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lunes, 18 de febrero de 2008

EL SIGLO XIX Y LA TAUROMAQUIA.

Por LUIS ALONSO HERNANDEZ. Veterinario y escritor.

Indudablemente existe una vinculación estrecha entre “vida española” y “vida taurina”, hasta el extremo de que se haya considerado la fiesta de los toros como la Fiesta más nacional de España.

Comenzamos el estudio en los comienzos del siglo XIX el día 11 de mayo de 1801 cuando el toro "Barbudo" de la vacada peñarandina de don Joaquín Rodríguez tras coger en la suerte suprema a José Delgado Guerra “Pepe-Hillo” lo remata en el suelo con una cornada que le atravesó el estómago y que en media hora acabó con su vida en la misma enfermería de la plaza de Madrid. Se suspendieron las corridas del ciclo de mayo.
En el mismo mes había encontrado la muerte en la plaza de toros de Granada, Antonio Romero hermano de Pedro Romero quien se había retirado dos años antes. Fue una cornada que prácticamente le destrozó la pierna derecha tras citar a recibir.
La Fiesta se había quedado sin líderes.
En el año 1805 el rey Carlos IV decreta la prohibición de las corridas de toros. Prohibición que se mantuvo durante tres años consecutivos.
La prohibición la levanta el rey Fernando VII tras la Guerra de la Independencia en el año 1808. Los toreros que actúan por aquel entonces son: Antonio Ruiz “El Sombrerero” y Juan León "Leoncillo" quienes rivalizan más políticamente que taurinamente en los ruedos, pues mientras “El Sombrerero” era absolutista, Juan León era liberal.
También eran distintos en su comportamiento, pues mientras Juan León era pendenciero y camorrista “El Sombrerero” era hombre cabal.
A “El Sombrerero”, sevillano y a quien hizo torero Curro Guillén, le hicieron la vida imposible los liberales hasta el extremo de que fue vetado en la plaza de toros de Madrid, (en dos periodos por espacio de 4 y 7 años) donde actúo muy poco. Murió pobre en un hospital el 20 de junio de 1860.
Fernando VII fue un rey aficionado a los toros. Tuvo su propia ganadería y fue el creador de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, en años de crisis de la Fiesta, donde puso como Director de la misma a Pedro Romero desempeñando las funciones de Subdirector, Jerónimo José Cándido. Estamos en el año 1830.
De esta escuela salieron diestros tan importantes como: Francisco Montes “Paquiro” y “Curro Cúchares”.
Ocurren cosas transcendentales en este siglo XIX, tales como la modificación del traje de torear, la sustitución de la redecilla por la coleta y la sustitución también del sombrero de tres picos por la montera.
En la década de los treinta de este siglo se presenta en Madrid el chiclanero Francisco Montes “Paquiro” que era un torero físicamente poderoso y variado. No artístico. Formó parte de aquél cántico que decía:
Para sabio, Salomón
“Paquiro” para torero;
para gobernar España,
don Baldomero Espartero
.
Otro competidor fue el torero aristocrático Rafael Pérez de Guzmán militar del regimiento de Caballería de Sevilla que dejó la profesión de las armas convirtiéndose en un torero ortodoxo, sobrio y con correctas maneras de trato. Murió a manos de unos bandoleros disfrazados de carlistas cuando montando un caballo, con la finalidad de estirar las piernas, se alejó de la diligencia en que también iba “Paquiro” camino de Sevilla procedentes de Madrid. Fue en el paso del toledano pueblo de La Guardia.
Y el tercero en discordia fue Juan Pastor “El Barbero” de Alcalá de Guadaira que se hizo torero de la mano de Juan León, pero que no pasó de ser un torero vulgar en el ruedo.
Aparece en este siglo, año 1836, la famosa Tauromaquia de “Paquiro” redactada por Santos López Peregrín donde trata los preceptos sobre la organización del espectáculo, los accesos a la plaza, el resguardo del viento y la implantación de los asesores taurinos en auxilio del Presidente de la Corrida.
Y once años más tarde 1847 Melchor Ordóñez jefe político de Málaga hace su primer ensayo de legislación taurina en la fecha del 1 de junio como autorización para las dos corridas de toros que se celebrarían los días 1 y 13 de junio y en las que exigía que los toros fueran de ganadería de primera clase y que los años fueran más de cinco y menos de ocho. Con posterioridad cuando fue gobernador civil de Madrid con fecha 30 de junio de 1852 aprobó el primer reglamento taurino que afectaba únicamente a la plaza de toros de Madrid. Constaba de 41 artículos en cuatro capítulos.
Hablando de la personalidad de los españoles, también en el siglo XIX hubo dos bandos con repercusiones políticas (derechas e izquierdas) y taurinas (“Cúchares” y “El Chiclanero”)
En la cuestión taurina se formaron dos bandos irreconciliables entre los partidarios de “Cúchares” y los de “El Chiclanero”.

