¿HASTA CUANDO LOS ESCRÁCHERES
EN LA PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS?
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ.
Veterinario y escritor.
En nuestros tiempos
jóvenes es decir, hace medio siglo,
desconocíamos este término más propio de países sudamericanos, Argentina, Venezuela etc.
Pero irrumpieron en política
una serie de profesores de universidad, politólogos en su mayoría, quienes, tras actualizar el término, lo democratizaron,
a raíz de que el ínclito Pablo Iglesias lo definiera como “el jarabe democrático de los de abajo” y llevado a la práctica.
Y como en este país, con
predominio analfabeto, se imita todo lo que se define como progresista, se hizo
viral (como ahora se dice) y arraigó de tal manera en el populacho que de
utilizarse casi en exclusiva políticamente pasó a su utilización en todos los
ámbitos de la vida y naturalmente la Tauromaquia no iba a quedar exenta.
Manuel
Escribano utilizó las banderillas habituales en sus actuaciones que
no son otras que las vestidas con los papelillos blancos en toda su dimensión
menos en la parte ventral donde lleva los colores rojo y gualda representativos
de la enseña nacional y esta circunstancia no debió gustar a ese corpúsculo de
espectadores antiespañoles y, por tanto antitaurinos, que comenzaron a
escrachear al matador gerenense en su actuación en el tercio de banderillas y
continuar en la faena de muleta bajo el prisma erróneo de su posicionamiento
ante la cara del toro al inicio de los muletazos.
Este comportamiento llevó a un
torero de raza como es Escribano, a arrimarse más y más, alargar la faena, que
no remontaba por las protestas de este sector, hasta provocar la tragedia que
desembocó en una fuerte cornada de 25 cm en el tercio medio de su muslo izquierdo
que fue atravesado por las enormes, certeras y finas astas del Adolfo Nº 78. Español Cárdeno de capa y 528 kg de
romana, quedando en cornada lo que podía haber sido un éxito rotundo del
matador sevillano.
Cuando Manuel era llevado en
brazos de las asistencias, el público sensato de Las Ventas recriminó a los
escraches, no haciéndolo antes porque no querían echar más leña al fuego de los
pitos y sonoras protestas inconformistas de estos “entendidos” que están
poniendo en cuestión a los aficionados de la primera plaza del mundo.
Y en este momento debería
haber actuado el presidente de la Corrida. El también ínclito D. Gonzalo de la Villa
Parro, en su calidad de Presidente en
funciones, para haber advertido e incluso desalojado a estos alborotadores
aplicando el artículo Nº 34 del Reglamento Taurino en su punto 4 donde dice:
“Los espectadores que perturben gravemente el desarrollo del espectáculo
o causen molestias u ofensas a otros espectadores, (falta añadir o a los actuantes) serán advertidos de su expulsión de la plaza,
que se llevará a cabo si persisten en su actitud o se procederá a la misma si
los hechos fuesen graves sin perjuicio de la sanción a que en su caso fuesen
acreedores”
Claro que para esto hay que
tener más reaños que para negar trofeos.
Una vez más un grupito de parataurinos subvencionados, se
ríen en las mismas barbas de la autoridad competente ante 24.000 personas que
compartían escenario.
La solución pasa por
implantarles un chip para ser detectado en el momento de entrada a la plaza e
impedirles la entrada aunque saquen a la
palestra la cuestión derechos humanos.
Algunas fotos de la corrida circunscritas al herido Manuel Escribano.
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