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viernes, 2 de abril de 2010

RESEÑA DE VARIOS REVISTEROS DE LA CORRIDA (8-11-1896) A BENEFICIO DE LA FAMILIA DEL DESVENTURADO ESPADA LESACA.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

En las revistas de toros de finales del siglo pasado se solía alternar la prosa con el verso. Vean:
SEGUNDO
Les saluda el revistero
con un respeto profundo
y cuenta como Ventero
hizo en el ruedo el segundo
saliendo en pos del primero.
El Tres Calés y Melones,
Melones y Tres Calés,
Quieren fijarle los pies
y no pasar por tumbones
ante la gente y la res.
De verde botella oscuro
con plata va Taravilla
y deja una banderilla
cuarteando y no seguro.
Berrinches , de azul y plata,
cuartea otro par ligero
y acaba con uno entero
el otro sin dar la lata.
Continúa la reseña con intercalados versos, y a la hora de matar Antonio Moreno “Lagartijillo” se sigue así:
Vestía de verde y oro,
y puso como su traje
al toro
sin ambage.
Y así finaliza después, de en prosa, hablar de la faena de muleta de “Lagartijillo”:
Aplaudió el concurso las habilidades
saludó el espada, a quien la gente admira,
y se fue al estribo como se retira
por hoy
SUAVIDADES.
QUINTO.
Saludo a los lectores de “Pan yToros”,
que entre “tos” los cristianos y “tos” los moros
son unos caballeros muy ilustrados
y unos muy excelentes aficionados.
Dicho esto me cuelo por el foro
y voy a reseñar el quinto toro.
Aún duraban las palmas a “Bombita”
cuando salió este bicho “pa” Villita;
de nombre se denomina “Molinero”,
y enseguida que sale del chiquero
un refilón de cada picador
toma y se abre de capa Nicanor,
el que da solamente un par de lances,
andándole el morito a los alcances.
Le corre por derecho el gran Tomás,
que está superiormente por demás.
Torerito y El Maño hacen floreos
aplaudidos por guapas y por feos.
Toma de Pinche y Soria siete varas
sin hacer cosas raras,
y Tomás y Luisillo
salen para adornarle el cerviguillo.
Colocando los dos sólo tres pares,
uno bueno y los otros regulares.
Y Nicanor, que viste verde y oro,
Brinda y se va hacia el toro.
Pasa valiente el baturrico
y le da un pinchacico.
El torillo se va
a cada pase que el muchacho da,
y acaba con la vida del marrajo
de un metisaca, ¡ay!, que fue muy bajo.
Hubo pitos y palmas,
que no piensan igual todas las almas.
DULZURAS
SEXTO.
Casi de noche me toca actuar –decía el cronista Achares- al describir lo sucedido en el sexto toro con explicaciones en prosa y así la parte poética de su trabajo continuaba:
Y no lo siento.
digo verdad;
pues si no puedo
aquí luchar
con los que lucen
sin habilidad,
las negras sombras
me taparán.
Y al caer al descubierto,
con peligro de la vida,
le hizo un quite muy bueno
El Gavira.
Y Gavira con traje
de nazareno,
de Jarana ocupando
por hoy el puesto,
al presidente
saluda muy humilde
y reverente.
Paró luego un poco más
y trasteó con quietud,
aunque no en la plenitud
de lo que hacer le verás.
Y como creo que el toro
va a la puntilla a entregarse,
perdón pide por sus faltas
este servidor,
ACHARES.
DECIMOTERCERA POESÍA TAURINA, “TRES SUSTOS, TRES”

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Se trata de un resumen de la corrida que se celebró en Alicante, y en la que resultó con fractura de clavícula el llorado “Manolete”.

Cierto torillo ramplón,
asaz insignificante,
nos privó de la figura
en la plaza de Alicante.
¡Manolete está muy grave!
Con fractura de clavícula.
¡Cuánto sufren las empresas
fracasada la canícula!
El mal que hiciste, torito,
torito manso y guasón,
estropeando mil planes
y asustando a al afición.

Con arrogancia y majeza
cruza el ruedo castellano
como un camino español
este Arruza mejicano.
Burgos de verdad lo siente;
te despide con amor;
se duele de tu cogida
y admira tu pundonor.

¡Ortega! ¡Domingo Ortega
que asombras la torería!
¿Qué ciencia tuvo la vaca
que le pudo a tu maestría?
Precisaba descender
de aquel “Bailaor” cruel,
que cercenó en Talavera
la grandeza de José.

Sin que pueda decirles quien fue su autor, así se comentó en verso la coincidencia de que los tres toreros más destacados de aquella época sufrieran sendos percances que conmovieron a al afición y crearon muchos conflictos a las empresas. El percance de Ortega fue en su finca al cornearlo en la ingle, atravesándosela, una vaquilla que no pesaba ni cien kilos.