PEDRO GUTIERREZ MOYA “NIÑO DE LA CAPEA”.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Es paisano mío. Salmantinos los dos, pero diez años más joven, pues él nació un 17 de septiembre del año 1952.
Adoptó el nombre artístico de la escuela taurina que le enseño a torear,“La Capea” ubicada en el modesto barrio de Chamberí salmantino.
Pedro es uno de los toreros que surgió de aquellas corridas denominadas de "La Oportunidad" que promocionó la plaza de Vista-Alegre del barrio carabanchelero de Madrid.
Con 17 años torea su primera corrida picada en la plaza de “la Glorieta” de Salamanca, cortando las dos orejas de su primer novillo.
Dos años después es apoderado por los empresarios Martínez "Chopera" que le presentan en Madrid junto a Julio Robles y Ángel Rodríguez para lidiar novillos de Juan Pedro Domecq con el balance de vuelta al ruedo y una oreja en su segundo.
Y nueve días después, con el bagaje de veintidós novilladas, toma la alternativa en Bilbao el 29 de junio del año1972 de manos de Paco Camino y con “Paquirri” como testigo, con el toro “Mireto” de la ganadería de Lisardo Sánchez al que le corta las dos orejas.
Y nueve días después, con el bagaje de veintidós novilladas, toma la alternativa en Bilbao el 29 de junio del año1972 de manos de Paco Camino y con “Paquirri” como testigo, con el toro “Mireto” de la ganadería de Lisardo Sánchez al que le corta las dos orejas.
La confirmación de alternativa, tras una campaña de 84 corridas en la temporada 1973, tiene lugar en Madrid de manos de Sebastián Palomo “Linares” y con “Paquirri” nuevamente de testigo, con el toro “Girón” de la vacada de Atanasio Fernández. La tarde fue triunfal con una oreja del toro de la confirmación y las dos de su segundo que atendía por “Cantinero”.
Pedro es un triunfador nato tanto en España como en América con un elevado número de corridas toreadas, donde prima por encima de todo su poder: mezcla de guerrero y artista.
Pedro es un triunfador nato tanto en España como en América con un elevado número de corridas toreadas, donde prima por encima de todo su poder: mezcla de guerrero y artista.
Y este poder y voluntad de triunfo, lo ratifica en Madrid aquella tarde del 4 de junio del año 1985 ante el toro “Cumbreño” cárdeno claro y de 501 kilos perteneciente a la vacada de Manolo González. Un toro que se deja torear solamente por el pitón derecho, pero que por el izquierdo o admite un pase.
Pedro Gutiérrez Moya “Niño de la Capea” apuesta fuerte, aún consciente de que se juega la vida en cada pase. ¡Torea al natural! En medio de la angustia de los espectadores que ven la inminente cornada en cada pase, pero que respiran aliviados cuando el pase de pecho remata la serie.
Sigue “el Capea” toreando por naturales, tira y tira del toro para finalizar la inmensa faena con una estocada en la suerte de recibir que hace que la Monumental de Las Ventas se vista de blancos pañuelos para que triunfen un ganadero como criador de “Cumbreño”, Manolo González y un torero Pedro Gutiérrez Mota “Niño de la Capea”.
Pedro Gutiérrez Moya “Niño de la Capea” apuesta fuerte, aún consciente de que se juega la vida en cada pase. ¡Torea al natural! En medio de la angustia de los espectadores que ven la inminente cornada en cada pase, pero que respiran aliviados cuando el pase de pecho remata la serie.
Sigue “el Capea” toreando por naturales, tira y tira del toro para finalizar la inmensa faena con una estocada en la suerte de recibir que hace que la Monumental de Las Ventas se vista de blancos pañuelos para que triunfen un ganadero como criador de “Cumbreño”, Manolo González y un torero Pedro Gutiérrez Mota “Niño de la Capea”.
He compartido burladero con él en varias ocasiones cuando ha actuado como ganadero. Recuerdo un día en Laguna de Duero donde lidiaba una novillada que salió buenísima y Pedro daba saltos cada vez que sus novillos embestían haciendo “el avión”. La lidiaron los novilleros Jesús Medrano que luego no triunfó y Pepín Liria que se convirtió en un gran torero.
Otras veces coincidimos, actuado él en el ruedo, y un servidor de ustedes, como veterinario de plaza.
Mi concepto es que se trata de un torero que sabe de toros y que además es amable, simpático y amigo de todo el mundo.
Otras veces coincidimos, actuado él en el ruedo, y un servidor de ustedes, como veterinario de plaza.
Mi concepto es que se trata de un torero que sabe de toros y que además es amable, simpático y amigo de todo el mundo.
Cuando actuó en Valladolid en la 2ª corrida del ciclo del año 1973 Julián Lago le hizo la siguiente entrevista:
“Julio Robles y “El Niño de la Capea” mantenían a puerta cerrada un mano a mano…de naipes.
-¿Quién está haciendo mejor faena? Preguntó a Pedro G. Moya.
-De momento, aquí, él.
-¿Y en la plaza?
- Eso se verá luego, pero allá andamos.
-¿Con que torero temes más medirte?.
- Torero con ninguno. A los únicos que les tengo miedo es a los toros que no llevan buenas intenciones.
-¿Los conoces en cuento salen?
-No, pero sí en cuanto meten la cabeza en el engaño.
-¿No te equivocas nunca?
-Como todo el mundo, pero mucho supongo que no, porque solo he tenido una cornada, no muy grave en Zaragoza, el 29 de julio del año pasado; precisamente, eso si es coincidencia, el día de mi santo.
-¿Cuántos años tienes ahora?
