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domingo, 14 de febrero de 2010

POESÍA TAURINA SEGUNDA,
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ। Veterinario y escritor.

ÁNGEL CAAMAÑO “EL BARQUERO.- Fue un cronista de toros muy popular y fácil poeta, como se aprecia en esta composición suya titulada. “¡Resumen!”

Salvo mejor opinión
entiendo, amables lectores,
que todos los lidiadores
merecen una ovación.
Si es la noble compasión
por todos enaltecida
cuando sencilla y sentida
a la caridad se ofrece
¿qué galardón no merece
si hay riesgo para la vida?
…..
Sobre la candente arena
gallardo el diestro aparece
y al cornúpeta embravece
su inteligencia serena.
Nutrido aplauso resuena
del circo en toda la anchura
Más ¡ay!, que muy poco dura,
pues cambiando de repente
ante la luz refulgente
se interpone nube oscura
……….
Vida, juventud bravía,
aspiraciones honradas
mil y mil dichas soñadas
con infantil alegría.
¡Todo acabó! Flor de un día
Fue, no más, vana quimera.
De la terrenal espera
abandona un ser la escoria
y llorando su memoria
queda una familia entera.
……
Después..; después la explosión
Del humano sentimiento
de caridad el lamento
nacido en el corazón.
Uno…dos...,veinte…un millón
de amigos del que ha caído
¿Qué hace falta? ¿El decidido apoyo del compañero?
¡Ahí va que nunca el torero
la ingratitud ha sentido!
……
Esto ha pasado. Esto es
lo que unos y otros han hecho
presentando el rudo pecho
a la furia de una res.
No con mezquino interés
sí con cariño y verdad
y mostrando la bondad
en el trabajo encarnada,
y solamente inspirada
en la santa caridad.
…..
Ignoro, pues la opinión
que el pueblo aficionado
de la plaza habrá sacado
en la taurina afición.
Yo, atendiendo al corazón
caritativo que tiene
el que a luchar se previene
prensando en una obra buena,
mi pluma de gozo llena
hoy la critica contiene.
…..
Reciban mi parabién
los valientes matadores;
peones y picadores
que lo reciban también.
Gozosos todos estén
por la obra realizada.
Del pobre Juan ya no hay nada;
más nuestro acto valiente
recordará eternamente
su memoria idolatrada
.

Esta composición se dedicó a los diestros que, con desinterés, torearon a beneficio de la familia del infortunado matador de toros Juan Gómez de Lesaca, muerto por un toro.

Ángel Caamaño Izquierdo “El Barquero”, nació y murió en Madrid en los años 1821 y 1927. De joven fue banderillero y matador de toracos en aquellas plazas pueblerinas de carros y talanqueras. Luego de mayor se convirtió en intruso periodista taurino y excelente versificador para entrar a trabajar en el prestigioso periódico “El Heraldo” de Madrid donde sus crónicas taurinas se caracterizaban además de por su rigor y veracidad, por su amenidad.
Su apodo surgió de que Ángel como crítico estuvo siempre dispuesto a decir a los toreros de aquellas época, denominada “edad romántica del toreo” las “verdades del Barquero”.
Cuando murió “Frascuelo” la crónica de “El Barquero” finalizó así:
“Frascuelo" ha muerto. Reciba usted, “Lagartijo” el pésame más sincero”
Dos paradojas de su vida fueron:
El quedarse con las ganas de conocer personalmente a Maolillo “El Espartero” por falta de tiempo, cuando se le iban a presentar en el Café Inglés precisamente la mañana de su muerte.
La segunda que habiendo abandonado la escuela cuando apenas sabía escribir, luego el destino hizo que su pluma fuera el principal sustento de su familia.