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miércoles, 13 de noviembre de 2013

HISTORIAS DE UN VIEJO VETERINARIO. UN TORO HERIDO.



HISTORIAS DE UN VIEJO VETERINARIO. UN TORO HERIDO.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Los toros en el campo solo embisten cuando están heridos y se sienten enfermos. En esos momentos suelen apartarse de la camada convirtiéndose en un “toro solitario” conocido como “toro abochornado” y en este estado sí es peligroso.
En el ejercicio de mis labores profesionales en el campo de bravo de Salamanca, había sido requerido por un ganadero al que su mayoral le había comunicado el haber echado en falta uno de los toros que estaba preparando para constituir la saca de ese temporada. Presintió que pudiera estar herido
En el todo terreno del ganadero nos trasladamos hasta las proximidades de la vega de la finca donde se encontraban los animales. Era un campo poblado de encinas, abetos, robles  que, junto a los matorrales y la alta vegetación, casi hundía por completo a los toros no dejándolos ver su anatomía al completo.
Al llegar allí, el ganadero preguntó al mayoral:
- ¿A cual has echado en falta?
- A “Estornino” que ayer se arrancó a mi caballo. Me extraño su comportamiento porque hasta ese momento siempre había sido muy tranquilo.
Hasta donde nuestra visión nos permitía ver con toda claridad el campo, fuimos caminando, no sin cierta preocupación por dentro, hasta un encinar desde el que se veía una hondonada en la que el mayoral localizó al toro.
De inmediato el toro se levantó y se encampanó, momento que aprovechamos para subirnos ganadero y un servidor de ustedes a unas encinas con más agilidad de la que presumíamos poseer. Como el mayoral tardó más en encaramarse a la encina previamente elegida, el toro se arrancó desde cerca de cincuenta metros a por él y comenzó a cornear furiosamente el tronco de la encina sacando astillas de la corteza que salieron lanzadas a gran distancia. ¡Era una maquina de dar cornadas! Reburdeaba y bramaba de manera desesperada.
¡Ese toro está herido! Dije en voz alta al tiempo que preguntaba al mayoral si veía alguna herida en la anatomía del animal.
- No le veo ninguna herida, dijo el mayoral.
- Yo tampoco desde aquí le veo nada, dijo el ganadero.
- Bueno, voy a tratar de que se arranque hasta esta encina a ver si yo consigo ver algo anormal en el toro.
Sujeto en una rama deslicé los pies a lo largo del tronco al tiempo que llamé al animal. ¡Eh toro!
Se vino hacia mí como un rayo y trató de subirse a la encina. Sentí con verdadero miedo el calor del aire que salía con fuerza de sus ollares al tiempo que. vi, sus ojos negros y brillante inyectados en sangre ¡Era un vendaval furioso! ¡Jamás había visto nada igual! ¡Sentí verdadero pánico pues le creí capaz de subirse a la encina!
El mayoral también se asustó hasta el extremo de bajarse de la encina y llamarle por su nombre.
- ¡Estornino tranquilo! ¡Tranquilo Estornino!
El animal pareció reconocer la voz de quien le había criado y cuidado durante cuatro largos años.
Parece que se calmaron sus furibundas cornadas sobre el tronco de la encina. Finalmente se arrancó en busca de quien de momento vio indefenso. Yo respiré mientras vi como el mayoral volvía a encaramarse a la encina.
Faltaban escasos metros para llegar al árbol salvador desde la que fue llamado, cuando el morlaco de más de quinientos kilos se desplomó de golpe cayendo con el cuello completamente doblado sobre el lado derecho quedando la cabeza debajo del costillar.
- ¡Ha muerto! ¡Ha muerto! Gritó el mayoral.
.El ganadero balbuceó:
-  Le ha dado un infarto.
Tras esperar un rato, subidos en las encinas protectoras, cuando vimos que el mayoral estaba tratando de mover y llevar a su posición normal la cabeza del toro, nos bajamos de nuestra protección y nos fuimos, ganadero y un servidor de ustedes en busca de “Estornino” que únicamente presentaba un hilillo de sangre que manaba de su ollar izquierdo.
- Efectivamente parece ser que ha muerto de un fallo cardíaco dado lo fulminante que fue su caída, dije
Tras mostrar al ganadero mi interés por saber la causa de la muerte del animal, éste telefoneó a la casa para que vinieran con el remolque y con la pala escavadora con la finalidad de llevarnos al toro y en una dependencia de la placita de tientas donde se desangraban los toros matados a puerta cerrada, realizarle la autopsia.
Durante el tiempo que tardaron en llegar los operarios  al lugar, hablamos del tema y les comenté que en casos de muertes similares, sobre todo en ganado vacuno de leche, tras realizar la autopsia pude comprobar que la causa fue un alambre que emigró desde uno de de los estómagos (concretamente desde el denominado bonete) y tras atravesar la mucosa (reticulitis simple) atraviesa su pared dando la lógica reacción peritoneal (reticulo peritonitis traumática) y finalmente atravesar el pericardio perforó el corazón. Es lo que los veterinarios prácticos denominados cuerpo extraño punzante en estómago de herbívoros que desemboca en la Reticulitis Traumática.
La sintomatología no es muy precisa y en el toro bravo por su idiosincrasia pasa totalmente desapercibida si bien  hay etapas en las que el animal come mal, rumia perezosamente y hay anormalidad en los movimientos de la panza, pero…al vivir en libertad se hace harto difícil la exploración y las pruebas del dolor que en animales domesticados se resumen en. Prueba de la percusión en la zona de proyección del bonete; prueba de compresión del dorso mediante pellizco vigoroso en región de la cruz y la prueba del palo que pasado bajo la zona del bonete (con la ayuda del auxiliar) trata de levantar al animal para soltarlo bruscamente logrando el desplazamiento de órganos con el correspondiente dolor en caso de patología. Hoy con los muecos se logran buenas exploraciones en ganado bravo, si bien el temperamento del toro enmascara la sintomatología.
Pronto conoceríamos la causa tras autopsia en la salita del desolladero de la plaza de tientas.
Efectivamente una vez más, mi ojo clínico había dado en el clavo.  El alambre de unos 12 cm de longitud estaba clavado en el corazón tras haber emigrado del estómago. Era un trozo de alambre galvanizada de la de las cercas de la finca.
¿Cómo pudo llegar al estómago? Eso nunca lo sabremos, quedándonos con la duda de si entró al estómago a través de la piel  al tumbarse el animal o por ingestión directa.
¡Como lo viví se lo cuento!