como que “abrirles los ojos para el cambio de tercio” la sapiencia del matador.
Así debió creerlo también el diestro Pepe Luis Vázquez, quien de forma excepcional quiso en Madrid que un toro suyo fuera privado de castigo excesivo en varas. Para ello le dijo a su apoderado:
“Voy a salir con el toro hacía las afueras. Cuando esté lejos de las tablas, haz que telefoneen al Presidente diciéndole que le ruego cambie el tercio”
¡Elegante manera de “salirse con la suya” sin restar autoridad a la presidencia!.
Hoy los diestros suelen hacerlo con normalidad en todos los toros quizá; para “cargarse” la competitiva y a la vez bonita suerte de quites, o para “alardear” de conocimientos taurómacos. Y claro, ¡las equivocaciones están a la orden del día!, porque muchos toros se “vienen arriba” después de la suerte de banderillas – por algo se los llama “avivadores”-, porque hay toros muy bravos que no demuestran lo que son hasta que han entrado al caballo tres o cuatro veces, circunstancia que, en la actualidad donde predomina la “monovara”, es una utopía, y finalmente porque el castigo moderado pero progresivo descongestiona (según dicen algunos) a los toros que, para disimular su falta de años, están demasiado “regordíos”
Hay muchos presidentes que prefieren sea el profesional quien se equivoque con su petición hecha a la vista de todos los asistentes, máxime cuando hoy el cambio se pide de manera descarada y cuenta con el beneplácito del lerdo público asistente. Estos presidentes que declinan su responsabilidad y la de sus asesores, diez minutos más tarde deberían tener en cuenta las escasas dotes aportadas por el toro y minimizadas por el espada oponente, para naturalmente condicionar la concesión de trofeos posteriores a las incapacidades tauricas para rebasar ese fielato de trapío, poder y bravura inherente al toro bravo.