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jueves, 3 de enero de 2013

LO QUE DEBEMOS TENER SIEMPRE PRESENTE DEL TORO DE LIDIA

LO QUE DEBEMOS TENER SIEMPRE PRESENTE DEL TORO DE LIDIA.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Visto lo visto en el comportamiento de los toros lidiados en el año que se nos fue, he creído conveniente que mi primer artículo del año 2013 se base en este bonito y extraordinario ser.
Para un servidor de ustedes la primera condición exigible en el toro de lidia es que sea BRAVO, naturalmente partiendo de la base que sea un toro-toro.
No obstante he de matizar que sacrificarlo todo a lo que los toreros y sus adláteres consideran como bravura que no es otra cosa que la nobleza para evitarse problemas y buscar el lucimiento, nos ha llevado a que la Fiesta pierda su emoción que esa sí es su base principal.
En otros momentos he escrito que la bravura es: “el crédito de la divida, el lucimiento del espada, la garantía de la satisfacción del público y la razón de ser del espectáculo” lo que la hace que sea un carácter básico y fundamental en la corrida de toros.
Los ganaderos buenos ponen empeño en mejorar, mediante una infatigable selección, sus vacadas. Es una tarea ardua por complicada que incluye tres clases de selección:
- por carácter morfológico.
- Por carácter económico.
- Por carácter anímico.
Donde el último carácter anímico, que en realidad es la bravura, es difícil de evaluar “a priori” puesto que hay que adivinarlo al no poderse comprobar con la lidia ya que el toro ha de salir a la plaza virgen de capotazos y muletazos.
La razón es que el toro se cuida caprichosamente durante cuatro años en una vida pacífica para luego exigirle en un cuarto de hora el máximo rendimiento en bravura y en nobleza (dejarse engañar).
El toro enfrascado en lucha enconada por coger las telas, acude una y otra vez al engaño hasta que finalmente recibe la estocada y con ella la muerte. Pero si se le torease solamente y se le perdonara la vida, y al cabo de tres años se le volviera a torear, se acordaría de cuando fue burlado y ahora buscaría, solamente y con ahínco, el modo de herir al lidiador.
¿De que se vale el ganadero para esta adivinación? De la tienta que no es otra cosa que el laboratorio de la bravura. Consiste en dar al eral o erala la querencia (sitio a donde tiende a dirigirse el animal) para ver si despreciándola consiente en pelear a contraquerencia.

