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lunes, 2 de febrero de 2009

LA 4ª CORRIDA DE FERIA DEL AÑO 1971 EN VALLADOLID.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.











Hubo cambio en el cartel, al ser sustituido Francisco Ribera “Paquirri”, no reintegrado a sus actividades taurinas, por Curro Romero.
También hubo “piciazo” (como se dice por allá abajo) en la confección del cartel pues se colocaron indebidamente la antigüedad de la terna actuante.
Tarde espléndida para poder seguir una auténtica tarde de toros, no obstante lo cual, no se llenó, quedando el aforo cubierto en las tres cuartas partes de plaza.
Preside en comisario del Cuerpo general de Policía señor Zalama Herrera al que auxilia como asesor artístico Antonio Aguado Puertas “Larita”.
Como en días anteriores la Reina de las Fiestas señorita Marta Lorente ocupó su palco en compañía de su corte de honor vestidas con el típico atuendo rondeño.
Presenció la corrida, desde un burladero, el gobernador civil señor Ibáñez Trujillo acompañado por el Jefe Superior de Policía señor Navarro.
Los toros pertenecen a la ganadería de doña María Lourdes Martín de Pérez Tabernero del campo de Salamanca.

El primer toro de la tarde tiene por nombre “Menudito” es negro lucero, luce el número 9 y 501 kilos de peso.
Es el peón “Navarrito” el encargado de recogerlo con efectividad.
El maestro Curro Romero lo lancea con desgana lo que enerva al público asistente que siempre espera lo mejor del torero de Camas.
Con dos entradas al caballo se cambia el tercio para pasar al de banderillas donde los peones de Curro colocan tres buenos pares de rehiletes.
El toro no presenta dificultad alguna, pero no se que es lo que vería Curro que se limita a instrumentar una faena brevísima a base de pases por bajo y por la cara entre las protestas y el abucheo del público.
Los ánimos se soliviantan cuando Curro se dispone a matar al toro de un pinchazo hondo sin cruzar y otro sin molestarse en sacar el estoque de la forma más antirreglamentaria conocida. El puntillero se encarga de rematar el desaguisado en medio de una lluvia de almohadillas que llegan hasta la arena del ruedo. Una gran bronca es el ruido general que inunda el coso del Paseo de Zorrilla.
Todavía los seguidores del torero esperaban su reconciliación en el segundo enemigo confiados en que Curro destapara el “tarro de su esencias toreras”.

Sale el cuarto de la tarde que es el segundo de Curro Romero. Un toro con un excelente trapío llamado “Violetero” herrado con el número 32, cárdeno de capa y con peso de 443 kilos.
Aprieta en las dos veces en que se enfrenta al montado.
Con tres palitroques en lo alto se cambia el tercio.
Curro Romero comienza su faena a base de doblarse por ambos pitones para seguidamente a medida que le ha ganado terreno y lo ha sacado al tercio, estirarse en unos derechazos que hacen concebir esperanzas de algo grande.
Comienza el rum-rum de la plaza. En uno de los pases el toro le pega un “gañafón” y aquí se acabó todo.
Curro vuelve a la inhibición con la repulsa de los espectadores.
Abaniqueo por la cara y dos entradas a matar que propician dos estocadas delanteras y caídas con descabello al quinto intento.
Bronca sonora e improperios hacia el diestro que se ha reído descaradamente del público de Valladolid al inhibirse totalmente y “darle todo igual”.
Fue despedido con almohadillazos al abandonar el coso de Zorrilla.
Y hasta aquí el primer Curro de la terna. El Curro nuestro. El artista Romero. El irregular Romero, que hoy en nuestro coso ha dado la de arena.

El segundo de la terna era el mexicano Curro Rivera. El otro Curro, el bueno en el día de hoy. El que tuvo el santo de cara, porque aparte de andar muy bien con los toros pone de manifiesto su voluntad y deseos de agradar lo que ayer consiguió plenamente. El otro Curro. La otra cara de la moneda.
Su primer toro marcado con el nº 21, “Perruno” de nombre y negro de capa con 438 kilos de peso, era un toro muy bravo.
Curro se estira en unos lances buenos que remata con una media, que arrancan la primera ovación de la tarde.
Por chicuelinas corridas lleva al toro al caballo por dos veces recibiendo un buen castigo en ambas entradas. A la segunda salida, Dámaso González hace su quite por chicuelinas.
En banderillas parea con lucimiento “Solanito” que en su día fue matador de toros.
Es un toro de carril propicio al lucimiento con el que el mexicano saca todo su variado repertorio a base de redondos completos, circulares, pases de pecho, ayudados por alto y por bajo, pedresinas, manoletinas, acabadas en espectaculares desplantes. Todo en medio de alegría torera. Pases que llegan al público pero que a pesar de su bien inicio y remate pecan, a mi juicio, de excesiva rapidez.
Mata de una gran estocada hasta la gamuza que hace doblar al astado para que el puntillero acierte a la primera.
Estruendosa ovación con petición y concesión de las dos orejas y el rabo con las que da dos vueltas al ruedo.
También el toro es premiado con la vuelta al ruedo.

