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viernes, 13 de enero de 2012

¡SABEMOS DE PUYAS?

¿SABEMOS DE PUYAS?
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Eladio Avia fue un picador que formó parte de cuadrillas tan importantes como de las de Belmonte, Dominguín padre, García Malla y Corchaíto.
Cuando se retiró, se dedicó a la fabricación de puyas y banderillas.
Al morir, su hija continuó con el negocio ayudada por su esposo Alfonso Rojas Huelves, que fue aprendiendo con el tiempo y a base de constancia el nombre de Avia, que ya estaba muy acreditado en vida de su suegro, se convirtió en el más importante empresario de esta actividad que contaba con otros cuatro más; tres en Madrid, uno en Valencia y otro en Alicante.
El nombre se convirtió en marca de un negocio familiar artesano ubicado en la misma casa.
La lanza fue el primer arma utilizado en la lucha contra el toro.
Estaba montada sobre una vara de fresno con longitud comprendida entre los 18 y los 26 palmos, (según los autores) que aporta peso y fuerza, a la que se la practicaba unas aserraduras de soslayo a 3 o 4 palmos del hierro con la finalidad de que rompiera con facilidad. En la parte de atrás se le ponía un cuento de plomo como contrapeso al tiempo que se la señalaba la empuñadura encerada.
La lanza, cuando los nobles se dedicaron a rejonear toros, se cambió por el rejón definido como:”un asta de madera de avellano o fresno de 1,5 metros de longitud dotada de una mobarra (hierro cuadrado y delgado de 3 dedos de largo y una sortija por brocal) en la punta y una muesca cerca de ella que sirve para rejonear”.
Los autores no se ponen de acuerdo en quien da nombre al rejón, pues mientras unos lo atribuyen al hierro (moharra o cuchilla) otros, los del siglo XVII, se lo conceden a la vara y lo nombran como "garrochón".
En cuanto al material: unos abogan por la madera de pino o fresno con taladros para que quiebre y con una longitud media de 9 palmos para que no cabecee y pierda precisión por exceso de largura, de ahí que no deba exceder de 2 varas con el hierro incluido, mientras otros preconizan que su longitud ha de ser la misma que la estatura del usuario.
Respecto a los materiales, Vañuelas propugna la cuchilla de hoja de oliva que, del medio para abajo hacia el hierro, ha de ser más delgada que del medio para arriba.
Sánchez de Neira dice: “Debe ser de madera vidriosa para que quiebre. De una longitud de 7 cuartas (1,5 metros). Desde la punta es recto hasta una tercia antes de su remate, y éste va ensanchándose en forma cónica. Tiene un corte arriba formando puño, que hace fácil abarcarle por aquel sitio y además suele hacérsele una hendidura una tercia más arriba de su final inferior, con objeto de que quiebre con poco esfuerzo. La parte baja tiene un hierro o lanza en forma de hoja de rosal prolongada, muy punzante y cortante, y la madera suele pintarse de distintos colores y con diversos dibujos”
La PUYA procede de las garrochas que se utilizaban en el campo para manejar el ganado vacuno. Es una vara o garrocha que lleva una puya en su extremo.
La puya tiene por objeto el quebrantar la pujanza del toro.
José Daza dice de ella:”Las garrochas deben ser fresnos de Vizcaya, cuatro varas de largo, sin nudos, repelos ni astillas y con grueso adaptado a la mano del picador .Con tres filos vaciados a lima , liadas con un fiscal de cáñamo poco torcido, descubierta la punta como dos pulgadas y media procurando que el tope del cordel no quede abultado ni muy afilados los cuchillos de la porción que queda descubierta que estándolo, y demasiado grueso el tope, cortan la piel y entra el toro suelto y hará a su libertadlos daños que discurrir se dejan”.
Pepe-Hillo en su Tauromaquia describe la puya en estos términos: “La medida de la púa o de todo el hierro de la vara de detener , es una cuarta y dos dedos , es es, seis dedos el acero entre filos hasta el tope, que es un cordón del mimo hierro que sirve para detener las estopas y no se corran hacia el palo, para que no se descubra más de un dedo o dos de la púa o del acero afilado en tres cantos, el cual tiene un dedo o poco menos de grueso y los restantes siete dedos son la medida del cañón o cilindro (con un diámetro de 2 pulgadas más o menos) dentro del cual entra a fuerza de martillo o por medio de roscas del palo redondo de la vara de haya con una longitud de cuatro varas”.
Intervienen los picadores que no se ponen de acuerdo en la forma del tope como consta en el Archivo Municipal de Madrid donde un aficionado recuerda al Corregidor que el Conciliario D. José Zabala en 1791 hizo venir picadores desde Andalucía para sustituir a los contratados en la plaza de Madrid que abusaban en la suerte de varas por quitar el tope de las puyas.
