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lunes, 15 de febrero de 2010

LOS TOROS SON CULTURA. UNA PRUEBA MÁS.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Corría el año 1999 cuando el entonces Secretario de Estado de Cultura, el vallisoletano D. Miguel Ángel Cortés Martín, prologaba un libreto con el título LA COLECCIÓN DE TOROS Y TOREROS DEL MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA que había escrito D. Jesús Urrea.
D. Miguel Ángel justificaba la adquisición por parte del Ministerio de Educación y Cultura del importante lote de esculturas que representan la Corrida de Toros, a propuesta de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español quien, además consideró como lugar idóneo de ubicación expositiva las salas del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, y que desde el 4 de julio del 2008 pasó a denominarse Museo Nacional Colegio San Gregorio, ciudad que además cuenta como patrón, desde 1746, con el patrón de los toreros san Pedro Regalado.
D. Jesús Urrea Fernández, vallisoletano nacido el 21 de diciembre de 1946. Licenciado en Filosofía y Letras. Doctor en Historia del Arte y Jefe del departamento de esta especialidad en el Museo del Prado. Adjunto (desde 1992 al 96) a la Dirección de la Pinacoteca Nacional y autor de numerosas publicaciones y artículos sobre el Renacimiento y el Barroco.
Secretario de la Real Academia de Bellas Artes de Valladolid, de la de Historia de San Fernando de Madrid, Santa Isabel de Hungría de Sevilla y San Jordi de Barcelona a la vez que Comisario de varias exposiciones pictóricas.

En este libreto el señor Urrea nos dice que D. José Sánchez de Neira cuando publica en 1896 su libro titulado “Gran Diccionario Taurómaco” se lamenta de no haber sabido cual era el nombre del escultor de las figuras de talla que representando a toreros y caballos tiene en su palacio "La Alameda" cerca de Madrid el excelentísimo señor duque de osuna y del Infantado
Son las que se han adquirido y que se atribuyen al escultor granadino Pedro Antonio Hermoso (1763-1830), sin que estén de acuerdo en este padrinazgo el académico D. Agustín Cea Bermúdez, ni Ossorio y Bernard, ni el conde de Vinaza, ni el historiador de escultura Enrique Serrano Fatigati, que nos la catalogan dentro de minuciosa lista de su producción.
Sí le considera como padre de las mismas, el conde de las Almenas cuando las cataloga en su Catálogo de la exposición "El arte de la tauromaquia" que la Sociedad Española de Amigos del Arte del año 1918, donde dice que el artista granadino las hizo bajo la dirección de Goya.

Posteriormente en el catálogo de la exposición dedicada al "Arte del Toreo" organizada por el Ayuntamiento de Sevilla en 1945, donde figuraron cinco de las esculturas que componen estos siete grupos, se las describió como “figuras de tallas vestidas de la época de Goya”.
Estudiados posteriormente en el año 1951, estos grupos policromados con escenas taurinas, por la historiadora de la escultura española María Elena Gómez Moreno las incluye dentro del catálogo del artista granadino considerándolas como una “nota original aunque no por el sabor clasicista de su interpretación” y en el mismo año hace lo mismo el especialista escultórico Enrique Pardo Canalís en su libro “Escultores del siglo XIX” donde reconoce que Hermoso “dio una nota de sabor casticista con sus pequeños grupos de de temas taurinos” y a él pertenecen los Grupos de tema taurino propiedad del duque del Infantado.
María Elena Moreno vuelve a estudiar en el año 1993 la figura del escultor Hermoso y le atribuye las figuras que posee el duque del Infantado donde encuadra las representaciones de 50 centímetros de altas correspondientes a “Pedro Romero entrando a matar”, “Costillares después de una estocada” o “El picador Morilla sorprendido por el toro al ir a ejecutar la suerte”, Esculturas que, según la historiadora, “responden a un gusto muy granadino por la escultura pequeña y preludian los barros románticos de los talleres de Granada y Málaga”
Pero hasta el momento actual nada hay categórico respecto a quien fue el autor de las esculturas.
Procedencia de las esculturas: Según Sánchez de Neira las figuras fueron adquiridas por el coleccionista de obras de arte D, Pedro Téllez Girón en la venta de los bienes que fueron embargados, por real decreto de 17 de octubre de 1833 al infante de España D. Carlos María Isidro de Borbón hermano del monarca Fernando VII al no acatar las disposiciones sucesorias de éste. Posiblemente el infante las recibiera de su padre Carlos IV como herencia.
D. Pedro Téllez las llevó a su Quinta de Canillejas conocida como la “Alameda de Osuna” hasta que al arruinarse, sus colecciones fueron dispersadas, adquiriendo parte de ellas el duque del Infantado que las llevó a su "castillo de Viñuelas" (Madrid).
Igualmente Sánchez de Neira nos identifica a los toreros representados en las esculturas: son Joaquín Rodríguez “Costillares”, Pedro Romero, José Delgado Hillo el picador Laureano Ortega de Isla natural de Puerto de Santa María y el banderillero Manuel Rodríguez Nona “Nonilla”. Todos ellos participantes en las corridas reales celebradas en la Plaza Mayor de Madrid y organizadas por el corregidor D. José Antonio de Armona con motivo de la exaltación al trono del monarca Carlos IV y la jura del príncipe heredero el futuro Fernando VII.
Según Sánchez de Neira dice en su libro que todo el conjunto escultórico se componía “de cinco grupos de a tres toreros en tres suertes de matar y dos de varas con un grupo de mulillas arrastrando al toro, y un alguacil a caballo”.
Los grupos se hallan integrados por un total de veintisiete figuras, diez y ocho de las cuales son toreros, tres son caballos, dos mulillas y los restantes toros.
-El alguacilillo a caballo acompañado de dos toreros.
-El banderillero Manuel Nonilla acompañado de otro peón.
-La suerte de varas del picador Laureano ortega de Isla.
-Un picador con el caballo herido.
-El matador Pepe-Hillo herido acompañado por dos toreros.
-Pedro Romero entrando a matar el toro.
-Pepe-Hillo señalando la muerte del toro ante Costillares y otros dos toreros.
-Dos peones preparan el enganche del toro muerto.
-Las mulillas fustigadas por un mozo.
Hay que destacar que todas las figuras humanas aparecen vestidas con trajes que responden a los atuendos toreriles de la época y los caballos y las mulillas se encuentran enjaezadas apropiadamente.
El tamaño medio de las figuras de a pie es de 60 centímetros, mientras que las montadas a caballo alcanzan 1 metro de altura. Figuras proporcionadas tanto humanas como de animales. Talladas en madera y policromadas sus cabezas y manos, alguna tiene sus brazos articulados lo que permite distintas posiciones.
Como anécdota curiosa, cuenta Sánchez de Neira, que de la colección que poseía el duque del infantado en la finca “La Alameda de Osuna” fue sustraída una escultura que era la que representaba a Pepe-Hillo, que apareció en el "Rastro" madrileño y fue localizada por el restaurador Sr. Fonseca quien la adquirió por 2.000 reales. Estaba sin el traje original. El nuevo traje lo confeccionó el sastre del Teatro Real Sr. París.
¡Esculturas que ningún vallisoletano aficionado a nuestra Fiesta debe dejar de admirar!
POESÍA TAURINA TERCERA.
Por LUIS ALONSO HERNANDEZ. Veterinario y escritor.
Esta poesía en realidad es una charada.
Las charadas fueron un entretenimiento, un pasatiempo muy de moda a finales del pasado siglo en los periódicos, donde alternaban algunas veces con el arrollador crucigrama en sus diferentes variedades. Una charada taurina inspiró estos versos a Arturo Ramos, y “¡Una Charada!” se titulan:

