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jueves, 7 de febrero de 2008

En los primeros años de mi llegada a Valladolid destinado como Jefe de los Servicios Veterinarios de la Academia de Caballería y tras tomar contacto con mi pasión, cual es el mundo del toro, un tarde-noche que asistí a una tertulia que tenía lugar en el, por aquél entonces emblemático hotel taurino, “Meliá Parque” intervine en el turno de preguntas, por aquello de “haberse metido” con mi profesión el ínclito ganadero Victorino Martín que había sido invitado por el no menos ínclito periodista Manuel Molés, para aclarar lo que se había tratado de tergiversar en manipulación manifiesta.
Victorino se permitió la “lindez” de “aseverar”, en una sala abarrotada de público, que: “la corrida que había presentado en Valladolid, y que fue desechada por los veterinarios, era debido a que estos profesionales no tenían ni idea de lo que es un toro bravo” y como los compañeros que formaban parte del Equipo Veterinario de la Plaza de Toros no replicaron (tal vez por aquello de ser funcionarios de la administración y temer las represalias) yo, que pertenecía a organismo distinto, una vez más, me erigí en defensor de una causa que consideré justa por aquello de que los toros “dejaban mucho que desear, tanto en pitones intactos como en trapío”. Por descontado que los compañeros veterinarios ¡habían cumplido con su obligación!, y había que hacerlo constar, si bien también hemos de reconocer que pasado un tiempo esos mismos toros fueron lidiados en la plaza de toros de Laguna de Duero (a escasos kilómetros de Valladolid) y que por su gran clase propiciaron el triunfo de la terna actuante. ¡Lo cortés no quita lo valiente!

Aquella misma noche al acabar el acto una persona se acercó a mí y me felicitó por lo que él había considerado una valentía: se trataba de Pedro Iturralde Castrillo crítico taurino de la cadena COPE y corresponsal de ABC que había denunciado por la radio, en el momento oportuno, lo acontecido con la corrida de los victorinos en Valladolid.
A partir de ese día nuestra sintonización fue aumentando hasta acabar en una amistad familiar. Intervinimos en múltiples coloquios taurinos por los pueblos y ciudades limítrofes y él fue quién presentó mi libro “Incursión por el mundo de los toros” en Gala de la Federación Taurina en el Casino de Castilla y León de Boecillo donde me dio la alternativa, como escritor taurino, un gran taurino escritor como es D. Emilio Casares Herrero.
Pedro siempre recurría al amigo cuando Canal 29 TV requería un espacio a llenar y naturalmente lo taurino, en aquellos comienzos de la cadena televisiva en Valladolid, “daba mucho juego” por lo que de improvisación tenía.
Solía ir por mi clínica de pequeños animales al final de la jornada, para tomarnos unos vinitos antes de irnos para casa que nos pillaban en el mismo barrio.
Un día a la caída de la tarde……

¡Va por ti, amigo Pedro!

AUSENTE POR CAUSA MAYOR.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ.- Veterinario y escritor.


Cuando a eso de la media noche, antes de disponerme a descansar tras haber dado unos retoques de corrección a mi nuevo libro taurino, miré por la ventana al exterior de la calle, pude ver como la escarcha cubría completamente de blanco los techos de los automóviles aparcados en batería en los sitios habilitados a tal fin.
¿Tal vez?, consecuente con una asociación de ideas, me acordé de la matinal invitación taurina rehusada, del frío que evité y del peligro que representan las carreteras con esas placas de hielo que, como trampa mortal –producen tantísimas víctimas en los crudos inviernos de nuestra Castilla; y me extrañó sobremanera, no tener noticias tuyas sobre cómo se había desarrollado el herradero al que me invitaste y no asistí –por imperativos profesionales- para que explicará ante las cámaras televisivas “in situ”, el desarrollo y finalidad del mismo desde mi perspectiva veterinaria. Una vez más pensé se te habría ido el “santo al cielo” como, tantas y tantas veces había ocurrido a lo largo de nuestra amistad.
A decir verdad, tampoco el hecho tenía la más mínima importancia, máxime cuando al día siguiente nos veríamos de seguro, para continuar la confección de ese trabajo en común que, el 12 de febrero ibas a desarrollar como presentador en Madrid, de la Gran Gala Nacional del Toreo en el Palacio de Congresos y Exposiciones y, que, te tenía más ilusionado que a un “chico con zapatos nuevos”.
Pero la llamada recibida fue muy distinta, pues alguien muy querida por ti me dio la brutal noticia del accidente sufrido, cuando yo estaba dispuesto, de ser tú el que llamaras, a darte novedades de los progresos realizados durante la tarde de ese sábado y coincidente con la hora del trágico accidente en ese trabajo de tu ilusión.
En la mañana de ese frío día 15 de enero, tu inseparable colaborador a través de muchísimas horas y muchísimos kilómetros, te llevaría bajo tu conducción – siempre lenta y prudente- a cumplir con la obligación como director de la confección del programa taurino rey de la televisión de nuestra Comunidad autonómica. Mi sitio de copiloto, había cambiado por mor del destino y, luego el inquilino en el regreso, perdería la vida cuando tu fiel "Ranger Rover" te jugó una mala pasada que, además, pone en peligro la vida de todo el equipo de filmación.
Esta vez la llamada no se había producido porque no habías podido hacerla desde ese móvil que siempre está ávido de noticias, dispuesto a darlas y a charlar –desde los sitios más inverosímiles- con los amigos a los que alegras con tus ocurrencias, a veces infantiles, pero siempre sinceras y llenas de cariño y amistad.
Atrás quedaron los signos marcados a fuego en los costillares, grupas y brazuelos de los becerros, las carreras y revolcones de los “laceadores”, el frío de los que presenciaron la faena campera que, fielmente, las cintas de las cámaras –más resistentes al brutal impacto- conservan grabadas en sus entrañas. Imágenes que, quiera Dios, muy pronto puedas comentar en tertulia con tus colaboradores de filmación y accidente.
Hoy estáis en la U.V.I del Hospital del RIO HORTEGA, en manos de un magnífico cuadro médico de urgencias, que está haciendo todo lo humanamente posible para que os recuperéis en medio de la zozobra de familiares, amigos y aficionados del mundo del toro que acude puntualmente a la cita de los partes médicos emitidos por los facultativos.
Y en una de estas citas, el Presidente de la Federación Taurina de Valladolid me pide un artículo para la Revista Federativa que he querido dedicar a quien tanto ha colaborado con esta federación y siempre ha aportado su escrito anual, cuyo lugar ocupará éste de tu amigo que lamenta la inactividad temporal en el desenvolvimiento de tu siempre magnífico trabajo en pro de nuestra incomparable fiesta taurina.
Nota adicional al día de la fecha:
Tras tres meses en la UVI a la que acudí diariamente, acompañando a las personas que más querías, para comunicarlas los partes que el equipo médico puntualmente me transmitía, un buen día… Dios te llevó a su Reino donde con toda seguridad le hablarás de toros y se reirá con tus cosas
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