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domingo, 12 de diciembre de 2010

Una cosa es predicar, y otra,... dar trigo.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Al final resultó que el Nobel fue el prestigioso y serio Nobel, y que la parafernalia que se montó en torno a la  montera de Curro se quedó en anécdota, que, en el caso de entrega del más prestigioso galardón de las Letras, es en lo que se podía quedar.
¿Cómo alguien ha osado pensar que Vargas Llosa iba a colocar en el atril, junto a la cuartilla del discurso, la  montera de Curro Romero, como icono reivindicativo de nuestra Fiesta más nacional?
Por muy agradecido que, el flamante Nobel, estuviera a los taurinos por haberle concedido el “III Premio Manuel Ramírez de Artículos Taurinos”, consecuente con su artículo “Torear y otras maldades”, o tal vez por haberle concedido el XVIII Pregón Taurino sevillano, no podía, ni el protocolo le permitiría, llevar una montera al acto.
En Sevilla, y en ambas ocasiones, llevó el Nobel a los discursos pronunciados, con aquellas frases de:
La Fiesta de los toros es un espectáculo con algo de danza, de pintura, de teatro y de poesía”
“Un show que se identifica con la tradición española”
“Una Fiesta, dura y con cierta crueldad” donde “El toro solo existe en los países donde hay corridas y allí son tratados con cariño y amor extraordinarios”
“Entre todas las artes, acaso la más difícil de explicar racionalmente sean las corridas de toros, una fiesta que conquista las emociones y sensaciones, esa facultad de percibir lo inefable, lo innominado que fraguan la sensibilidad y la intuición, exactamente como ocurre con la poesía o la música”
Los premios Nobel consecuencia final del testamento que en 1895 hiciera el industrial y filántropo sueco, ALFRED NOBEL (1833-1896) donde su fortuna de 33 millones de coronas la entregó para que dividida en cinco partes iguales se distribuyera entre las cinco personas que aportaran cada año mayores beneficios a la humanidad en los campos de la Física, la Química, la Fisiología o Medicina, la Literatura y la Paz. Premios que se crearon en el año 1900 con la consolidación de la Fundación Nobel presidida por el Director Gerente Ragnar Sohlman, que los candidatos son seleccionados  por la Academia Sueca y que se conceden tradicionalmente el primer jueves del mes de octubre.
Vargas Llosa es el premio literato que ocupa el 11º puesto y el primer peruano. Premio literato demasiadas veces polémico en su concesión que incluso ha llegado a ser rechazado por dos ganadores: Boris Leonidovich Pastemak en 1958 y Jean – Paul Sartre en 1964.
Finalmente el premiado, en Estocolmo: se “machacó las posaderas”, sufrió una afonía que casi le impidió leer la cuartilla protocolaria de agradecimiento, lloró, se fotografió junto al rey sueco, y padeció las entrevistas a que son sometidos por la prensa mundial todos los Nobeles. De la montera…no sabemos si finalmente se limitó a viajar.
Montera,a la que ya tendrá tiempo, el nacionalizado y flamante Nobel de la Literatura, de reivindicarla y exhibirla en cualquiera de los numerosos homenajes que, a partir de ahora, le organicen los taurinos en busca de allanar ese camino en defensa de la Fiesta de toros que ellos son incapaces de defender.