Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
En
la corrida de ayer en la Monumental de Las Ventas, algunos espectadores (que no aficionados) NO DIERON LA TALLA , pues esos gritos
hacia Manuel Escribano de: “Esto
no es Sevilla” desde mi punto de
vista estuvieron fueran de lugar, ya que ese concepto del toreo de no poderse
quedar quieto para ligar el próximo pase de muleta cuando el toro se ha
desplazado hacia fuera, es propio de quien no tiene ni idea de lo que
representa ponerse delante de un toro bravo.
¡En
que quedamos? Si no se ligan los muletazos, la faena no remonta y el triunfo es
imposible. Y si el torero no se queda quieto entre muletazo y muletazo, sino
que ha de posicionarse para cruzarse ante el toro entre muletazo y muletazo, es
imposible ligarlos. Luego…?????
¿Qué
les pasa a determinados vociferantes de la plaza de Las Ventas? Pues que de
siempre hacen lo mismo: vetar a
determinados toreros, y reventarles sus actuaciones en una falta de respeto
a quien tiene el valor de jugarse la vida en plaza tan conflictiva. Por eso
algunos toreros grandes de verdad como Guerrita
llegó a aseverar: “En Madrid que
atoree San Isidro” yéndose con la música a otra parte.
He
podido comprobar que estas desagradables situaciones provocadas por estos “sabihondos”
suelen ocurrir en aquellas corridas donde, por el motivo que sea, (ayer
posiblemente por la climatología) no acuden los abonados y regalan sus entradas
a determinadas personas que es muy posible que vayan a los toros como podían
haber asistido a una carrera de fórmula 1, pero que secundan lo que algún
disidente taurino vocifera y promueve que la yesca encendida se extienda por
parte de la plaza, mientras que los verdaderos aficionados jamás se meten con
el torero conscientes de la labor realizada acorde con las condiciones del
enemigo que tenga delante.
No
tienen ni idea del daño que hacen moralmente al torero, cuando éste está
poniendo sus cinco sentidos en desarrollar y resolver el problema que tiene
delante que, en el día de ayer era complicado, con toros mansos y reservones y con una
climatología totalmente adversa en medio de un barrizal peligroso que
dificultaba sobremanera su quehacer.
Hay
toreros que no han entrado, ni entrarán jamás en Madrid porque hay un sector
del público que va a la plaza a hacer la puñeta y a no permitir que toreros
triunfadores de Sevilla lleguen a la capital mundial del toreo con vitola de
triunfadores tal vez celosos de que la plaza de su ciudad debe ser la que “de o
quite”. Son los mismos que se encargan de catapultar a un determinado torero
para subirlo a la altura máxima y a la temporada siguiente desde esa atalaya
empujarle al abismo de manera inmisericorde porque les jode que se haya
convertido en figura.
Ayer
los tres toreros estuvieron a gran altura con ese ganado y con esas condiciones
climatológicas. ¡Se la jugaron de verdad! Y concretamente Manuel Escribano (a quien dirijo esta crónica por ser con el que se
metieron) hasta se jugó la cornada poniendo en escena el par de banderillas
sentado en el estribo, al quiebro y por dentro que en Sotillo de la Adrada estuvo a punto de
costarle la vida. Y lo hizo para demostrar a ojos vistos de toda España (puesto
que la corrida era televisada) que él da todo en la plaza al ser consciente que
el público que paga tiene derecho a que los toreros no se dejen nada en el
esportón, pero de eso a pedir imposibles va un abismo, cuando algunos buenos
aficionados incluso le conminaron a que no tomara los garapullos en su segundo
enemigo viendo las enormes dificultades que para esta suerte suponía un ruedo embarrado.
¡Aficionados
de Madrid! Deben poner coto a estos desmanes, señalando a estos sabihondos y
recriminándoles estas acciones que van muy en contra de las normas éticas y de
educación que siempre han caracterizado al mundo del toro para que Madrid siga
gozando de ese título bien ganado de “Cátedra del toreo”
Fandiño, otro torero de raza se la jugó en su segundo que era
una verdadera alimaña y ese mismo sector de público incluso le pitó en una
desconsideración sin nombre.
Paco Ureña fue el triunfador al conseguir una oreja tras jugarse
el tipo en sus dos toros y lograr la estocada tras pinchazo en su segundo
oponente que fue con mucho el más potable de esta desagradable corrida.
Y
lo dicho:
¡Aficionados de Madrid les cabe la obligación de hacer de
docentes con estos espectadores reventadores del toreo! quienes junto con los antitaurinos son la carcoma de nuestra Fiesta más nacional.
Presidió D. Jesús María Gómez Martín teniendo por delegado a D. Juan Francisco García y como asesores: artístico, Pedro Herranz "Madriles" y en la veterinaria D. Carlos Fernández.
El terno de los toreros: Manuel Escribano (berenjena aterciopelado y azabache) Iván Fandiño (caña y oro) Paco Ureña de chenel y oro.
La corrida compuesta por cinco toros con el hierro de El Torero y uno de Torrealta se lidió en medio de aguaceros que dejaron el ruedo a partir del segundo toro prácticamente impracticable.
Reportaje gráfico de lo realizado por
Manuel Escribano.
Reportaje gráfico de lo realizado por
Iván Fandiño.
Reportaje gráfico de lo realizado por
Paco Ureña
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