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jueves, 8 de septiembre de 2011

LA SUERTE DE MATAR EN LOS MOMENTOS ACTUALES.

LA SUERTE DE MATAR EN LOS MOMENTOS ACTUALES.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

La denominada de siempre “suerte suprema” ha pasado de ser la fundamental a la suerte totalmente secundaria por mor del público ignorante que asiste a las corridas de toros propiciado por la información partidista de determinados críticos y comentaristas taurinos.
Tampoco los presidentes de corridas han colaborado de manera efectiva al considerar, en muchas ocasiones como un todo inseparable, la faena de muleta y la estocada a la hora de otorgar trofeos al tiempo que, muchos de ellos, valoran más la brevedad que la ejecución.
El axioma debería ser:
“No premiar nunca una faena de muleta, por excepcional que haya resultado, si no ha sido rubricada con una buena ejecución de estocada”
Este axioma favorecería al bien hacer de los toreros en la suerte suprema, al no poderse amparar en la masa ignorante y en los presidentes incompetentes (que haberlos ahilos) y pensar: ¿para qué exponerme en la ejecución a ley de la suerte suprema si los trofeos los tengo ya ganados con la faena de muleta?
Es la suerte suprema una suerte precisa, calculada, estudiada y descrita en todas las tauromaquias. Por ello al diestro se le ha de exigir que entre bien, que ejecute bien la suerte. Luego …el que acierte o no, es cuestión de suerte.
En los toreros diestros es la mano izquierda quien mata a los toros. La mano que porta la muleta liada y baja con la que se obliga al toro a embestir para que baje la cara y con ello descubra el hoyo de las agujas. Momento que aprovecha el diestro para pasar el pitón, dar la estocada y salir de la línea de peligro antes de que el toro derrote en esa búsqueda de la relación entre el toro que arranca, muleta que vacía y estoque que entra. ¡Hacer la cruz! que es absolutamente imprescindible para matar bien al toro. No es el caso de nuestro amigo Jorge Manrique el torero de La Seca residente en Medina de Rioseco que al matar con la izquierda, ha de vaciar la embestida del toro con la mano derecha.
En el primer tercio del siglo XX había dos tipos de toreros: los artistas que luego mataban medianamente y los toreros mediocres que, tras faenas sobrias, mataban a la perfección.
Ahora son pocos los diestros que matan respetando los cánones, aunque tumben a los toros con más o menos prontitud. Matan "al puñetazo" en una suerte que resulta efectiva pero no elegante
Hubo toreros como Varelito (Manuel Varé García) quien colocándose en el centro de la suerte, adelantando lentamente la muleta hasta ponerla bajo el hocico, pasaba el fielato en un pase de pecho al tiempo que empujaba el acero con la mano semiabierta, para salir limpiamente por los costillares. Entraba tan de verdad a matar que en ocasiones llegó a cortar orejas tras haber entrado tres veces a matar antes de conseguir la estocada. Luego… la suerte suprema era la suerte suprema y realizarla como mandan los cánones tenía su riesgo lo que llevó a Varelito a morir en Sevilla el 13 de mayo del año 1922 a consecuencia de la grave cornada producida por el toro "Bombito" de Guadalest en la feria de abril de ese mismo año.
El Instrumento con que se realiza esta suerte es la espada de matar. Y un fabricante de espadas famoso es Enrique Luna Antequera, hijo del dueño de la fábrica valenciana, que tiene su taller en Madrid desde el año 1933.
Las fabrica con acero inglés en la proporción de 750 gramos que una vez terminada se quedan en 550 gramos como componentes de los 85 centímetros de espada.
Las espadas de Luna son mejores que las fabricadas en Toledo y Albacete y esta fama le viene desde que se las hacía a Martincho.
La historia de las espadas de matar, denominadas impropiamente estoques, podemos resumirla asi:
El primer constructor de estoques fue Raimundo cuya marca fue una cruz y una bomba. Luego le aventajó un oficial suyo llamado Antonio que se estableció por su cuenta en el pueblo valenciano de Alboraya. Antonio daba a sus estoques un extraordinario temple pero como no les remataba fue perdiendo clientela hasta morir en la indigencia.
Los sucesores de Raimundo llegaron a adquirir fama en 1876 con los estoques de la marca de un toro y las iniciales V.F (Vicente Fernández).
Las espadas de matar toros se las distingue por la numeración.
Generalmente están guardadas en el fundón de cuero y son 5.
La nº 1 es lisa.
La nº 2. es lisa y con dos canales. Su precio actual 300 euros.
La nº 3 tiene 3 canales. Vale 400 €
La nº 4 tiene 4 canales. Su precio 500 €
La nº 5 es la de descabellar. Está dotada de una cruceta desde la que arranca una hoja afilada con canales de 10 centímetros de longitud. Viene a costar en la actualidad unos 300 €
Algunas espadas están dotadas de cierta inclinación hacia la izquierda con la finalidad de que no asome cuando se la implanta atravesada.
Las empuñaduras de las espadas se adaptan al matador desde que “Joselito” enseño la moradura que llevaba en la mano, a consecuencia de haber pinchazo en hueso, al padre de D. Enrique Luna en 1918 y éste le hizo una espada con la empuñadura de goma.
¡Espada de matar toros! Que antes de salir de la vaina de cuero en que va enfundada, traccionada desde la arena por el brazo del matador ante la sujeción del mozo de espadas, destella su acerado brillo antes de que sea llevada a la contera de la barrera para adoptar el arqueamiento necesario para que al clavar tome la dirección adecuada (“hacer la muerte”).
Siempre había oído decir que una espada de Luna ¡jamás se partía! Pero en la Feria de septiembre de Valladolid del año 1993, José Miguel Arroyo “Joselito” partió una al entrar a matar un toro de Zalduendo. Yo estaba en el burladero de veterinarios de plaza y al recriminar al mozo de espadas con estas palabras:
“Si hubiera sido de Luna, no se habría roto”
él me contestó que la espada era de Luna y como me la enseño y yo de siempre he ido acompañado de mi cámara de fotos, hice la instantánea que reproduzco.
El Joselito del siglo XX que es un excelente estoqueador usaba buen material, pero…en este caso falló, tal vez por exceso de temple.
Antes los toreros salían a matar los toros con la espada de acero, pues al ser la suerte suprema la de matar, todo se supeditaba a ella. Hoy como lo que prima es la faena de muleta, todo se supedita a esta, incluso la propia espada que es sustituida por la espada de madera o de aluminio que a veces rompe la eficacia de rematar una labor conseguida con riesgo al obligar al matador a ir por ella y salirse del terreno en el que costó trabajo entrar y más permanecer, al tiempo que le quita mentalización en la muerte del toro.
El estoque simulado surgió de la lesión en la muñeca de “Manolete” en un momento puntual, pero que seguidamente fue adoptada por todos los toreros por comodidad.
Si los toreros no tienen fuerza en el brazo para soportar durante los diez escasos minutos de la faena de muleta una espada de 550 gramos, la pregunta que surge de inmediato es: ¿Cómo van a tener fuerza para matar un toro?