El picador de toros
Niño Bonito,
según dicen algunos,
es un bendito;
pero a mí, con franqueza
se me figura
que tiene tanto de eso
como de cura.
El hombre ha demostrado
que es ocurrente,
y aunque se exprese dificultosamente,
si dirige sus finos
ataques hacia
cualquiera, lo hace siempre
con mucha gracia, y si discute alguna
cosa importante,
¡lo hace con un gracejo
desesperante!
Se reúne los domingos
en la montaña
con varios amigotes
de mucha maña
para hacer charaditas
y jeroglíficos,
que, a veces, resultan
archimagníficos.
Anteayer dijo uno
de estos autores
de charadas y saltos
y otros primores:
Niño Bonito nunca
quiere hacer nada,
¡Hoy tiene que escribirnos
una charada!
Quedó El niño confuso,
y exclamó luego:
Señores, yo declaro
que no me niego,
y aunque “iznoro” esas cosas
cómo se miden,
veré si “pueo jáseles”
lo que me piden.
Estuvo haciendo cálculos
una hora entera
y después dijo El niño
de esta manera:
La prima- tres la tienen
todos los días
en las tiendas de paños
y sastrerías.
La primera la suben
hasta los ciegos,
es el lenguaje impropio
de los borregos.
Y el todo es un oficio
para cualquiera
que tenga deshaogo
y algo “e moyera”
Los amigos cogieron
y entre renglones
formaron diferentes
combinaciones,
y estuvieron en lucha
desesperada
¡dos horas tras el todo
de la charada!
-¡Yo no sigo adelante!
-¡Ni yo tampoco!
-¡Es inútil! ¡No atino!
-¡Me vuelvo loco!
Así hablaban aquellos
aficionados
a descifrar asuntos
tan complicados,
dando buen testimonio
de su impotencia
¡ya agotada la suma
de su paciencia!
Y el Niño que escuchaba
sin inmutarse
exclamó: -“¡cabayeros!”,
no hay que apurarse!
Ya que ustedes no sirven
para adivinarla
y es hora, me parece,
de “desfrisarla”,
es inútil que acudan
a otro registro.
¡Que diga el todo! ¿El todo?
Pues es “menistro”.
Luis Arturo Ramos nació en Minatitlán, Veracruz el 9 de noviembre de 1947. Su obra literaria abarca desde la novela a la literatura infantil pasando por la poesía narrativa o prosa poética, crónicas y ensayo
Sus compañeros del Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias le han definido así:
El “autor de la memoria” (Teresita García Díaz), el “autor de las historias” de los “no lugares” (hoteles, trenes, tranvías) que es donde se desarrollaban, el “ex-director de la Editorial UV", o el “autor de los cuentos para niños” (José Luis Martínez Suarez), quien dice:
“Su obra propone desarrollar la imaginación y la fantasía como facultades por excelencia para que los lectores infantiles participen de la tarea de descifrar, reinterpretar y transformar el mundo”.