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jueves, 16 de julio de 2020

HISTORIA DE LOS TOROS EN TARIFA. Entrega 63


SEBASTIÁN TRUJILLO MARTÍNEZ.

   


Con seguridad que éste nombre nada dirá a muchos de los taurinos de Tarifa porque el amigo Sebastián es conocido como “Chan  el del Castillo”.
Para realizar este reportaje me acerco al Castillo de Guzmán “El Bueno” que es su lugar de trabajo. En la caseta de madera donde se expenden los billetes pregunto a la expendedora por Chan. Comunica con él por walkie talkie y al momento, como si del propio alcalde de la fortaleza, Alonso Pérez de Guzmán se tratara, baja las escaleras de la zona norte con sus andares pausados y me saluda con palabras comedidas y certeras imitando el lento transcurrir de la Historia. Pues Chan es un historiador como dejo ver en las últimas III Jornadas de Historia de Tarifa donde matizó  detalles en las ponencias de muchos comunicantes cuando trataban de temas relacionados con el Castillo y de Baelo Claudia.
Desconozco cuanto habrá leído Chan, pero lo que sí puedo constatar es que posee una memoria fuera de lo común recordando fechas con claridad meridiana.
Mi entrevista es de tema taurino y al respecto, me refiere que comenzó a ir a la plaza de toros de Tarifa a la edad de 12 años de la mano de su tío que era peón del Ayuntamiento y ejercía las funciones de arenero en dicho coso y le “colaba” para ver los festejos.
El primero que vio fue el Festival de Antonio Ordóñez del año 1965 del que guarda el recuerdo de estar en la plaza como las “sardinas en lata” por la afluencia de aficionados venidos de todos los rincones de España. A partir de ese día vio todos los festivales  que se dieron hasta el último que refiere fue en el año 1976 cuando ya era un mozalbete con novia y todo. En él vio un mano a mano entre Antonio Ordóñez y Diego Puerta y ambos toreros estuvieron extraordinarios.
Recuerda que la afición a los toros en esos años era enorme, pero que después fue decayendo a causa de que únicamente se daban toros por la feria de septiembre con una corrida como mucho y donde los toreros eran del montón lo que dejó de interesar a los buenos aficionados.
También me refiere que recuerda las novilladas sin caballos que se daban los viernes y sábados en las noches estivales  durante el mandato del TAIF en el Ayuntamiento y que organizaba el teniente alcalde de Pepe Fuentes, Casado.
Y se lamenta de que este año que finaliza no hubiera corrida de toros en el día de la Virgen de la Luz porque en este consistorio hay un edil del tripartito que no quiere saber nada de toros y de procesiones y que cómo es llave en la gobernabilidad de la ciudad hace pasar por el aro al Alcalde y al otro partido componente del tripartito.
Según su opinión el Consistorio debe subvencionar los toros con una cantidad, que no resulte onerosa para el Ayuntamiento, y que el empresario que se aventure sea quien apechugue con las ganancias o pérdidas sin exigirle, por parte del Consistorio, un determinado y elevado número de localidades gratis para repartir entre sus votantes y simpatizantes ya que los ediles no suelen ir a estos festejos al no ser de su gusto.
Es consciente que los toros con buenos carteles suelen traer a aficionados que ese día dejan sus euros en los establecimientos de nuestra ciudad como lo hacen la “ruta del ibérico” y “la ruta del atún” al tiempo que promocionan la ciudad como puede hacer el Festival del Cine Africano que es subvencionado con sumas importantes y que, sin embargo, es una ruina económica.
Cómo verán tiene las ideas muy claras este “Chan el del Castillo” que por otro lado es una verdadera enciclopedia  de la Historia de Tarifa y sobre todo de la relacionada con la del Castillo de Guzmán el Bueno donde ha transcurrido parte de su vida laboral.
Me refiere que antes de construirse la actual plaza de toros de Tarifa, los festejos taurinos se celebraban en la Plaza de Santa María que es la plaza donde está ubicado el Ayuntamiento de la milenaria ciudad y que los toros se encerraban en unos corrales del Pósito de grano donde actualmente está ubicado el edificio que alberga la Televisión Tarifa.
Para ello cerraban las tres calles que daban acceso a la citada plaza y que no son otras que: la denominada calle de la Amargura que procedente de la denominada Plaza del Viento sube por la fachada principal de la Residencia de Oficiales. Esta calle antes de llegar a la plaza se bifurca en la denominada calle San Juan hacia la derecha por la parte sur de la mencionada Residencia  y tras rodear al edificio que hoy ocupa la Biblioteca (antiguo Colegio de la Ranita) accede a la plaza en una segunda entrada. La tercera es la denominada  calle Almedina que procedente de la ciudad accedía mediante una rampa por donde hoy están ubicadas las escaleras con una especie de ducha.
Indagué sobre estas matizaciones de Chan y comprobé que efectivamente en 1607 en la mencionada plaza se dieron corridas de toros a la jineta y que por esas fechas había en Tarifa un ganadero de bravo  llamado Gerónimo Gatón y que en la citada plaza un boticario tarifeño llamado Diego de Ávila y Arnaya a mediados del siglo XVII construyó un mirador corrido y cubierto con sus barandas de hierro dotado de 24 asientos divididos que arrendaba a las personas pudientes para que vieran las fiestas cómodamente. Con el dinero recaudado fundó una capellanía para la ordenanza sacerdotal de su sobrino Luís de Ávila.
Los carros y talanqueras complementaban el cerramiento y servían de acomodo a los espectadores del pueblo.
También me expone que  el matadero ocupaba los terrenos donde actualmente está ubicado el Asilo de Ancianos entre las calles Guzmán El Bueno y la Calzada (Sancho IV El Bravo) por donde había un arroyo denominado Arroyo de Papel) que durante el invierno llevaba agua limpia pero que en la época estival era un pestilente arroyo por donde discurrían las aguas fecales.
Me explica con enorme claridad de ideas que ese castillo fortaleza surgió en el siglo X cuando Tarifa (Al-Yazirat Tarif) se fortificó con una edificación que mandó construir y acabó Abderramán III en el año 960 después de Cristo para defender al pueblo de los invasores.
Una ciudad Tarifa que había entrado en la Historia en el año 710 d de C cuando Tarif Abu Zara  comandante del general Tarik desembarcó en la Isla de Las Palomas, inspeccionó la costa e informó a su superior de la ausencia de defensas militares, lo que llevó a que un año después desembarcaran en el Peñon de Gibraltar 9000 hombres para iniciar la conquista de la Península.
 


