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martes, 23 de noviembre de 2010

LO QUE NOS QUEDARÁ POR VER A LOS TAURINOS.

LO QUE NOS QUEDARÁ POR VER A LOS TAURINOS.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Nuestras plazas de toros habían cobijado espectáculos de todo tipo muy diferentes del fin primordial. Desde circos hasta veladas de boxeo, pasando por festivales de cante diverso y hasta saltos de motos, pero nunca vimos un coso taurino convertido en cocedero gigante de mariscos aptos para la degustación inmediata.
Pero como los “tiempos adelantan que es una barbaridad” como rezaba la canción de la zarzuela “La Verbena de la Paloma”, todavía está por ver las sorpresas que la evolución de esta loca sociedad nos pueda deparar.
En nuestro paseo diario por las amplias aceras del Paseo de Zorrilla llegamos a la plaza de Toros de Valladolid. Nos llamó  la atención que la puerta de acceso número 3 se hubiera convertido en una llamativa entrada donde los carteles no contenían motivos taurinos sino otros correspondientes a otro sector, también económicamente potente, como es el marisquero.
De siempre se ha dicho que “el hambre agudiza el ingenio” y, en estos momentos de crisis, los sectores económicamente fuertes (por no estar al alcance de cualquier economía) han de ponerse a la altura de las circunstancias para poder sobrevivir.
En el caso que trato, el sector taurino ha puesto el lugar donde celebra sus corridas al servicio de otro sector que trata de poner en contacto su motor económico con la gran masa para,  mediante un consumo masivo, abaratar sus precios y dar salida a los productos perecederos.
Es una forma de simbiosis donde el empresario taurino palia en cierta medida las pérdidas ocasionadas por una temporada mediocre en asistencia de público, dando utilidad al tiempo muerto de actividad de su coso al solucionar el alojamiento puntual al sector marisquero.
Una enorme carpa ocupa casi todo el ruedo, y su interior perfectamente acondicionado, alberga una colosal marisquería donde en mostradores específicos se pueden adquirir, al peso, las cantidades de mariscos que cada estómago, acorde con las posibilidades económicas de su dueño, sea capaz de albergar.
Unas mesas interminablemente largas de madera perfectamente tratada y barnizada con sus correspondientes bancos, serán asiento final de los platos para su degustación.
No es necesario desplazarse a Coruña para poder degustar a precios razonables el inmenso tesoro de esos mares septentrionales. ¡Galicia ha venido a Valladolid! como otras veces lo ha hecho a otras provincias del interior peninsular para ofrecernos sus mariscos y sus caldos como si de los aledaños de la plaza de María Pita se tratase.
Se ha utilizado la puerta 3. La que está a la izquierda de la estatua erigida en memoria de Fernando Domínguez apoyado en un burladero. La que durante años hemos visto dos veces diarias en nuestro ir y venir de nuestro trabajo camino de casa y cuando de manera intuitiva recitábamos los versos de Rafael Duyos titulados “Toros junto al Pisuerga”.
Una vez dentro del corredor que conduce a las escaleras de los vomitorios, de manera programada te llevan hacia la puerta que desde el antiguo patio de caballos (mutilado en su día para construcción de pisos de lujo cuando el boom constructivo) accede directamente al interior de la carpa.
¡Precios competitivos de los que el empresario taurino debería tomar buena nota para abaratar el precio de las entradas en la próxima temporada!
Mientras degustaba unas cigalas a la plancha, me sentí un poco sacrílego por el lugar donde las estaba consumiendo cuando en otros tiempos en que pude pisarle, durante mi etapa de veterinario componente de uno de los equipos de reconocimiento de esta bendita plaza de toros del paseo de Zorrilla, me limite a ver el ruedo pero nunca tuve la osadía de pisar.