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martes, 11 de marzo de 2008

SAN PEDRO REGALADO PATRONO DE LOS TOREROS.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Desde los barrenderos (San Martín de Porres) hasta los apicultores (San Ambrosio) pasando por los automovilistas (San Cristóbal), veterinarios (San Francisco de Asís), políticos (Santo Tomás Moro), notarios (San Marcos), impresores (San Agustín) etc,etc, todos los trabajadores de cualquier actividad tienen su patrón. Algunos compartido, caso de los abogados y confesores (San Alfonso María Ligorio) y naturalmente los toreros no iban a ser menos y por eso tienen de patrón a San Pedro Regalado.
El santo nació en Valladolid en el año 1.390 en la calle Platerías. A los 13 años entra como novicio en el convento franciscano de Valladolid. Allí conoció a fray Pedro de Villacreces que procedente del convento de La Salceda (Guadalajara) vino a tratar de arreglar el desconcierto que imperaba en los conventos cuando ya no eran una casa de observación, sino más bien de desdoro, al haberse quedado vacíos por el Cisma de Occidente y la peste europea y tener que surtirse de gentes sin preparación que buscaban allí el amparo de la "inmunidad del claustro".
El sexagenario fraile se llevó con él al jovencísimo Pedro Regalado, de 15 años, a tierras de Osma concretamente al pueblo de La Aguilera con la finalidad de fundar allí un nuevo convento donde llevar a efecto una renovación profunda de la vida monástica.
En esta dura climatología, Pedro Regalado recorre los pueblos del entorno pidiendo y repartiendo limosnas al tiempo que hacía de sacristán y ayudante en la cocina del convento.
Ordenado sacerdote a los 22 años, ofició su primera misa en la Capilla de la Gloria de aquel convento, en el año 1.412. Tres años después es trasladado al convento de El Abrojo (Laguna de Duero) tras el nombramiento como maestro de novicios por fray Villacreces.
San Pedro Regalado era un gran predicador con enorme poder de convicción que se granjeó la consideración de la nobleza hasta el extremo de acudir a él para pedirle consejo, personajes tan emblemáticos como Álvaro de Luna, o el rey D. Juan II de Castilla.
Llega al priorato de la orden franciscana cuando fallece en 1.452 fray Pedro de Villacreces y es elegido por aquellas Casas de la Reforma llamadas Domus Dei ( la de La Aguilera) y Scala Coeli (la de Abrojos).
Pedro Regalado, falleció en el año 1.456. Fue canonizado por el Papa Benedicto XIV en el año 1.746 y en ese mismo año fue reconocido como Patrono de Valladolid.
Es muy probable que muchos toreros no conozcan a su patrono y lo que sí estoy seguro que la mayoría desconoce el pueblo de La Aguilera y la iglesia del convento franciscano "Domus Dei" (Casa de Dios) que el mismo San Pedro Regalado mando consagrar al misterio de la Anunciación un 4 de octubre del año 1.438.
Algunos si conocerán el milagro de aquella tarde en que su Santo Patrón logró dominar a un toro furioso y huidizo, en tierras del vallisoletano pueblo de El Raso de Portillo que no destaca sobre su mayor cualidad que no era otra que la de conciliar a las gentes enemistadas.
Me he decidido a escribir este artículo partiendo de un recorte que guardé allá por los lejanos años de 1.965 cuando en aquél convento vivían cinco frailes de la orden de San Francisco de Asís llevando una vida de austeridad, ayuno, trabajo y oración bajo el abad Ignacio Ajuria un vasco que llevaba 33 años cuidando el sepulcro de San Pedro Regalado y manteniendo viva la reforma del padre Villacreces, mientras estaba preocupado por el grado de deterioro que padecía la rotonda construida en el año 1.683 en memoria de la beatificación del santo vallisoletano, precisamente donde se encuentra un bello altar instalado sobre el sepulcro de San Pedro Regalado.
El abad admiraba todos los días en la sacristía los recuerdos del santo: las zapatillas, el peine, la cuchara de hueso y el trozo del hábito del burdo sayal y compartían su vida el resto de la comunidad, recordando el prestigio que tuvo en otros tiempos esta iglesia que gozó del favor de reyes y Grandes de España como el emperador Carlos, D. Juan de Austria, Felipe II e incluso de la reina Isabel “La Católica” quién cuando acudió para conseguir una reliquia del santo, al entrar al sepulcro del mismo se volvió hacia las damas de su séquito para decirlas:
“Pisad despacio que debajo de estas losas descansan los huesos de un santo”.
En aquellos tiempos era absolutamente necesaria la reparación del capitel central de la cúpula de rotonda que se inclinaba peligrosamente (como se puede observar en la fotografía adjunta) y para ello se pensó en que todos aquellos diestros que, por su actuación en la feria taurina, habían conseguido el trofeo, podían y deberían intervenir en un festival monstruo para conservar el lugar donde descansa su patrón.
Eran los tiempos de los diestros: "Jumillano", Ángel Peralta, Paco Corpas, "El Litri", Luis Miguel Dominguín, Miguel Mateo "Miguelín", Juan García "Mondeño", Antonio Ordóñez, Jaime Ostos, "Palmeño", "Luguillano Chico" y Paco Camino.
Una docena de maestros que actuando juntos, representaría el cartel de toda la historia taurina y al que se podía agregar, puesto que de cosas santas se trata, Manuel Benítez "El Cordobés" al que se castigaría con una actuación como sobresaliente, por haber desistido en ese preciso año de 1.965, de acudir a Valladolid a recoger el trofeo "San Pedro Regalado" según narraba en el recorte FRANTACO.
Festival que no he podido constatar si por fín llegó a celebrarse para tan necesaria reparación que por lo observado fue realizada.