HISTORIAS
DE UN VIEJO VETERINARIO. UN TORO HERIDO.
Por
LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Los
toros en el campo solo embisten cuando están heridos y se sienten enfermos. En
esos momentos suelen apartarse de la camada convirtiéndose en un “toro
solitario” conocido como “toro abochornado” y en este estado sí es peligroso.
En
el ejercicio de mis labores profesionales en el campo de bravo de Salamanca,
había sido requerido por un ganadero al que su mayoral le había comunicado el
haber echado en falta uno de los toros que estaba preparando para constituir la
saca de ese temporada. Presintió que pudiera estar herido
En
el todo terreno del ganadero nos trasladamos hasta las proximidades de la vega
de la finca donde se encontraban los animales. Era un campo poblado de encinas,
abetos, robles que, junto a los
matorrales y la alta vegetación, casi hundía por completo a los toros no
dejándolos ver su anatomía al completo.
Al
llegar allí, el ganadero preguntó al mayoral:
- ¿A
cual has echado en falta?
- A
“Estornino” que ayer se arrancó a mi caballo. Me extraño su comportamiento
porque hasta ese momento siempre había sido muy tranquilo.
Hasta
donde nuestra visión nos permitía ver con toda claridad el campo, fuimos
caminando, no sin cierta preocupación por dentro, hasta un encinar desde el que
se veía una hondonada en la que el mayoral localizó al toro.
De
inmediato el toro se levantó y se encampanó, momento que aprovechamos para
subirnos ganadero y un servidor de ustedes a unas encinas con más agilidad de
la que presumíamos poseer. Como el mayoral tardó más en encaramarse a la encina
previamente elegida, el toro se arrancó desde cerca de cincuenta metros a por él
y comenzó a cornear furiosamente el tronco de la encina sacando astillas de la
corteza que salieron lanzadas a gran distancia. ¡Era una maquina de dar
cornadas! Reburdeaba y bramaba de manera desesperada.
¡Ese
toro está herido! Dije en voz alta al tiempo que preguntaba al mayoral si veía
alguna herida en la anatomía del animal.
- No
le veo ninguna herida, dijo el mayoral.
- Yo
tampoco desde aquí le veo nada, dijo el ganadero.
- Bueno,
voy a tratar de que se arranque hasta esta encina a ver si yo consigo ver algo
anormal en el toro.
Sujeto
en una rama deslicé los pies a lo largo del tronco al tiempo que llamé al
animal. ¡Eh toro!
Se
vino hacia mí como un rayo y trató de subirse a la encina. Sentí con verdadero
miedo el calor del aire que salía con fuerza de sus ollares al tiempo que. vi,
sus ojos negros y brillante inyectados en sangre ¡Era un vendaval furioso! ¡Jamás
había visto nada igual! ¡Sentí verdadero pánico pues le creí capaz de subirse a
la encina!
El
mayoral también se asustó hasta el extremo de bajarse de la encina y llamarle
por su nombre.
- ¡Estornino
tranquilo! ¡Tranquilo Estornino!
El
animal pareció reconocer la voz de quien le había criado y cuidado durante cuatro
largos años.
Parece
que se calmaron sus furibundas cornadas sobre el tronco de la encina.
Finalmente se arrancó en busca de quien de momento vio indefenso. Yo respiré
mientras vi como el mayoral volvía a encaramarse a la encina.
Faltaban
escasos metros para llegar al árbol salvador desde la que fue llamado, cuando el
morlaco de más de quinientos kilos se desplomó de golpe cayendo con el cuello
completamente doblado sobre el lado derecho quedando la cabeza debajo del
costillar.
- ¡Ha
muerto! ¡Ha muerto! Gritó el mayoral.
.El
ganadero balbuceó:
- Le ha dado un infarto.
Tras
esperar un rato, subidos en las encinas protectoras, cuando vimos que el
mayoral estaba tratando de mover y llevar a su posición normal la cabeza del
toro, nos bajamos de nuestra protección y nos fuimos, ganadero y un servidor de
ustedes en busca de “Estornino” que únicamente presentaba un hilillo de sangre
que manaba de su ollar izquierdo.
- Efectivamente
parece ser que ha muerto de un fallo cardíaco dado lo fulminante que fue su caída,
dije
Tras
mostrar al ganadero mi interés por saber la causa de la muerte del animal, éste
telefoneó a la casa para que vinieran con el remolque y con la pala escavadora
con la finalidad de llevarnos al toro y en una dependencia de la placita de
tientas donde se desangraban los toros matados a puerta cerrada, realizarle la
autopsia.
Durante
el tiempo que tardaron en llegar los operarios
al lugar, hablamos del tema y les comenté que en casos de muertes similares,
sobre todo en ganado vacuno de leche, tras realizar la autopsia pude comprobar
que la causa fue un alambre que emigró desde uno de de los estómagos
(concretamente desde el denominado bonete) y tras atravesar la mucosa
(reticulitis simple) atraviesa su pared dando la lógica reacción peritoneal
(reticulo peritonitis traumática) y finalmente atravesar el pericardio perforó
el corazón. Es lo que los veterinarios prácticos denominados cuerpo extraño
punzante en estómago de herbívoros que desemboca en la Reticulitis Traumática.
La
sintomatología no es muy precisa y en el toro bravo por su idiosincrasia pasa
totalmente desapercibida si bien hay
etapas en las que el animal come mal, rumia perezosamente y hay anormalidad en
los movimientos de la panza, pero…al vivir en libertad se hace harto difícil la
exploración y las pruebas del dolor que en animales domesticados se resumen en.
Prueba de la percusión en la zona de proyección del bonete; prueba de compresión
del dorso mediante pellizco vigoroso en región de la cruz y la prueba del palo
que pasado bajo la zona del bonete (con la ayuda del auxiliar) trata de
levantar al animal para soltarlo bruscamente logrando el desplazamiento de órganos
con el correspondiente dolor en caso de patología. Hoy con los muecos se logran
buenas exploraciones en ganado bravo, si bien el temperamento del toro enmascara
la sintomatología.
Pronto
conoceríamos la causa tras autopsia en la salita del desolladero de la plaza de
tientas.
Efectivamente
una vez más, mi ojo clínico había dado en el clavo.
El alambre de unos 12 cm de longitud estaba clavado en el corazón tras
haber emigrado del estómago. Era un trozo de alambre galvanizada de la de las
cercas de la finca.
¿Cómo
pudo llegar al estómago? Eso nunca lo sabremos, quedándonos con la duda de si
entró al estómago a través de la piel al
tumbarse el animal o por ingestión directa.
¡Como lo viví se lo cuento!