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lunes, 2 de febrero de 2009

LA 5ª CORRIDA DE FERIA DEL AÑO 1971 EN VALLADOLID.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.










Esta quinta corrida de la Feria 1971 se caracterizó por una faena magnífica de Paco Camino, el valor de Miguel Márquez y las buenas maneras toreras de “El Puno”.
Un nuevo lleno, que colmará las ilusiones de “Jumillano” en el coso del Paseo de Zorrilla. Y nuevamente este sempiterno Presidente, el señor Zalama Herrero, auxiliado en esta ocasión en materia taurina por Faustino Gómez Cayón “Gigales” que repartió orejas y rabos a granel.
En esta ocasión varias bellas muchachas vestidas con traje típico y tocadas con el clásico sombrero cordobés ocupaban localidades preferentes en el tendido del 8, mientras el palco de la Reina era ocupado por la titular acompañada de sus damas de honor.
Para el recuerdo del aficionado la enorme faena realizada al segundo de su lote por el sevillano Paco Camino que dejó sobre al albero del coso de Zorrilla lo mejor de su inspiración, dominio y gracia torera.

Cuando Paco Camino aparece en el ruedo para recibir a su primer enemigo herrado con el nº 105 que tiene por nombre “Jabato” y que es un negro de capa con 452 kilos perteneciente como el resto de sus hermanos a la ganadería de D. Joaquín Buendía Peña, es recibido con una gran ovación.
Y ante el cornalón toro realiza unas extraordinarias verónicas que remata con una media de excelente factura.
Recibe una vara en la que empuja con la que se pasa a banderillas donde Joaquín Camino prende un buen par al igual que su compañero de cuadrilla Manolo Rodríguez.
Pocos pases de tanteo sirven al “sabio de Camas” para saber las características de su oponente de ahí que de inmediato comience su toreo por naturales sobre la zurda mano. El toro se cierne, de ahí que pase la muleta a la mano derecha para seguir por redondos.
De manera inesperada el toro “viene a menos”, “pierde gas” y Paco Camino se queda sin toro.
Ya los naturales se quedan sin el debido remate por lo que se decide despenar, al falto de fuerzas, de un pinchazo en hueso, otro más en el mismo sitio, otro sin soltar y finalmente una estocada trasera y certero descabello a la primera que suscitaron en el público la división de opiniones mientras el toro era pitado en el arrastre.

En su segundo oponente Paco Camino se desquitaría. Era un toro de nombre “Campesino” marcado con el número 142, negro entrepelado y con 496 kilos. Al que recibe con unas verónicas de mano baja que son ovacionadas largamente y con una atronadora ovación cuando remata con una media verónica primorosa.
Como el toro se emplea en la primera vara, Paco Camino pide el cambio de tercio porque quiere un enemigo con movilidad de ahí que cuide el tercio de banderillas para que no se le de un capotazo de mas. ¡Camino dispuesto a hacer faena!
Tras brindar a su íntimo amigo Pablo Barrigón se va al centro del ruedo desde donde cita al astado para recibirlo con un pase cambiado. Sigue por alto para seguidamente instrumentar unas tandas de redondos suavísimos, naturales del más puro sabor torero que son aclamados de manera unánime al son de la música y las charangas.
El toro como domesticado sigue el camino que traza la mano diestra del maestro de Camas de manera rítmica y acompasada.
Una faena justa y medida que es rematada de estocada hasta la gamuza realizada “dejándose ver”.
El entusiasmo es unánime y una ovación cerrada premia el mérito de una faena que ha sido un compendio de estética taurina.
Las dos orejas y el rabo es el premio pedido y concedido por presidencia con las que Paco Camino da la vuelta triunfal al anillo.
Parte del público pide la vuelta al ruedo para el Buendía que el usía no concede.