Conoce al detalle todos los recovecos del Castlllo pues no en vano ayudó a Francisco Javier Criado  Atalaya en la recuperación de papeles abandonados y, por ende, desordenados y mohosos, que quedaban después de haber sido vendidos al peso como papel sin valor, cuando en realidad eran verdaderas joyas para el conocimiento de la historia de la ciudad.
En la actualidad hace de restaurador, devolviendo al estado primitivo todo lo que se deteriora tanto por las inclemencias del tiempo como por la destrucción humana.
Diariamente recorre el recinto al finalizar la jornada laboral para dejar todo en orden y finalmente cerrar las puertas del recinto.
Durante el día ocupa una especie de oficina que los mandatarios le han habilitado en medio de un pasillo donde no entendemos como las corrientes de aire no han acabado con su persona.
Chan, el “Guardián del Castillo” que con fecha de julio del año que acabamos de estrenar dejará de serlo al pasar a jubilado con sus 65 años acuestas
Atrás quedarán; sus 13 torres robustas que recorrió diariamente, las almenas de punta de diamante que la conquista castellana añadió a lo largo de toda la barbacana de mampostería que partiendo de la fortaleza rodeaba a la antigua y pequeña ciudad compuesta por el Castillo, almediana con la mezquita (Iglesia de  Santa María), primitiva ciudad y Aljaranda o arrabal.
También el suceso histórico del año 1293 protagonizado por Alonso Pérez de Guzmán que no entregó el Castillo a los musulmanes y sí el puñal con el que sacrificaron a su propio hijo.
Chan dejará todo esto pero podrá ir a Algeciras a ver alguna que otra corrida de toros pues aquí no podrá matar el gusanillo de su afición mientras permanezca en el gobierno de la ciudad esta tripartito antitaurino inconsciente de lo que la Fiesta de los toros, “la Fiesta más nacional” como Ortega y Gasset definió, representa tradicionalmente en el desenvolvimiento cultural de las ciudades.
Y de vez en cuando mirará con nostalgia la placa que la organización de las III Jornadas de Historia en Tarifa tuvo el detalle de entregarle en la clausura de las mismas.

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