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viernes, 14 de marzo de 2008

“LA CAPRICHOSA”, NOMBRE DE LA PLAZA DE TOROS DE TALAVERA DE LA REINA.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Un Regalo en forma de libro de mi amigo tarifeño, Fermín Franco Utrera, me despertó mis recuerdos moviéndome a escribir este artículo sobre una plaza de toros que conozco desde los años 50 pues no en balde mi padre ejerció de veterinario titular en El Torrico pueblo situado a 40 kilómetros de Talavera de la Reina. Ciudad considerada por todos los habitantes de aquella comarca como la capital en detrimento de la verdadera, Toledo.

En aquella plaza de toros vi actuar, alguna que otra vez, al “Tío Caracas” (Felipe Sanz Peña) ese cómico taurino nacido en Santa Olalla, el mismo pueblo de nacimiento de Gregorio Sánchez, que conocido como “el auténtico Paleto” formó su propio espectáculo en el que dio cobijo a otros artistas tales como Antonio “Cantinflas”, Antonio “La Tía Antonia” y “El niño Polito” que hacían las delicias de cuantos chavales teníamos la suerte de que nuestros padres nos llevaran a verlos a “La Caprichosa”.
Es Talavera una ciudad taurina de siempre, pues no en balde lleva dos toros en su escudo y sus vegas han sido asiento de ganaderías bravas.
Las fiestas de los “Desposorios” o de las “Mondas” empezaban con el toro enmaromado y después de las corridas a celebrar en la plazas de la Ermita y de El Pan, terminaban con el toro encohetado que con el cohete encendido en los cuernos tomaba la cuesta del río hasta terminar en los arenales del Tajo donde tras ser recogido era sacrificado.
También fue Talavera, ciudad de desavenencias consecuentes a las fiestas de los toros, entre los cabildos Eclesiástico y Municipal que llegaron a tener que crear los cargos de Canónigo Torero y Regidor Torero mediante la llamada “Acta de Concordia” del 25 de febrero de 1.515.
La plaza de toros, erigida sobre 70.000 pies superficiales, se la puede ver cuando desde Madrid venimos por la carretera de Extremadura y llegamos al kilómetro 115. Si miramos a la izquierda, en medio de un frondoso parque conocido por El Prado la encontramos a escasos metros de la Ermita de la Santísima Virgen del Prado.
Su propietario fue D. Rufino Rico Sánchez quien la arrendó por 8 años a Doña María Ildefonso Quijano Grande y sus hijos. Estaba valorada en 40.000 reales.
En el año 1.885 la compra D. Enrique Gutiérrez de Salamanca y Roux de Gambert vecino de Madrid por 85.000 reales equivalentes a 21.250 pesetas, quien en fecha de 1.889 la vende a la Compañía Anónima “La Lidia” en 22.310 pesetas. Como consecuencia de las deudas contraídas y no satisfechas, fue subastada en la fecha del 21 de marzo del año 1.912, ganando la subasta ocho propietarios. Finalmente en el año 1.958 la adquirió D. Antonio González Vera. Al morir este señor en el año 1.967 se adjudicó la plaza a su viuda Dona Delia Tejedor Sahagún.

Y se ubicó allí, porque ese mismo sitio fue el lugar donde se celebraban capeas con motivo de la romería a la Ermita del Prado.
En el Archivo Municipal del Ayuntamiento figuran los gastos de las fiestas de toros celebradas en el año de 1.681 que ascendieron a dos mil maravedíes, así como los de la corrida de Novillos a favor del Santuario de Nuestra Señora del Prado del año 1.824 que ascendieron a cinco mil seiscientos veintiocho reales, y que posteriormente se desglosan en los pagos a toreros, capas, toros, músicos, alquiler de los burros y hasta lo que costó la sacada de los toros muertos en la plaza. Acabando finalmente con los beneficios que fueron de tres mil cincuenta y seis reales.
¡Siempre conjunción entre fiesta religiosa y taurina en Talavera!, como cuando en 1.823, por la mañana el 20 de junio se celebraba en la Ermita una solemne Misa con sermón y por la tarde una capea con tres toros que matará Juan Núñez “El Quemado” bajo la Presidencia del Licenciado D. Juan de Mena y Valenzuela, Corregidor y Juez Subdelegado de Policia de Talavera y su Partido.
Aunque se habían celebrado festejos con anterioridad, la inauguración tuvo lugar en la fecha del 29 de septiembre de 1.890 en un mano a mano entre Fernando Gómez y García “El Gallo” y Antonio Arana “Jarana”. Con posterioridad han actuado en la misma todas las figuras del toreo menos Belmonte y “Manolete”.
Plaza tristemente célebre por que en ella encontró la muerte a cuernos de “Bailaor” José Gómez “Gallito” (Joselito) el 16 de mayo del año 1.920 treinta años después de la inauguración por parte de su padre. De cuya muerte hizo una monografía Maruja Sánchez Sanguino titulada “Principio y muerte de Joselito” que comienza con la letra O representativa del círculo del ruedo y sigue con la O inicial del segundo apellido de “Joselito” (Ortega), sigue la O del apellido del médico que lo atendió D. David Ortega, la O del cura que le dio los ultimos sacramentos don Saturnino Ortega, para finalizar con la O del apellido de la ganadera Vda de Ortega.
A las tres de la madrugada una mujer entró en la enfermería y le dijo a “Joselito”: ¡Pero que te han hecho! Le dio un beso y se fue.
"Joselito" murió en Talavera como, por lo arriesgado de su oficio, podía haber tenido lugar en cualquiera de los cientos de plazas que hay distribuidas por el mundo. De ahí que tampoco tiene por qué sufrir las consecuencias de esta tragedia la ciudad de Talavera que es ejemplo de trabajo artístico e industrial.
Su plaza permanente, desde hace muchos años, siempre ha estado dotada de todos los medios asistenciales necesarios para poder dar con garantía cualquier corrida de toros, pero a veces las cornadas son mortales de necesidad y esto fue lo que ocorrió aquel fatídico día del año 1.920 en que perdió la vida el torero más seguro de todos los tiempos, pero al que la providencia le jugó una mala pasada.