La tienta de machos, denominada a campo abierto, consiste en llevar a los erales machos a un sitio alejado en unos cuatrocientos o quinientos metros de su querencia. Allí se les retiene mientras los mansos que les ha llevado allí regresan a la querencia (suele ser el lugar donde tienen el agua, se les dan los alimentos o donde las reses se encuentran a gusto sesteando). Se les va soltando de uno en uno y cuando van en busca de la querencia, la collera (formada por dos garrochistas denominados “amparador” y “acosador”) le persiguen hasta que el acosador, tras apoyar la punta de su garrocha sobre el anca del animal y apretar con fuerza, lo derriba.
Si la res es brava, se levanta y se va contra los garrochistas que le llevan a terreno del picador quien le administra los puyazos correspondientes hasta que el ganadero determina que ha probado su bravura.
Cuando es mansa se levanta y sigue su camino hacia la querencia desentendiéndose de los agresores y ni siquiera pasa por la prueba del picador.
La tienta de hembras, generalmente realizada en plaza de tienta, consiste en ir sacando de una en una a las eralas a probar a la plaza de tientas. La erala a todo esto ha recibido una serie de refilonazos de puya. Tras fijarla de capote al lugar elegido por el ganadero, la cita el picador desde el caballo primero a larga distancia y contraquerencia, para seguir citándola a media distancia y a media querencia. Tras varias entradas el ganadero se hace idea de su bravura sopesando su entrada por derecho al caballo, la humillación en el momento del embroque, si mete los riñones cuando aprieta al peto
Si la erala es brava, ella sola se pone en suerte y recibe puyazos hasta que el ganadero la considera probada.
Seguidamente ve otras características de su comportamiento con la muleta que al fin a cabo es la base de la faena en plaza (prontitud de arrancada, afectividad, fijeza, recorrido etc).
De esta prueba salen las aptas para madres y las no aptas que serán para desecho.
Así es como se tientan en la actualidad a los padres y madres de los toros bravos que se lidian en las plazas, pero no siempre ha sido así, pues en los tiempos de “Frascuelo” cuando podíamos considerar a la tienta en la “edad de piedra” don Eulogio Oñoro que no era ganadero sino tratante de ganado bravo, hacía sus tientas de la siguiente manera:
“Montado a caballo se acercaba lentamente a las ancas del animal bravo y le lanzaba con fuerza el sombrero a las patas. Si el animal era bravo se revolvía furioso al tiempo que le tiraba un par de derrotes; mientras que si era manso salía corriendo como alma que lleva el diablo". Entre prueba y prueba uno de los vaqueros al servicio de don Eulogio le devolvía el sombrero tirado para que repitiera acción con otro animal.
Y otro criador de Guadix usaba el llamado “procedimiento de la gualdrapa” que consistía en lo siguiente:
“Dado que cuando construyó su placita de tientas conservó una vetusta higuera que crecía entre los mampuestos y se asomaba por medio de una de sus gruesas ramas al redondel en uno de los laterales. En ella se subía un hombre y hacía colgar unas mantas de forma que simularan un caballo. Las eralas acudían a embestir a esas mantas y desde arriba el picador las propinaba los puyazos".
Con cualquiera de estos procedimientos se trataba de averiguar el comportamiento de los padres y madres del toro bravo.
Hoy día prácticamente en las tientas se prescinde de la prueba del caballo de picar porque se están seleccionando los toros únicamente para el tercio de muleta que es el que da o quita triunfos de ahí que se expriman a las madres en el tentadero de hembras pues a los padres únicamente se les pudo ver en la suerte de varas en campo abierto y si esta fue positiva se les pasó a lidiarles, jugándosela el ganadero, puesto que si luego no sirvió en la prueba de muleta ha de mandarle al matadero pues no puede salir a la plaza en corrida una vez lidiado en tienta.
Actualmente al público apenas le interesa la suerte de varas y por el contrario quiere que se luzca el torero.
Pero además ocurre que:
- La bravura no es constante para cada individuo más que entre ciertos límites. El toro no todos los días tendrá las mismas ganas de pelea y la calificación dependerá de las ganas mostradas en la tienta.
- La bravura positivamente varía con le edad. Pues se ha comprobado que toros de determinadas ganaderías que vienen saliendo mansotes y traicioneros, si se lidian de novillos resultan bravitos y nobles. Y la hipótesis contraria también se da. Es que en el toro de lidia la personalidad evoluciona. La prueba de la tienta se hace con madres eralas y luego resulta que sus hijos los toros se lidian adultos de ahí que las conclusiones sacadas en la tienta pueden resultar erróneas.
- La bravura en su concepto es puramente subjetiva, La manifestación de la bravura en una erala que se tienta varía de momento a momento, puesto que después de tomar dos puyazos excelentes, se duele en el tercero, mejora en el cuarto y afloja en el quinto y sexto. Este concepto depende de quien lo juzgue, pues mientras a algunos aficionados les gusta la bravura sostenida desde el principio al fin, a otros les satisface cuando la res se crece al castigo. La bravura es la mezcla de muchos ingredientes muchos de ellos difícilmente definidos tales como nobleza, temple, suavidad, temperamento, nervio, casta, codicia, etc.
- El concepto de la bravura para el público, que al fin y al cabo es el consumidor, está en evolución. En tiempos antiguos la bravura se enjuiciaba por el tercio de varas y de forma cuantitativa, tanto por el número de varas tomadas como por el número de caballos muertos. Pero este concepto fue perdiendo rango e importancia hasta llegar a los tiempos actuales en que la suerte de varas es considerada como cosa accesoria, mientras la faena de muleta ha pasado de ser considerada como suerte de preparación para la estocada a ser suerte central del toreo.
En estas estamos y quiera Dios que no desaparezcan: la suerte de varas por innecesaria ante la falta de poder de los toros y la suerte suprema por mor de los animalistas que llevan tiempo concienciando a las masas para que los toros de lidia no se maten.