HABLEMOS UN POCO DE CIRUGÍA TAURINA.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
La recuperación de un torero tras recibir una cornada de las
denominadas “tabaco” depende de multitud de factores que vamos a tratar de analizar:
Uno de ellos, de importancia capital, depende del cirujano jefe de equipo que le
intervenga quien, a su vez depende de la plaza donde haya tenido lugar la
cornada, pues hay plazas que cuentan con equipos médicos de toda solvencia y
garantía donde, los equipos quirúrgicos tienen una competencia técnica de sólido
bagaje en conocimientos técnicos, depurada técnica quirúrgica y vocación taurina aderezados de prudencia y
paciencia que hacen que los toreros se sientan muy seguros en sus actuaciones en
estos escenarios. Su quirófano no tiene por qué envidiar al mejor de cualquier
Hospital Universitario.
Este cirujano elige un equipo médico de ideas claras, con
priorización de gravedades, balance general
de las lesiones y decisión
acertada de derivación. La “cuarta
cuadrilla” denominación de Soto Viñolo.
Pondré el ejemplo de la considerada como la primera plaza de
toros del mundo, la de “Las Ventas” de Madrid donde figura
como Jefe de Equipo el amigo Dr. D. Máximo García Padros “el ángel de la guarda” hijo
y sucesor en el puesto del Dr. D. Máximo García de la Torre.
D. Máximo no ve en
directo las corridas de Las Ventas, las ve en la enfermería de la plaza, por
circuito cerrado de televisión.

Le hemos oído decir que las heridas por asta de toro se
parecen a las de guerra -de ahí que tenga en su equipo un cirujano militar- así cómo que en la sala de intervenciones de la plaza
se sufre tensión y presión que se compensan con la emoción que se vive en el
ruedo cuando un torero, agradecido de su intervención, le brida un toro haciéndole
salir a la arena de la plaza donde ejerce su trabajo de cirujano.
Ninguna otra profesión de riesgo dispone de asistencia
médica “in situ” como las corridas de
toros, donde el cirujano se halla presente
en el escenario del percance y en el mismo momento en que se está produciendo, lo que redunda en
beneficio del lesionado en la medida en que recibirá asistencia inmediata y, en muchos casos definitiva, que es el
único modo de evitar complicaciones postoperatorias.
Se cumplen los tres principios básicos de la cirugía
taurina: Inmediatez, proximidad y precocidad en la asistencia.
Durante el toreo, las cornadas más frecuentes suelen darse
en el espacio comprendido entre el ombligo y el pie del torero; con lesiones en
forma de desgarros musculares, roturas de nervios, venas y arterias,
traumatismos óseos y lesiones de la columna cervical por caída del torero tras
la cogida.
La parte del cuerpo más peligrosa es el triángulo de Scarpa
que es donde suele penetrar el cuerno del toro tras, vaciar sin precisión, la
salida de la suerte suprema.
Una herida tratada “in
situ” con precisión, es garantía de buena evolución y pronóstico, al
atajarse las dos principales complicaciones cual son: hemorragia y la infección, puesto que si la herida no es tratada acertadamente de principio, se multiplican
estas dos complicaciones perjudicando la recuperación y funcionalidad del lado
del miembro afectado y en definitiva la vida taurina del torero.
En el momento que el torero después de operado y, tras el
tiempo de permanencia en la U.V .I,
pasa a planta, su cabeza comienza a “dar vueltas” sobre el alcance de su
lesión.
Pasa por unas fases
que, de manera cronológica, se nos antoja que son así:
Fase de incertidumbre:
en torno a su
futuro profesional. Se trata de una fase caracterizada por el nerviosismo que
le produce su estado psicológico recordando pasadas etapas triunfales y el dolor asociado a la lesión sufrida.
Fase de euforia: al ver que se va recuperando de las
heridas al tiempo que remiten los dolores nerviosos tanto de la zona afectada
por la cornada como de las regiones que el nervio afectado inerva.
Fase de optimismo: que le lleva al deseo inminente de
reanudar su actividad profesional. Comienza a entrenar con ansiedad para minimizar al máximo su reaparición. Esta fase se
caracteriza por las visitas en su domicilio de los empresarios de las distintas
plazas donde tenía contratos firmados de actuación, con la finalidad de comprobar si la recuperación permite mantener al torero en los carteles emitidos.
Fase de desesperación:
al comprobar en el
entrenamiento que ha perdido funcionalidad la extremidad del lado de la cornada.
