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miércoles, 21 de mayo de 2014

ELUCUBRACIONES SOBRE EL TORO DE LIDIA.

ELUCUBRACIONES SOBRE EL TORO DE LIDIA.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Antes los ganaderos en las vacadas o ganaderías de reses bravas compuestas por animales de procedencia heterozigota (casta) trataban de imponer su criterio selectivo dentro de las características raciales  Con ello lograban, al tiempo que imponer su personalidad de ganadero, particularidades somáticas o temperamentales que le diferenciaban del resto de las vacadas.
Se seguían unas pautas de explotación extensivas en predios adecuados a la edad de los animales en su proceso de preparación para la lidia.
La cubrición tenía lugar en la primavera introduciendo una semental en cada predio para cada 25 vacas con las que permanece hasta el mes de junio.
La paridera en plena dehesa desde finales de enero hasta el mes de abril, permaneciendo las crías con sus madres hasta el destete, en que separados comenzaba su alimentación supletoria.
Toda la vacada se movía diariamente en busca del alimento que la tierra producía con lo que cuando llegaban a la lidia, bien de novillos o de toros, estaban más o menos preparados físicamente.
Cómo los animales han de estar obligatoriamente separados no solo por sexos sino por edades, se requerían grandes dispendios económicos con repercusión de la valoración en el mercado que solía ser muy alta, puesto que el ganadero tenía que mantener a los toros desde el nacimiento hasta los 5 años y cuidar de que no se alteraran lo más mínimo en su integridad tanto fisiológica como psicológica.
El oficio de ganadero de reses bravas se heredaba de padres a hijos. Estos iban asimilando las enseñanzas de los padres en cuanto a selección y manejo del toro.
Por regla general los ganaderos de élite solían ser gente de dinero poseedores de grandes fincas ubicadas en Andalucía, Extremadura, Salamanca y Sierra de Madrid. No vivían del toro bravo pero sí para él.
Cómo la producción del toro de lidia no era rentable, muchos ganaderos consideraron la oferta de los constructores que se hicieron súper ricos cuando la burbuja inmobiliaria. Los ganaderos necesitaban dinero que ganaron fácilmente vendiendo las reses de  cuasi desecho  a estos nuevos ricos que buscaban proyección social a la que siempre echaron en falta.
La consecuencia inmediata fue que: los ganaderos tiraron por tierra su prestigio y los nuevos ricos hicieron ganaderías sin “ton ni son” que vendían por cuatro perras ya que a ellos el tema toro les venía grande al no saber de que iba la cosa, pero su nombre apareció en los carteles de las grandes ferias al tiempo que ocupaban burladeros donde se codeaban con los políticos y personajes de la vida nacional pudiendo pavonearse de este “privilegio”.
Al no haber criterios selectivos sólidos, las ganaderías fueron tornando en su involución lógica y natural, a la mansedumbre que lleva la pérdida de casta. Los toros no embisten y se caen demasiado. Se echó tanto “agua al vino” que ahora recuperar el pilar fundamental de la producción del Toro, cual es la técnica de la acometividad (bravura) algo psíquico, temperamental, y por tanto sometido a la acción de acciones  dispares y diversas, nos va a costar tiempo, sudor y lágrimas.
De momento conservamos el otro pilar menos susceptible de cambios drásticos cual es la presencia o trapío entre otras cosas porque lo han exigido las aficiones de las plazas de Madrid y Bilbao, pero también esta base sustentadora está resquebrajándose peligrosamente en otras plazas que en su día fueron importantes tales como: Sevilla, Zaragoza, Valencia o Logroño.
Claro que si tenemos en cuenta la mejor definición que para mí se ha dado del toro de lidia como es la de Prieto y Prieto no se necesitan verdaderos armarios para tener trapío, pues estos toracos, luego se caen al estar faltos del motor necesario para mover estos verdaderos trailer tauricos. 
Prieto lo define como: “Cabeza medianamente voluminosa, ancho de testuz; ojo saliente, vivo, grande y brillante, morro u hocico fino, húmedo y elástico; cuernos bien colocados, ni muy bajos, ni muy altos, ni estrechos ni anchos en demasía, de color verdinegros y nunca blanquecinos; oreja pequeña, cuello flexible y no muy prolongado, coincidiendo con una cabeza bien puesta ; pecho no muy ancho y profundo; vientre recogido; ancas ligeramente elevadas ; dorso como afilado pero lleno; lomos rectos; cola lata y prolongada hasta pasar los corvejones; extremidades anteriores rectas y finas; extremidades posteriores casi rectas; corvejones bien pronunciados; cuartillas de los cuatro remos más bien largas que cortas; pezuñas recogidas, bien hendidas, elásticas y del color de los cuernos o negras; aplomos excelentes. La coloración  de la capa o piel varía , pero es signo de buena raza o subraza la persistencia del color del pelo en las reses de una misma ganadería , por lo menos el fondo de capa igual, aun cuando varíen los matices; los órganos de la generación aparecen normalmente constituidos y bien desarrollados”.
El toro de lidia tiene tendencia celoide, eumétrica, concavilinea  y brevilinea. Su alzada a la cruz debe rondar el 1,38 m, que es la media entre el morucho salmantino 1,35 m y el toro negro de las Campiñas andaluzas 1,40 m y su peso con una media de 550 kilos.
Y por regla general todo lo que se salga de estos parámetros será un general fracaso de lidia, aunque algunas unidades embistan. Cuando un toro está sobrado de kilos generalmente se cae. Las caídas llevan consigo que sus embestidas sean descompuestas, porque estos animales tratan de guardar el equilibrio para no caerse, más que de seguir los engaños. Suelen protestar defendiéndose cuando se les obliga a ejercer su condición psicológica semifijada por selección.
Como tampoco somos capaces de estudiar en las ganaderías el gen de las caídas, por aquella animadversión que los ganaderos tienen a los hombres de ciencia genética, ahí tenemos las ganaderías sin cariotipar lo que debería ser obligatorio como lo son los test de brucelosis y de tuberculosis.