El primero de Miguel Márquez es un toro cárdeno lucero que está herrado con el número 102, que responde por “Mediano” y que pesa 458 kilos. Toro de mucho nervio a quien el diestro de Fuengirola recibe con una serie de buenas verónicas a las que siguen unas chicuelinas que se jalean unánimemente.
Una vara en la que se le pega de lo lindo es el prologo de un refilonazo que hiere al astado.
Con cuatro rehiletes en lo alto se cambia el tercio de banderillas.
Tras brindar a la concurrencia Miguel Márquez demuestra que está dispuesto a todo con tal de triunfar.
La primera parte de su faena se caracteriza por el toreo con gusto y arte.
La temeridad es la nota que caracteriza la segunda parte de su faena, arrancando gritos angustiosos del público ante el peligro en que se encontraba el matador con sus pases de rodillas, sus desplantes de espaldas y de rodillas, sus muletazos donde la quietud y proximidad hacen que los alamares sean acariciados por los cuernos de su enemigo.
Mató al Buendía de un estoconazo entrando a ley que como tumba al toro sin puntilla merecen la petición y concesión de las dos orejas. Petición de rabo que no es concedido y dos vueltas al ruedo.

En su segundo herrado con el número 30. “Primero” de nombre, cárdeno de capa y 512 kilos de peso, se estira de salida a un toro que comienza apretando.
Es pegado en exceso en suerte de varas por lo que llega demasiado quedado a la muleta.
Miguel Márquez no encuentra colaboración ya que el toro trata de irse en cada muletazo.
Decide entrar a matar y logra una media estocada bien colocada.
Hay división de opiniones, con ligero predominio de las palmas que obligan a que el diestro salude desde dentro del burladero.

Había en Valladolid expectación por ver a “El Puno” y el público no resultó defraudado.
Se trata de un diestro colombiano que tiene muy buenas maneras toreras.
A su primero número 90, “Soñador” de nombre, negro entrepelado y con 460 kilos lo recibe con dos largas cambiadas para seguir veroniqueando de manera muy ajustada.
Hay contento en los graderíos que se reproduce a través de muchos aplausos para premiar dos chicuelinas cerradas con medias verónicas del mejor estilo.
La faena de muleta la inicia con dos buenos estatuarios seguidos de tandas de derechazos donde algunos de ellos se convierten en circular.
Sigue por naturales bien iniciados y magníficamente rematados que acaban en afarolados, molinetes, pedresinas y el martinete como encandilamiento del ambiente.
Mata pronto de más de media estocada bien colocada que hace doblar al astado logrando una oreja con la que da la vuelta al anillo.

En el que cierra plaza “Torrijaño” de nombre, herrado con 155 cárdeno y 500 kilos de peso, de salida remata en tablas en un burladero del 6 y aprisiona contra ellas al peón que perseguía que no es otro que Juan Bellido Romero “Chocolate” sufriendo una contusión glútea y hematoma inguinal de pronóstico leve.
Como entra por dos veces a los montados propicia que Paco Camino realice un extraordinario quite.
Pero a partir de ese momento el toro se apagó repentinamente y el colombiano no pudo sacar un solo pase. No le faltó voluntad a Jaime González, pero se estrelló contra un toro castigado en exceso en la suerte de varas.
Entra a matar y logra una estocada delantera que hace doblar al astado. Es despedido con muchos aplausos.
Destacaron entre el peonaje: el picador José Márquez y los peones Joaquín Camino, Miguel Martín Montenegro y “Zurito”.
En cuanto a la corrida enviada por Joaquín Buendía Peña (antes Santa Coloma) presentó casta, si bien el quinto y sexto se apagaron para el último tercio a causa de exceso de castigo en varas.
LA 4ª CORRIDA DE FERIA DEL AÑO 1971 EN VALLADOLID.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.











Hubo cambio en el cartel, al ser sustituido Francisco Ribera “Paquirri”, no reintegrado a sus actividades taurinas, por Curro Romero.
También hubo “piciazo” (como se dice por allá abajo) en la confección del cartel pues se colocaron indebidamente la antigüedad de la terna actuante.
Tarde espléndida para poder seguir una auténtica tarde de toros, no obstante lo cual, no se llenó, quedando el aforo cubierto en las tres cuartas partes de plaza.
Preside en comisario del Cuerpo general de Policía señor Zalama Herrera al que auxilia como asesor artístico Antonio Aguado Puertas “Larita”.
Como en días anteriores la Reina de las Fiestas señorita Marta Lorente ocupó su palco en compañía de su corte de honor vestidas con el típico atuendo rondeño.
Presenció la corrida, desde un burladero, el gobernador civil señor Ibáñez Trujillo acompañado por el Jefe Superior de Policía señor Navarro.
Los toros pertenecen a la ganadería de doña María Lourdes Martín de Pérez Tabernero del campo de Salamanca.