“Cúchares” el madrileño criado en Sevilla con abolengo taurino (antepasado suyo fue Joaquín Rodríguez “Costillares” y tío carnal suyo fue Curro Guillén). Cuando trabajaba en el matadero de Sevilla, su madre le apuntó en la Escuela de Tauromaquia. Debido a sus extraordinarias condiciones taurinas, tanto el Director como el subdirector de la Escuela le protegieron hasta que él decidió dejar la Escuela porque ya había aprendido lo que necesitaba par empezar a innovar en el arte de la lidia de los toros.
Era un buen capotero y muletero que se caracterizaba porque sabía “andar muy bien a los toros” a los que dominaba y sometía con facilidad, de ahí que él prefiriera a los toros grandes de edad, peso y cornamenta y dijera: “los toros mayores, para los toreros mejores”. Excepcional puntillero.
Su competidor era José Redondo “El Chiclanero” a quien la vanidad le hizo creerse mejor que su propio maestro,Francisco Montes “Paquiro” Era un excelente banderillero, además de un buen torero clásico y elegante. Una de sus frases: “Yo soy redondo como mi apellido”. Muy querido por el público de Madrid como lo prueba la comitiva que acompañó a su entierro cuando murió de tuberculosis a las 34 años.
Ahora viene un periodo de decadencia artística taurina, que está ocupada por toreros que, en general, “atropellan la razón”, al tratar de ser más brutos que el toro. Son ellos: Antonio Sánchez “El Tato”, Antonio Carmona “El Gordito”, “Pepete”, Manuel Domínguez “Desperdicios” Y Cayetano Sanz, aunque naturalmente dentro de ellos hay excepciones. Se trata de una época donde la predilección por los toros baja a favor de las preferencias del público por la ópera, el teatro y las carreras de caballos.
Naturalmente hay parejas enfrentadas. Caso de Cayetano Sanz el aprendiz de zapatero a quién recomendó el duque de Veragua al banderillero “Capita” para que le enseñara el oficio. Al final se hizo un buen torero con sentido de la colocación y el temple. Frente a él, “Pepete” el típico torero considerado como “carne de toro” y que cómo todos los toreros con estas características gozó de las simpatías del público.
“Pepete” fue el padrino de pila de Rafael Guerra Bejarano “Guerrita”. Murió en 1862 a cuernos del toro miureño llamado “Jocinero” cuando trató de quitar al picador Antonio Calderón que había caído al descubierto El toro tras cogerle por una pierda lo lanzó al aire y lo remató con el otro cuerno en una cornada en el pecho que lo atravesó el corazón.
Antonio Sánchez “El Tato” torero mezcla de personalidades dimanadas de los toreros titulares de las cuadrillas de las que había formado parte (Juan Lucas Blanco, “Cúchares” y de otros por los que toma preferencias como “El Chiclanero” “Desperdicios”. Buen capotero, extraordinario matador al volapié y vulgar banderillero. Sufrió la amputación de la pierna tras contraer gangrena caseosa tras cornada del toro “Peregrino” de Vicente Martínez. Operación que soportó sin anestesia, fumándose un habano. La pierna fue metida en alcohol y expuesta en un escaparate de una botica de la madrileña calle Desengaño.
Su competidor fue Manuel Domínguez “Desperdicios” que nació en Gelves y que por ser alumno de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, su director viendo sus “buenas maneras” dijo de él: “este muchacho no tiene desperdicio”, de ahí su apodo. Perdió un ojo alternando con “El Tato” en la plaza de toros de El Puerto de Santamaría a consecuencia del pitonazo que le propinó un toro de Concha y Sierra. Llevó el ojo sujeto con un pañuelo mientras colgaba del nervio óptico fuera de la órbita. Cuando llegó ala enfermería dijo: “Bah no son más que desperdicios”.Toreo hasta los 60 años y no consintió aceptar el homenaje que se le quería dar a pesar de vivir en la indigencia. Dicen que fue el inventor del farol y del toreo de rodillas.
Antonio Carmona “El Gordito” fue el inventor del quiebro de banderillas que estrenó en la plaza de Madrid en 1858.
Pero el enfrentamiento más espectacular es el protagonizado por los diestros: Rafael Molina Sánchez “Lagartijo” y Rafael Sánchez Povedano “Frascuelo”. El enfrentamiento entre la elegancia y el buen estilo con el valor seco y el dramatismo.
El cordobés “Lagartijo” ha sido uno de los toreros más largos y completos de todos los tiempos del toreo. Dominaba todos los tercios y únicamente bajaba un poco en la suerte suprema, donde sus estocadas delanterillas se denominaron “medias lagartijeras”.
Era tal su empaque que se llegó a decir que: “se podía pagar el precio de la entrada sólo por verle hacer el paseíllo”.
Fue un torero muy seguro pues en sus 5000 toros estoqueados solamente recibió una cornada. Además el mismo solía decir:”si alguna vez me coge un toro será bravo y noble”.
Su oponente fue el granadino de Churriana “Frascuelo” todo valor y torpeza, de ahí sus treinta cornadas.
El enfrentamiento entre estos dos toreros fue tal que en una ocasión el Presidente de la corrida hubo de llamarlos al orden para que cesaran en sus temeridades, porque “Lagartijo” se arrodilló ante la cara del toro, “Frascuelo” lo hizo pero de espaldas, hasta acabar los dos tumbados en la arena ante la cara del toro.
Pudo haber otro torero capaz de competir con estos dos. Se trataba de Francisco Arjona “Currito” el hijo de “Cúchares” pero su indolencia se lo impidió.
Finalmente he de decir que fue el siglo de los Reglamentos Taurinos pues además de el de Melchor Ordóñez se dictaron: el de Sevilla en 1858, el de Guadalajara en 1862, el de Logroño en 1963, el de Jaén en 1967, el de Cádiz en 1972.