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sábado, 26 de agosto de 2017

LAS ESTADÍSTICAS, AL IGUAL QUE EL TAMAÑO, TAMBIÉN CUENTAN.

LAS ESTADÍSTICAS, AL IGUAL QUE EL TAMAÑO, TAMBIÉN CUENTAN.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Hasta el día de ayer, Enrique Ponce ganaba a Julián López “El Juli” en salidas por la Puerta Grande de la plaza de toros de Bilbao.
Cómo Juli, en esta ocasión no puntuó, al de Chiva se la “pintan calva” para aumentar su ventaja frente al de Velilla y así seguir disputándole ese cetro del toreo.
En cuanto a la interpretación del “arte de Cúchares” se refiere son dos coletudos muy distintos ya que mientras Ponce está especializado en “enfermería táurica” recuperando toros sin poder y realizando con ellos faenas inverosímiles que llegan a los públicos y le propician triunfos sonados, Juli está especializado en “doma táurica” sometiendo a los foribundos para, tras destroncarles, reventarlos con estocadas certeras.
También en la forma de torear discrepan. Pues mientras Ponce es composición, cadencia, suavidad y paciencia, Juli es desgarbo, trallazos, poderío y precipitación por triunfar cuanto antes.
Ambos condicionan, y mucho, a las presidencias de plazas importantes que no quieren complicaciones con estos mandones del escalafón.
Alguien aquí en Tarifa, que no era torero profesional, pero que toreaba con un valor y gusto exquisitos, me dijo que el toreo era “más sencillo que el mecanismo de un sonajero” pues consistía en quietud y en dirigir los engaños al pitón contrario, puesto que el toro ponía todo su empeño en coger lo que allí se le ofrecía olvidándose del resto.
¡No le faltaba razón!. Yo lo pude constatar cuando, siendo un chiquillo, en mi pueblo natal Zorita de la Frontera (Salamanca) quien lidiaba las vacas que se corrían en la plaza del pueblo el día del patrón San Miguel, era el zapatero que nació con la anomalía de tener una pierna más corta que otra y por ello lucía una gruesa suela en la extremidad deforme, que equilibraba altura de extremidades.
El poseedor de “bota preñada” (según denominación de la chavalería) no podía correr, de ahí su quietud ante esas vacas de 10 años que sabían latín y griego aprendido en sus comparecencias durante años en las distintas plazas de los pueblos de la provincia.
Luego durante mis muchos años de veterinario del equipo veterinario de la plaza de toros de Medina del Campo y seguidor de los Concursos de Cortes organizados por los Hermanos Pinturas, saqué la conclusión de que para dominar a un toro hay que saber esperar, como hacen los cortadores, hasta justo antes del derrote, para tras esquivarle salir airoso del trance.
Y si a todo esto agregamos el conocimiento del patrón de comportamiento que el toro posee ligado a la estirpe y el que el torero va conociendo  al tentar  animales del encaste, pues tenemos el protocolo de lidia en que los matadores se basan.
Ponce ha conseguido casi todo en el toreo de ahí que sólo le motive seguir siendo el “number one” y eso lo dan las estadísticas.
Ayer con su actuación en Bilbao se distanció un peldaño más de su rival en las salidas por la puerta grande de Bilbao donde también el número de actuaciones priman a su favor.