Las primeras puyas tenían forma alimonada a la altura del encordelado. D. Pedro de Alcántara Colón duque de Veragua consiguió, en medio de la anarquía reinante, que el encordelado tomara forma de naranja y con esta forma se picó durante unos años hasta que algunos picadores, a la cabeza de los cuales se encontraba Francisco Calderón, se quejaron que con esta forma a veces solo se podía herir cuando se picaba de arriba abajo, por lo que el gobernador de Madrid D. Juan Moreno Benítez restablece la puya de limoncillo.
Más tarde surge una nueva polémica, ahora basada en la circunferencia de la púa misma. Estaba legislado que esta fuera de tres cantos o cortes, sacados a lima y no vaciados, por lo que se comenzó a prepararse las puyas a lima, pero como no se hacía a lima basta, porque producía rayas en el hierro, sino a lima finísima ayudada de paso por esmeril, convertía a los cortes en filo de navajas de afeitar.
El Reglamento de la plaza de Madrid de 1880 disponía: “Las puyas serán de forma triangular, afiladas con lima, pero no vaciadas, y sus cortes describirán la forma de una elipse. En los meses de abril, mayo y octubre, tendrán una longitud de once líneas (15 milímetros) y en los de junio, julio y septiembre, de doce (23 milímetros) por nueve (16 milímetros), respectivamente, debiendo ser los topes de forma alimonada. Las dimensiones de la vara dos metros sesenta centímetros”.
Los picadores fueron adelgazando cada vez más el tope alimonado, con lo que la puya iba penetrando cada vez más hasta que Pascual Millán propuso que se aumentara la longitud de lo descubierto de la puya, pero que este se ensanchara lo suficiente para cumplir su misión.
Es cuando salió el modelo de puya de Antonio Fernández Heredia (Hache), quien introdujo una varita giratoria colocada en su base y que servía de tope con la finalidad de evitar que murieran toros por penetrar toda la puya y parte de vara como ocurrió con un puyazo del célebre picador José Bayard “Badila” quien en la plaza de toros de Zaragoza el 25 de marzo de 1894 dejó el toro para el puntillero al picar con puya de limoncillo el quinto toro de una corrida de Saltillo que estoquearon Fabrilo, Fuentes y “El Litri” he írsele la mano al encontrar los blandos. Naturalmente hubo fuerte bronca hasta el extremo de que el Presidente pidió auxilio a la Guardia Civil
Por fin surgió el Reglamento del año 1917 que fijó el nuevo modelo de puya en el Artículo 29:
“Las puyas de las garrochas de picar serán cortantes y punzantes, afiladas en piedra de agua y no atornilladas al casquillo, sino con espigón remachado. Al final del acordelado, que tendrá un largo de seis centímetros, se fijará una arandela circular de hierro de 6 centímetros de extensión o diámetro y 3 milímetros de grueso. Los filos han de ser rectos y las dimensiones, tanto del tope como de la puya, serán,:en los meses de abril a septiembre 29 milímetros de largo por 20 de base, 7 en los ángulos o 9 en el punto central de la base de cada triángulo; en los de octubre a marzo, 23 de largo por 17 de ancho y las mismas dimensiones mencionadas en el tope. En las corridas de novillos se rebajarán 3 milímetros de largo a las dimensiones determinadas en las puyas de las corridas de toros, según la época, no variando el tope y arandela de las mismas. Las dimensiones de toda la vara serán de 2 metros y 55 0 60 centímetros".
¡Se sigue sin encontrar la puya ideal! de ahí que aparezca un nuevo Reglamento con fecha 1º de enero del año 1924 que decía lo siguiente:
“Las puyas tendrán en su base un tope de madera cubierta de cuerda encolada de siete milímetros de ancha en la parte correspondiente a cada arista. Nueve a contar del centro de la base de cada triángulo y ocho centímetros de largo. Terminando en una arandela de hierro de seis centímetros de diámetro y tres milímetros de grueso”
Pero seguimos con el mismo problema de ahí que surja un nuevo Reglamento en fecha 12 de julio de 1930 quien en su Artículo 32 dice:
“Las puyas tendrán la forma de pirámide triangular con aristas o filos rectos; serán de acero cortante y punzante. Afiladas en piedra de agua y no atornilladas al casquillo sino con espigón remachado. Sus dimensiones apreciadas con el escatillón moderno serán: 29 mm de largo en cada arista, por 20 mm de ancho en la base de cada cara o triángulo. Las puyas tendrán en su base un tope de madera de cuerda encolada se siete milímetros de ancho en la parte correspondiente a cada arista , nueve a contar del centro de la base de cada triángulo y de setenta y cinco a ochenta y cinco mm de largo. Terminado en una arandela circular de hierro de seis centímetros de diámetro y dos milímetros de grueso”.