Trata de buscar soluciones recurriendo al cirujano que le intervino para ver
que causa produce esta pérdida de funcionalidad. Ya ha sufrido las primeras
sustituciones en los carteles pues el tiempo pasa deprisa.
Fase de segunda
incertidumbre: al
comprobar que tras la liberación del pinzamiento del nervio afectado, sigue sin
recuperar, con la rapidez deseada, la ansiada funcionalidad.
Fase de segunda
euforia: tras
comprobar mejoría en la funcionalidad de la extremidad afectada. Intensifica
los ejercicios de rehabilitación e incluso se prueba en el campo tentando.
Llega a la penosa conclusión que aún no puede enfrentarse al toro con posibilidades
de salir airoso.
Fase de segunda
desesperación: al
comprobar que el tiempo pasa sin recuperación definitiva. Comienza su deambular
en busca de galeno adecuado para poner remedio a sus males. La desesperación se
acentúa al ver que ha de cortar la temporada. Es cuando piensa en los contratos
perdidos y en si sus mentores van a respetar el contrato convenido. Habla
con los componentes de la cuadrilla para que se busquen la forma de ganarse la
vida mientras dure su recuperación. Comienza a presionar a los médicos para que emitan su juicio certero sobre sus
posibilidades de recuperación funcional total.
Fase de tercera
incertidumbre: cuando
tras aparcar de momento la reaparición ve, no sin cierta angustia, que tampoco
se encuentra al 100% de capacidad física para afrontar la campaña taurina
americana donde había firmado contratos.
Fase de resignación: caracterizada por preparar su
mentalidad para salir triunfador de este reto. ‘Adelante! ¡Adelante! ¡NO
DESFALLECER NUNCA! ¡Rehabilitar y entrenar! ¡Rehabilitar y entrenar! ¡FUERZA!
¡FUERZA! Pensando en los compañeros que lo ¡HAN CONSEGUIDO! Y confiar en la
ciencia médica que avanza a marchas insospechadas.
Ha de confiar en esa cirugía taurina, cuya paternidad se atribuye al manchego Dr. Creus y Manso (1828-1897) que
fue catedrático de Patología quirúrgica en las Facultades de Medicina de
Granada y Madrid, que a pesar de que no ser reconocida como especialidad médica
(al no impartirse en las Facultades de Medicina ) es una
súper-especialidad por ser la cornada
una herida con trayectorias múltiples en la mayoría de los casos, que
requiere una exploración perfecta y minuciosa para lograr una curación sin
complicaciones, puesto que al penetrar el cuerno por presión, arranca todo
cuanto encuentra a su paso. Un pitón lleno de gérmenes que potencia el daño de
una cornada.
Cirujano taurino que requiere aparte de una vocación médica
a prueba de bomba, gran afición taurina para en todo momento entender bien los
terrenos del toro y torero para poder valorar por adelantado el riesgo del
percance y la penetración del cuerno que le lleva a saber si hay o no lesiones asociadas.
Un cirujano taurino puede solucionar cualquier daño originado por cualquier agente vulnerante, mientras que cualquier cirujano no es válido para operar una cornada.
Un cirujano taurino puede solucionar cualquier daño originado por cualquier agente vulnerante, mientras que cualquier cirujano no es válido para operar una cornada.
El segundo factor hay que buscarle en la naturaleza
joven y sana del torero (factor somático) en su preparación física semejante a la de los
deportistas de elite, y en ser
el torero un artista autónomo (factor
psíquico) del que dependen más de una decena de personas influyen de manera
positiva en su recuperación.
Hay que tener en cuenta que los toreros en principio
alardean de su cornada, al considerarla como “medalla de guerra” por lo que
suelen desdeñar e incluso abandonar los
consejos médicos lo que conlleva
dificultad en su evolución.
Los medios de comunicación, si son afines a él, por motivos
económicos siempre, le mediatizan y hacen que se lo crea convirtiéndole en divo
de su cadena.
Alguno de sus acompañantes, más listos que Calleja, se ufanan
ante él con eso de: “yo no soy médico
pero de esto…entiendo más que nadie” y le confunden.
Los apoderados que ahora son empresarios a la vez, exigen su
recuperación en un plazo imposible con lo que se ve cuasi obligado a realizar
el paseíllo con las heridas frescas y protegidas con vendajes inadecuados que
pueden propiciar nuevos percances.
Si ha tenido el descuido de meterse en compras de alguna
finca a pagar con su trabajo y ahora encontrarse en el paro y no poder ir
amortizando la deuda se le complica la situación económica y eso le saca de quicio con lo cual la recuperación mental, tan sumamente necesaria, se ve
abocada a un desequilibrio.
