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sábado, 20 de febrero de 2010

POESÍA TAURINA SEXTA.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
EDUARDO DE BUSTAMANTE.- Este poeta, cantor de la fiesta brava compuso este poema titulado “Despejo”:
“Quien quiera ver la gloria …corregida,
que se ponga una tarde en la Cibeles
al entrar o salir de la corrida!
Sinesio Delgado.

Ni hay cuadro en todo el orbe tan animado
ni pinceles que copien tanta alegría.
Perdónenme este rasgo de desenfado
las hermosas regiones de Andalucía.
Podrá tener la tierra donde he nacido
el cielo más hermoso del mundo entero,
las campiñas más ricas de colorido,
las hembras de más garbo, demás salero;
inundará el planeta de “cantaoras”,
nidos de ruiseñores con forma humana,
y será en todo tiempo y a todas horas
la cuna en que se mece la lira hispana.
Pero en punto a entusiasmo por las corridas
no hay quien, de los Madriles, raye a la altura,
y quedan las provincias oscurecidas
ante afición tan grande, que ya es locura.
Son las tres: se inaugura la temporada
con un cartel que colma las ambiciones,
y hacia el circo la gente va, desalada,
en el circo cifrando sus ilusiones.
El cielo despejado; la tarde fresca;
precios…los de costumbre; todo convida.
Salvo que de repente se arme la gresca,
promete ser la tarde muy divertida.
Ya no hay en el despacho ni un mal tendido;
los tienen los benditos revendedores,
que darán “una sombra” por un tendido
y aun dirán que hacen gracia de sus “valores”.
Pero el aficionado de pura raza
-y en Madrid lo son todos en sumo grado-
no dejará esta tarde de ir a la plaza
aunque saque el bolsillo descalabrado.
Y allá van los Madriles, a pie o en coche;
los pobres y los hijos de noble cuna;
desde el que de sus rentas hace un derroche,
al más desheredado de la fortuna.
Es un “sport” extraño, que da mareo,
de “ripperts”, de tranvías y de “simones”,
que termina en las puertas del coliseo,
lleno de peripecias y de emociones.
Y en rápida carrera tornan y vuelven
por la anchurosa vía que lleva al coso,
y entre nubes de polvo, que los envuelven,
van produciendo un ruido vertiginoso.
Entre tanto, la andante chulapería
fluye por todas partes con donosura,
y en brillante desfile va su alegría,
luciendo de consumo con su hermosura.
¡Hay que ver las mujeres que da la corte
cuando solas o en grupo van por la calle,
con su pisar menudo, su altivo porte
y el mantón de Manila ceñido al talle…!
La mujer madrileña triunfa ella sola;
de todas las mujeres del orbe entero,
es el tipo genuino de la española
que vuelve a todos locos con su salero.
Y al verla ir a los toros, pasito a paso,
balanceo de hechuras con tal desgaire,
el mismísimo cielo se queda raso
para decirla flores que lleva el aire.
¡No es posible que el mundo tenga pinceles
que de cuadro tan lindo den cabal traza,
y es preciso pasarse por la Cibeles
a la hora que sale o entra en la plaza!
… … … … … … … … … …
Ya ha ocupado su puesto la Presidencia;
clarines y timbales dan la salida,
y el público da muestras de su impaciencia;
con que, lector amigo, con su licencia,
me voy a ver los lances de la corrida.
LA QUINTA CORRIDA DEL CICLO FERIAL VALLADOLID 1974.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

La quinta corrida de feria, había despertado un interés inusitado, por lo que la reventa hizo su agosto con un mes de retraso.
Lleno hasta la bandera.
Y como siempre suele ocurrir: “Corrida de expectación, corrida de decepción”. Toros importantes y toreros jóvenes y animosos, pero… los astados de herederos de don Manuel Arranz, carentes de fuerzas, que rodaron alarmantemente por los suelos, dieron al traste con las ilusiones de “Palomo”, “Capea” y Domínguez quienes fueron incapaces de llevar el evento a las cotas presagiadas.
Como siempre preside el comisario jefe del Cuerpo General de Policía asesorado en esta ocasión por Fernando Merino y también, como casi siempre, el palco número 13 está ocupado por la Reina de las Fiestas acompañada por el cortejo de sus damas de honor.
Las nubes del cielo propiciaron una temperatura agradable para la corrida de toros.

