torostarifa.blogspot.com

viernes, 22 de febrero de 2008

MI RECUERDO A UN GRAN CABALLERO.
(D. Álvaro Domecq y Díez).


Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Tuve ocasión de conferenciar con él en alguna que otra Jornadas Taurinas y conocer su exquisito señorío.
De ahí estas líneas dedicadas a D. Álvaro aquel caballero jerezano que consideraba al campo y al toreo como “la verdad y la claridad”, por eso definió al mundo del toro como “un mundo de respeto y seriedad”.
Porque en la cría del principal protagonista de la Fiesta, la intervención del ganadero aportando en la selección, su personalidad y responsabilidad, se ve amparada siempre por los disciplinados vaqueros montando los bien domados caballos. Conjunto que en el campo, al que D. Álvaro consideró como “la gran academia de tradiciones” aporta categoría, dominio y belleza.
Nunca estuvo de acuerdo con la introducción de las nuevas tecnologías en la cría del toro bravo, pues “aportaban mansedumbre”.
Siempre fue amante de los ritos tradicionales que en numerosas ocasiones enumeró como:apartado,desahijado, enlazado para herrado, "facado" al recién nacido, e incluso "hacer entrar en razón al toro desmandado". Todo contando con su fiel y amado colaborador, el caballo y en el campo que él consideró siempre como gloria.
Y se preguntó muchas veces que ocurrirá (él nos dejó el 5 de octubre del 2.005) cuando se pierda el campo en la vida y producción del toro bravo y se “fabrique un toro de laboratorio”. Cuando se pierdan esas jornadas a caballo de sol a sol, donde tras cruzar las piernas en lo alto de la silla vaquera, se saboreaba el pan untado en tocino y trasegado con un buen vino de los que esta bendita tierra produce, se convertía en el sustento del día.

Cuando no acompañe la emoción de la persecución de la jaca por un toro malhumorado al que invadimos su querencia y que dio origen a aquellos versos del ganadero Fernando Villalón de: “si no me parte el palo-aquél torillo berrendo- no me hiere a mi caballo”.
¡Caballo! El colaborador ideal para las faenas camperas del toro de lidia. ¡Imprescindible! Porque llega a conocer la bravura, genio y estilo de cada toro, a través de su convivencia con él y de la observación de su mirada, del amusgue de las orejas y de todo cuanto realiza cuando se le acosa, se le recorta o se le derriba.
¡D. Álvaro! que fue capaz de narrar como nadie los “escarceos amorosos del rey de la Fiesta” cuando a comienzos del año pasa a los cerrados de las vacas con la misión de procrear y se presenta a cada una por separado para que le reconozcan como “su dueño y señor” hasta el día de San Juan. Tiempo durante el cual ha tenido preferencia en todo y ha mandado en todas incluidas las "preferidas", quienes se cuidarían muy mucho de extralimitarse lo más mínimo con el juez de el cerrado.

Como gran conocedor del toro bravo nos ha referido en varias ocasiones, cómo los becerrillos recién nacidos permanecen quietos, allí donde sus madres les han dejado momentáneamente, para pasar camuflados ante sus predadores y como éstas tratan de confundir al vaquero en sus ansias de conocer el sexo del recién nacido para seguidamente “facarle”. Y como nos ponía en aviso de los prolegómenos del ataque de las vacas madres, tras disimulos perfectamente escenificados.
Nos deleitaba con sus narraciones llenas de vida y de verdad porque las había vivido cientos de veces y gozaba como un chiquillo cuando las refería. Miles y miles de anécdotas atesoradas a lo largo de sus ochenta años de vida. Una enciclopedia viviente del toro de lidia, de su lenguaje, de sus manías, de sus querencias, de todo lo inimaginable.
También nos refería como prueba a sus sementales para que haya posibilidad de transmitir su bravura (lo cual no siempre se consigue). Cómo no se le da ni un solo capotazo para que no aprenda, para que llegue virgen a la plaza donde ha de ser lidiado. Para que no represente peligro aprendido de antemano para el torero.

Refería las pruebas de “acoso y derribo” que él en su ganadería realizaba a toda la camada de machos en varias jornadas donde los caballistas (amparador y acosador) se curaban las manos, despellejadas por el contacto con la pesada garrocha de majagua, con un buchito de vino amontillado.
Y finalmente solía referir en sus conferencias los experimentos de investigación que con la colaboración veterinaria y el asesoramiento de los catedráticos de la Facultad de Veterinaria cordobesa hacía en su ganadería tratando de buscar la afectividad en sus toros que no es otra cosa que el deseo de embestir siempre, lo que no resulta nada fácil en un animal cuyo origen procede de un toro manso.
Formó su propia ganadería, -tras adquirir los conocimientos necesarios junto a sus tres hermanos con la ganadería que su padre compró al Duque de Veragua-, con reses de Curro Chica + Carlos Núñez y parte de lo de Jandilla consiguiendo el encaste Torrestrella.
Y luego se hizo rejoneador para actuar en muchos festivales benéficos que le proporcionaron la concesión de la Cruz de Beneficencia.
Ganadero, universitario y político, todo en grado superlativo.
Don Álvaro, ¡Va por usted con mi recuerdo y mi respeto!