En 1946 se ordenó por la Dirección General de Seguridad el ensayo en varias corridas de una puya con un tope a manera de farolillo o cazoleta, pero los picadores trataron de echarla abajo en los ensayos.
Y ese mismo año la Revista “El Ruedo” hace una encuesta con opiniones solventes sobre la suerte de varas. Intervienen en la misma:
D. Ramón Lacadena (crítico taurino conocido como D. Indalecio; Pepe Luis Vázquez, torero y ganadero, Joaquín Pareja rejoneador y rector de la ganadería de su tía Concha y Sierra; D. Francisco Rodríguez Martínez, Director General de Seguridad que era Teniente Coronel diplomado en Estado Mayor, inventor de una puya y excelente aficionado; D. Manuel Álvarez Andaluz y un largo etc.
Todos los encuestados están de acuerdo en que la suerte de varas, tal como se hacía entonces, era inadmisible y requería una reforma.
En 1952, el Sindicato de Ganadería, convocó a constructores e inventores a un concurso de puyas. Se presentaron las 20 de las fotografías:
Corresponden a los siguientes creadores:
1.-Tomás Fernández Valderrama de Bilbao.
2.-Manuel Suárez Yarza de Valladolid.
3.-Antonio Sánchez Gutiérrez de Cartagena.
4.-Fermín Lastra Cobeña de Madrid.
5.-José Navarro García de Barcelona.
6.-Antonio González Ruíz de Madrid.
7.-Primitivo Navarro Navarro de Zaragoza.
8.-Higinio Beloso Amigot de Tudela.
9.-Manuel Guijarro de Madrid.
10.- Maestro puyero de Sevilla.
11Lorenzo Carrasco de Madrid.
12.-José Aguilar Carriles.
13.-Lorenzo Carrasco de Madrid.
14.-Usaac Martín Pulido de Sevilla.
15.-Vicente Leal de Segovia.
16.-Joaquín Lasheras Payás de Zaragoza.
17.-Enrique Andrés de Zaragoza.
18.- Señores Mutiloa y Martínez de Pamplona.
19.-José Díaz y Díaz de Pamplona.
20 Vicente Lladró de Madrid.
De siempre la cuestión de las puyas ha sido un tema muy debatido tanto por ganaderos como por picadores y matadores. De tal manera que mientras los ganaderos estaban de acuerdo con la implantación de la puya de limoncillo con forma triangular y afilada a lima (no vaciadas) y con dimensiones variables según la estación del año, los picadores estilizaron el limón alegando que al estar el aguijón sobre una superficie redondeada no clavaba. Sino que desgarraba.
Todas estas controversias llevaron a que se celebrara una reunión convocada por el torero Ricardo Torres “Bombita Chico” quien mostró a sus compañeros el modelo de puya propuesto por los ganaderos La vieron pequeña y con sobrado tope.
El picador Antonio Calderón propuso dos tipos de puya (ambas con puya de quince líneas y once de anchura): una con limón y otra con tope.
Aparece una nueva puya dotada de una cazoleta que, según comentarios de los varilargueros encargados de probarla, parecía un colador o un cirial de los de la procesión del Rocío. No obstante la prueba se lleva afecto en el año 1946 en la plaza de Madrid en corrida de toros de D. Arturo Sánchez-Cobaleda, donde alternaban, Pepe Bienvenida, “El Choni” y Toscazo que tomaba la alternativa con el toro “Buenanoche” quien resultó un “bombón desperdiciado” y que fue picado por “Almohadilla”.
Las opiniones de los varilargueros actuantes en la corrida fueron:
“Almohadilla”: “Pega el borde antes que la puya y no deja ver donde se pega.
“El Gallego”: “Resbala sobre el pelo y la sangre del toro. Se nota mucho peso en el brazo”.
“Rubio de Salamanca”:Topa antes de entrar”.
“Barrerita”: “Pesa muchísimo”.
“Barrera”: “No se ve donde se tira el palo además de que éste cabecea mucho quitando seguridad en el encontronazo”.
“El Aldeano”: “Si cae vertical se pica bien. Pero si al tirar el palo se desnivela, ya no hay seguridad para apretar”.
Y después de todo lo expuesto, en la actualidad, seguimos con el problema de la puya que manejada de forma incorrecta por un picador montado sobre un blindado deja inútiles muchos toros que por ser bravos se emplean en exceso en la suerte de varas en el denominado monopuyazo.