Menos mal que desde el punto de vista de la Sanidad Asistencial
son los toreros unos privilegiados pues están pendientes y velan por
ellos distintos estamentos tales como:
1º.-Incumplimiento en muchos festejos taurinos de las condiciones médico-sanitarias en las
plazas de toros dispuestas en el
Reglamento taurino RD 1649/1997.
2º.-Intrusismo por parte de profesionales no facultados,
sin titulación académica ni habilitación profesional que en ocasiones cuentan
con el consentimiento y tolerancia de
empresarios y delegados gubernativos de plazas de toros.
3º.-Carencias muy graves en los requisitos sanitarios de determinados Reglamentos autonómicos
vigentes de Festejos Populares.
4º.-Escasez de jóvenes profesionales de las distintas especialidades que se necesitan para asegurar una acertada y
actual, prestación médico-quirúrgica en las enfermerías.
Proponer las soluciones siguientes:
1.-Aumentar el control de los requisititos legislativos
vigentes por parte de los representantes oficiales y delegados gubernativos.
2.-Implicar a los profesionales del toreo y de los
participantes en los festejos populares en la revisión de instalaciones
sanitarias y de los equipos médicos de las plazas donde actúen.
3.-Concienciar a los empresarios en la necesidad de que las
enfermerías deben cumplir las exigencias sanitarias legisladas.
4.-Instar a la Comisión Consultiva
Nacional de Asuntos Taurinos para que inscriban
en el Registro de Profesionales Taurinos a los miembros activos de de la SECT que presten servicio
médico en las plazas de toros y aquellos profesionales sanitarios que dispongan
de una trayectoria solvente en cirugía
taurina.
5.-Algunos Reglamentos Autonómicos de festejos
populares (Castilla-León, Extremadura,
Aragón, Levante e incluso Madrid) han de reformar los requerimientos actuales
al tener deficiencias.
Por parte de la
SECT ante la falta de formación en cirugía y medicina taurina
y desánimo por parte de la juventud hacia esta parcela médica, aumentan las
becas para asistencia a congresos al tiempo que instauran y continúan cursos de
formación.
De continuo los cirujanos taurinos velan por los toreros
Un grupo de médicos de
la Sociedad Española
de Cirugía Taurina
(Doctores Jesús Cuesta, Ricardo Iglesias, Beatriz Montejo y Manuel José
Iglesias) se ha puesto en contacto con la Unión de Toreros para hacerlos llegar una
sugerencia que parece esencial a efectos de evitar complicaciones innecesarias
en la prestación de atención médica tras sufrir un percance en el ruedo.
Se trata de extender el hábito de que cada matador (también
los integrantes de su cuadrilla) se realicen al comienzo de cada temporada una
analítica completa (hemograma, bioquímica y coagulación) para, con la
supervisión de un anestesiólogo, confeccionar un cuestionario pre-operatorio
que sea custodiado por el mozo de espadas y entregado inmediatamente al equipo
médico en caso de percance.
Las ventajas de que el equipo médico disponga de este
documento antes de que el herido entre en quirófano son evidentes:
1º-Disponer de una historia clínica detallada que recoja
datos esenciales como: alergias medicamentosas, hábitos tóxicos, tratamientos
habituales, enfermedades importantes,
intervenciones quirúrgicas previas (sobre todo vasculares y
osteoarticulares), grupo sanguíneo y factor Rh.
2º-Verificar y tratar, en su caso, trastornos de la
coagulación.
3º-Diagnosticar problemas de la vía aérea.
4º-Categorizar en función del riesgo anestésico (ASA).
Desde la
Unión de Toreros, animamos a todos los profesionales a seguir
estas recomendaciones, pues a buen seguro contribuirán a reducir el riesgo de
complicaciones sobrevenidas en quirófano.
Y que conste que todo esto lo hacen no por dinero (sus honorarios suelen rondar
los 150 euros (de los que hay que quitar los descuentos) por corrida, sino por
ser aficionados y haber realizado el juramente hipocrático.
Ese que comienza así:
“Juro por Apolo el
Médico y Esculapio y por Hygeia y Panacea
y por todos los dioses y diosas, poniéndoles de jueces….
Y acaba de esta manera:
“Si lo cumplo y no lo
quebranto que los frutos de la vida y el
arte sean míos, que sea siempre honrado por todos los hombres y que lo
contrario me ocurra si lo quebranto y soy perjuro”
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