El primer toro de la tarde tiene por nombre “Menudito” es negro lucero, luce el número 9 y 501 kilos de peso.
Es el peón “Navarrito” el encargado de recogerlo con efectividad.
El maestro Curro Romero lo lancea con desgana lo que enerva al público asistente que siempre espera lo mejor del torero de Camas.
Con dos entradas al caballo se cambia el tercio para pasar al de banderillas donde los peones de Curro colocan tres buenos pares de rehiletes.
El toro no presenta dificultad alguna, pero no se que es lo que vería Curro que se limita a instrumentar una faena brevísima a base de pases por bajo y por la cara entre las protestas y el abucheo del público.
Los ánimos se soliviantan cuando Curro se dispone a matar al toro de un pinchazo hondo sin cruzar y otro sin molestarse en sacar el estoque de la forma más antirreglamentaria conocida. El puntillero se encarga de rematar el desaguisado en medio de una lluvia de almohadillas que llegan hasta la arena del ruedo. Una gran bronca es el ruido general que inunda el coso del Paseo de Zorrilla.
Todavía los seguidores del torero esperaban su reconciliación en el segundo enemigo confiados en que Curro destapara el “tarro de su esencias toreras”.

Sale el cuarto de la tarde que es el segundo de Curro Romero. Un toro con un excelente trapío llamado “Violetero” herrado con el número 32, cárdeno de capa y con peso de 443 kilos.
Aprieta en las dos veces en que se enfrenta al montado.
Con tres palitroques en lo alto se cambia el tercio.
Curro Romero comienza su faena a base de doblarse por ambos pitones para seguidamente a medida que le ha ganado terreno y lo ha sacado al tercio, estirarse en unos derechazos que hacen concebir esperanzas de algo grande.
Comienza el rum-rum de la plaza. En uno de los pases el toro le pega un “gañafón” y aquí se acabó todo.
Curro vuelve a la inhibición con la repulsa de los espectadores.
Abaniqueo por la cara y dos entradas a matar que propician dos estocadas delanteras y caídas con descabello al quinto intento.
Bronca sonora e improperios hacia el diestro que se ha reído descaradamente del público de Valladolid al inhibirse totalmente y “darle todo igual”.
Fue despedido con almohadillazos al abandonar el coso de Zorrilla.
Y hasta aquí el primer Curro de la terna. El Curro nuestro. El artista Romero. El irregular Romero, que hoy en nuestro coso ha dado la de arena.

El segundo de la terna era el mexicano Curro Rivera. El otro Curro, el bueno en el día de hoy. El que tuvo el santo de cara, porque aparte de andar muy bien con los toros pone de manifiesto su voluntad y deseos de agradar lo que ayer consiguió plenamente. El otro Curro. La otra cara de la moneda.
Su primer toro marcado con el nº 21, “Perruno” de nombre y negro de capa con 438 kilos de peso, era un toro muy bravo.
Curro se estira en unos lances buenos que remata con una media, que arrancan la primera ovación de la tarde.
Por chicuelinas corridas lleva al toro al caballo por dos veces recibiendo un buen castigo en ambas entradas. A la segunda salida, Dámaso González hace su quite por chicuelinas.
En banderillas parea con lucimiento “Solanito” que en su día fue matador de toros.
Es un toro de carril propicio al lucimiento con el que el mexicano saca todo su variado repertorio a base de redondos completos, circulares, pases de pecho, ayudados por alto y por bajo, pedresinas, manoletinas, acabadas en espectaculares desplantes. Todo en medio de alegría torera. Pases que llegan al público pero que a pesar de su bien inicio y remate pecan, a mi juicio, de excesiva rapidez.
Mata de una gran estocada hasta la gamuza que hace doblar al astado para que el puntillero acierte a la primera.
Estruendosa ovación con petición y concesión de las dos orejas y el rabo con las que da dos vueltas al ruedo.
También el toro es premiado con la vuelta al ruedo.