Sale el primero, número 76, negro de capa, “Repollito” de nombre y 516 kilos de peso.
Su lidia corresponde a Sebastián Palomo “Linares” quien al salir al ruedo es recibido con una cálida ovación. Cinco verónicas componen el saludo del espada al de Arranz.
En la primera entrada al caballo lo derriba y el toro trata de subirse encima del caballo para coger a Paco Atienza que quedó en lo alto. Nueva entrada para recibir un picotazo, tras el cual el tercio es cambiado.
Con par y medio de rehiletes se cambia el tercio.
Palomo Linares brinda al público. Comienza portando la muleta en la mano derecha, con dos series de redondos que son aplaudidas. Nueva serie con la mano izquierda en naturales bien ejecutados y suaves. Música.
Nueva serie de naturales abrochados por un excelente pase de pecho. Ovación.
Adornos variados que son jaleados y entra a matar logrando una estocada ligeramente caída. Acariciando el testuz del toro lo lleva a las tablas del tendido 5, donde descabella al tercer intento.
Es premiado con ovación y vuelta la ruedo

Su segundo cuarto de la tarde. Es el número 55, otro negro que se llama “Generoso” y pesa 510 kilos. De salida sufre una espectacular voltereta de la que sale dolorido y por esta causa los dos primeros tercios transcurren en medio de una gran bronca, al pedir el público la devolución.
Palomo Linares comienza su faena de muleta en medio de un ambiente un tan hostil, para con faena porfiona y voluntariosa lograr unas buenas series de redondos y naturales, que rematados con adornos, fueron capaces de cambiar el ambiente y ser aplaudido al reconocer el mérito de lo conseguido.
El diestro de Linares se pasó en la duración de la faena.
Mató de estocada hasta la mano ligeramente trasera, que propició la echada. El puntillero lo levanta. "Palomo" se dispone a apuntillarle, momento en el que el de Arranz dobla definitivamente.
Se pide por parte del público el trofeo que la presidencia concede. “Palomo” da la vuelta al ruedo en medio de protesta de una sección del público de la sombra, por la concesión del trofeo.

Sale el segundo toro de la tarde cuya lidia corresponde al “Niño de la Capea”. Es un toro negro marcado con el número 55, de nombre “Generoso” y 480 kilos de peso.
Capea lo saluda con cuatro verónicas ajustadas que son aplaudidas.
Al recibir el primer picotazo el toro se cae por lo que Capea pide el cambio de tercio.
Fáciles en banderillas están Juan Cabello y Manuel de la Haba.
Pedro Gutiérrez Moya se encuentra con un oponente de media arrancada al que hay que provocarle desde un terreno cercano.
Buenas series de redondos y naturales que merecen los sones de la música.
Pedro demuestra valor y conocimiento en la faena realizada.
Nueva serie de tres naturales al final de la cual resulta achuchado.
Finaliza su faena con unas orteguinas ejecutadas a medias, y desplantes de rodillas.
En la suerte suprema, tras dos pinchazos, logra una estocada entrando recto que permite el descabello a la primera. Es premiado con ovación y vuelta al ruedo, mientas el toro es pitado en el arrastre.

Su segundo, número 91, “Gamonito”, negro de capa y con 520 kilos de peso, de salida se derrumba por dos veces y, ante este panorama, la lidia transcurre en medio de bronca por parte del respetable, y a pesar de que Pedro lo toreó siempre con la muleta por alto en pases suaves tratando de que no besara la arena, la faena no podía remontar. Las palmas premiaron la labor del salmantino que fue toda voluntad y buenos deseos.
Mata de pinchazo y estocada y recibe plamas.

Sale el tercero de la tarde. Luce el número 83. Se llama “Tendero” y es un toro negro con 481 kilos.
Roberto Domínguez que fue aplaudido al hacer el paseíllo, recibe al toro con cuatro verónicas superiores que son ovacionadas.
Tras la salida del caballo de picar realiza su quite que se compone de dos lances de delantal rematados con una media verónica, muy torera, merecedora de una ovación.
Buen tercio de banderillas a cargo de Federico Navallón y Manuel Cruz.
Brinda la faena al doctor Fernández Zumel que ocupa barrera del tendido 7, y comienza con tres estatuarios al filo de las tablas para continuar con dos pases por bajo y una serie de redondos muy toreros. Comienza a sonar la música.
Porfiando con el toro para que embista, logra una buena serie de naturales a la que sigue otra realizada con empaque y suavidad.
Trata de agradar a sus paisanos y por ello finaliza su faena de muleta en medio de desplantes y jugueteos vistosos ante un toro no propicio al lucimiento, pese a lo cual, Roberto estuvo muy torero toda la tarde.
En la suerte suprema ha de entrar dos veces a matar logrando una estocada perpendicular en la primera y otra entera en el sitio que hace doblar al astado y propicia el puntillazo de “Romerita”
Se solicita la oreja que es concedida, y que ante algunas protestas el diestro rechaza, dando la vuelta al ruedo en medio de clamorosas ovaciones.

El sexto y último de la tarde. Es el número 15, “Trapero” un negro de 470 kilos.
Roberto Domínguez le saluda con unas verónicas en las que el toro muy pegajoso le acosa y le compromete en el remate de las mismas. Se cierne mucho por el pitón derecho. Aplausos.
El toro demuestra una falta de fuerzas alarmante por lo que Roberto abrevia en una faena sin ligazón, con pases sueltos que demostraron al público que el toro no valía.
Lo pasaportó de estocada tendida y descabello a la primera.
Los toros de los herederos de Manuel Arranz bonitos de lámina demostraron falta de casta y tal vez por ello de falta de fuerzas.