- Veinte.
-¿Te ha ayudado mucho en tu carrera tener cara de niño?
-Al principio quizá; pero luego no me ha servido para nada, porque el público me exige como a cualquiera y, si no cumplo, se meten conmigo
-¿Se oyen los gritos abajo?
-Perfectamente.
-¿Y que es lo que te duele que te digan?
- Que se acuerden de mis padres.
-¿Se han acordado muchas tardes esta temporada?
-Pocas, y eso que llevo setenta y seis corridas toreadas.
-¿El mérito es tuyo o de Chopera?
-Chopera es quien me ha puesto en los sitios clave, pero el que ha tenido que responder he sido yo.
-¿Has pasado ya lo peor?
-Lo peor aquí nunca se pasa porque, si quieres seguir toreando, tienes que jugártela todos los días.
-¿Qué esperas a cambio?
- Lo de todos, ser famoso, llegar a figura del toreo, tener un cortijo.
-¿Lo ves muy lejos?
-Algo lejos sí; pero estoy en el camino y tengo mucha confianza en mi.
-¿Crees que has venido a este mundo para ser torero?
-Lo ignoro, pero es que no sé hacer otra cosa porque no me he dedicado a nada más que a esto desde que era un niño con nueve o diez años.
-¿A que has aprendido antes, a leer y escribir o a ponerte delante de un becerro?
-Casi, casi, al tiempo.
-¿Te cambiarias, si pudieras, por un chico de tu edad pero con estudios?
-No, la verdad, porque esta es la carrera más bonita que se ha inventado. Me gusta y además me pagan ¡que puedo pedir más?
-¿Te hubieras imaginado alguna vez situarte en la vida como te has situado?
-Confianza no me ha faltado; pero esto está muy difícil y nunca se sabe.
-¿Las has pasado muy mal?
-Francamente mal, pero ahora ya voy a los mejores hoteles y tengo trece o quince trajes de luces.
-¿Te acuerdas aún cuando solo tenías uno y alquilado?
-Claro, y cuando iba a pensiones de mala muerte
-¿Qué impresión te produce ahora volver la vista a tras?
-Me da mucha moral y ganas de seguir arrimándome tarde tras tarde.
-¿Qué prefieres; salir de la plaza por tu propio pie y fracasado, o herido y triunfante?
-Salir por nuestro propio pie es importante siempre; pero mejor aún sin que te hayan tocado los toros por la puerta grande.
-¡Casi nada la del ojo!
-¿Quién está haciendo mejor faena? Preguntó a Pedro G. Moya.
-De momento, aquí, él.
-¿Y en la plaza?
- Eso se verá luego, pero allá andamos.
-¿Con que torero temes más medirte?.
- Torero con ninguno. A los únicos que les tengo miedo es a los toros que no llevan buenas intenciones.
-¿Los conoces en cuento salen?
-No, pero sí en cuanto meten la cabeza en el engaño.
-¿No te equivocas nunca?
-Como todo el mundo, pero mucho supongo que no, porque solo he tenido una cornada, no muy grave en Zaragoza, el 29 de julio del año pasado; precisamente, eso si es coincidencia, el día de mi santo.
-¿Cuántos años tienes ahora?
- Veinte.
-¿Te ha ayudado mucho en tu carrera tener cara de niño?
-Al principio quizá; pero luego no me ha servido para nada, porque el público me exige como a cualquiera y, si no cumplo, se meten conmigo
-¿Se oyen los gritos abajo?
-Perfectamente.
-¿Y que es lo que te duele que te digan?
- Que se acuerden de mis padres.
-¿Se han acordado muchas tardes esta temporada?
-Pocas, y eso que llevo setenta y seis corridas toreadas.
-¿El mérito es tuyo o de Chopera?
-Chopera es quien me ha puesto en los sitios clave, pero el que ha tenido que responder he sido yo.
-¿Has pasado ya lo peor?
-Lo peor aquí nunca se pasa porque, si quieres seguir toreando, tienes que jugártela todos los días.
-¿Qué esperas a cambio?
- Lo de todos, ser famoso, llegar a figura del toreo, tener un cortijo.
-¿Lo ves muy lejos?
-Algo lejos sí; pero estoy en el camino y tengo mucha confianza en mi.
-¿Crees que has venido a este mundo para ser torero?
-Lo ignoro, pero es que no sé hacer otra cosa porque no me he dedicado a nada más que a esto desde que era un niño con nueve o diez años.
-¿A que has aprendido antes, a leer y escribir o a ponerte delante de un becerro?
-Casi, casi, al tiempo.
-¿Te cambiarias, si pudieras, por un chico de tu edad pero con estudios?
-No, la verdad, porque esta es la carrera más bonita que se ha inventado. Me gusta y además me pagan ¡que puedo pedir más?
-¿Te hubieras imaginado alguna vez situarte en la vida como te has situado?
-Confianza no me ha faltado; pero esto está muy difícil y nunca se sabe.
-¿Las has pasado muy mal?
-Francamente mal, pero ahora ya voy a los mejores hoteles y tengo trece o quince trajes de luces.
-¿Te acuerdas aún cuando solo tenías uno y alquilado?
-Claro, y cuando iba a pensiones de mala muerte
-¿Qué impresión te produce ahora volver la vista a tras?
-Me da mucha moral y ganas de seguir arrimándome tarde tras tarde.
-¿Qué prefieres; salir de la plaza por tu propio pie y fracasado, o herido y triunfante?
-Salir por nuestro propio pie es importante siempre; pero mejor aún sin que te hayan tocado los toros por la puerta grande.
-¡Casi nada la del ojo!
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