El quinto de la tarde, es el nº 30 “Fogonero” negro de capa y con 496 kilos. Se trata del segundo de Curro Rivera. Un toro con más dificultades que su primero, no obstante lo cual el mexicano salió a redondear un triunfo completo, venciendo las dificultades con vista y tesón.
El toro salió con muchos pies y el manito lo lanceó con artísticas verónicas que remató con la media clásica.
Una sola entrada a los montados a petición del matador y dos pares de banderillas propician el cambio de tercio.
Brinda su faena al gobernador señor Ibáñez Trujillo y comienza doblándose en pases de tanteo para seguidamente seguir por redondos rematados con el de pecho sobre la derecha. Dos series de naturales, rematadas con el de pecho, para pasar seguidamente a torear para la galería con pases redondos, circulares completos, adornos y desplantes espectaculares que llevan la euforia a los graderíos al tiempo que hace sonar la música.
Una faena alegre que llega al público por la vistosidad y las ganas de triunfo demostradas.
Nuevamente despacha al astado con una gran estocada hasta la bola lo que desató el entusiasmo en el publico con la petición de las dos orejas que la presidencia concedió.
Tras la vuelta al ruedo triunfal pasó a la enfermería donde fue asistido de un puntazo leve producido por una banderilla.

El tercero de la terna era Dámaso González, quien había despertado una gran expectación en Valladolid.
Su primer oponente de nombre “Torreato” herrado con el nº 37 de capa negra entrepelada y con 469 kilos de peso es un toro que podemos considerarlo como bravo.
Así lo demostró en los primeros compases con la capa a la que acudió con prontitud y codicia. El de Albacete se estiró en verónicas de buena factura.
En su encuentro con el jaco recibió un excesivo castigo en las dos entradas que realizó.
Dámaso González tras brindar al público realiza una faena de gran categoría.
Comienza con tres pases por alto continuando con la muleta en la mano derecha toreando por redondos bien rematados.
Buenas labor con la muleta en la zurda con naturales bien iniciados, ejecutados y rematados que son muy aplaudidos por la concurrencia.
El toro se va apagando consecuente al exceso de castigo en varas.
Dámaso en su afán de agradar, continúa en ese terreno de cercanía que tanto le gusta porfiando en una serie de circulares. En uno de ellos, estuvo a punto de sufrir un desaguisado. Dominando completamente al toro, haciéndolo el péndulo y realizando un desplante metiendo la cabeza entre los cuernos e incluso dándole cabezazos en el testuz. Todo esto es indudable que gusta al público asistente aunque desespere al verdadero aficionado.
Un pinchazo hondo bien colocado y descabello al segundo intento, acaban con la vida del toro de Salamanca.
El público pide la oreja y el presidente la concede, en una faena muy en torero.

El último toro de la tarde se llama “Dichoso” esta marcado con el nº 24. Es un toro negro de 455 kilos.
Se trata del toro con más cabeza del encierro.
Con dos entradas al caballo Dámaso pide el cambio que el usía concede.
Dos pares de banderillas, perfectamente colocados, propician el cambio de tercio.
En el comienzo de la faena de muleta el de Albacete se ve comprometido en el primer pase. Lo mismo le ocurre en los siguientes ya que el toro se cuela con mucho sentido. El toro se vence por ambos pitones pero Dámaso no se arredra continuando tratando de conseguir faena.
Cuando se convence de que "no hay nada que hacer ante semejante alimaña", continúa con pases de aliño sabiamente administrados en cuanto a duración de la faena.
Entra a matar. Dos pinchazos sin soltar y una estocada contraria ponen fin al cuarto festejo de feria, donde Dámaso González no ha defraudado a la expectación despertada.
Una corrida desigual en comportamiento y pareja en presentación con la que doña María Luisa Martín de Pérez Tabernero se ha lucido como ganadera.