El quinto de la tarde, es el nº 30 “Fogonero” negro de capa y con 496 kilos. Se trata del segundo de Curro Rivera. Un toro con más dificultades que su primero, no obstante lo cual el mexicano salió a redondear un triunfo completo, venciendo las dificultades con vista y tesón.
El toro salió con muchos pies y el manito lo lanceó con artísticas verónicas que remató con la media clásica.
Una sola entrada a los montados a petición del matador y dos pares de banderillas propician el cambio de tercio.
Brinda su faena al gobernador señor Ibáñez Trujillo y comienza doblándose en pases de tanteo para seguidamente seguir por redondos rematados con el de pecho sobre la derecha. Dos series de naturales, rematadas con el de pecho, para pasar seguidamente a torear para la galería con pases redondos, circulares completos, adornos y desplantes espectaculares que llevan la euforia a los graderíos al tiempo que hace sonar la música.
Una faena alegre que llega al público por la vistosidad y las ganas de triunfo demostradas.
Nuevamente despacha al astado con una gran estocada hasta la bola lo que desató el entusiasmo en el publico con la petición de las dos orejas que la presidencia concedió.
Tras la vuelta al ruedo triunfal pasó a la enfermería donde fue asistido de un puntazo leve producido por una banderilla.

El tercero de la terna era Dámaso González, quien había despertado una gran expectación en Valladolid.
Su primer oponente de nombre “Torreato” herrado con el nº 37 de capa negra entrepelada y con 469 kilos de peso es un toro que podemos considerarlo como bravo.
Así lo demostró en los primeros compases con la capa a la que acudió con prontitud y codicia. El de Albacete se estiró en verónicas de buena factura.
En su encuentro con el jaco recibió un excesivo castigo en las dos entradas que realizó.
Dámaso González tras brindar al público realiza una faena de gran categoría.
Comienza con tres pases por alto continuando con la muleta en la mano derecha toreando por redondos bien rematados.
Buenas labor con la muleta en la zurda con naturales bien iniciados, ejecutados y rematados que son muy aplaudidos por la concurrencia.
El toro se va apagando consecuente al exceso de castigo en varas.
Dámaso en su afán de agradar, continúa en ese terreno de cercanía que tanto le gusta porfiando en una serie de circulares. En uno de ellos, estuvo a punto de sufrir un desaguisado. Dominando completamente al toro, haciéndolo el péndulo y realizando un desplante metiendo la cabeza entre los cuernos e incluso dándole cabezazos en el testuz. Todo esto es indudable que gusta al público asistente aunque desespere al verdadero aficionado.
Un pinchazo hondo bien colocado y descabello al segundo intento, acaban con la vida del toro de Salamanca.
El público pide la oreja y el presidente la concede, en una faena muy en torero.

El último toro de la tarde se llama “Dichoso” esta marcado con el nº 24. Es un toro negro de 455 kilos.
Se trata del toro con más cabeza del encierro.
Con dos entradas al caballo Dámaso pide el cambio que el usía concede.
Dos pares de banderillas, perfectamente colocados, propician el cambio de tercio.
En el comienzo de la faena de muleta el de Albacete se ve comprometido en el primer pase. Lo mismo le ocurre en los siguientes ya que el toro se cuela con mucho sentido. El toro se vence por ambos pitones pero Dámaso no se arredra continuando tratando de conseguir faena.
Cuando se convence de que "no hay nada que hacer ante semejante alimaña", continúa con pases de aliño sabiamente administrados en cuanto a duración de la faena.
Entra a matar. Dos pinchazos sin soltar y una estocada contraria ponen fin al cuarto festejo de feria, donde Dámaso González no ha defraudado a la expectación despertada.
Una corrida desigual en comportamiento y pareja en presentación con la que doña María Luisa Martín de Pérez Tabernero se ha lucido como ganadera.

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