SE FUE UNA EXCELENTE PERSONA DEL
MUNDO DEL TORO.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ.
Veterinario y escritor.
La dinastía torera Escribano
empezó en el hombre que falleció, tras penosa enfermedad, en el día de ayer en
el Hospital Punta Europa de Algeciras. Se trata de Luís Escribano González hijo
de un tarifeño que, como consecuencia de su profesión, secretario de
Ayuntamiento, arribó a un pequeño pueblo albaceteño de nombre Pozo Lorente que
según las estadísticas de enero del año 2014 cuenta con una población de 420
habitantes. Allí nació este torero y cursó sus primeros estudios.
Luego, su padre pidió traslado al pueblo sevillano de Gerena
y allí comenzó sus primeros pasos toreros posiblemente por llevar las
reminiscencias del santo taurino de la Romería de su pueblo (San
Isidro) y tratar de imitar al matador de toros Pepe Osuna que su padre, D.
Manuel apoderaba en tándem con su hermano Luís carnicero de oficio.
Luís, tenía maneras toreras que
conservó durante toda su vida, tanto en su comportamiento educado como en sus andares y manera elegante de vestir.
No pasó de novillero, porque en su cabeza tenían
más sitio “las faldas” que el toro, y eso…ya sabemos como acaba. No obstante le
cupo el honor de figurar en el Tomo V de Los Toros de Cossío con esta referencia:
“ESCRIBANO (Luis). Matador de novillos, que logró un buen
éxito en Algeciras (Cádiz) el 19 de marzo de 1960 al cortar las dos orejas de su segundo enemigo, en festejo en que se
corrieron cuatro reses de García Cavada
y dos de Goizueta Hermanos , y en el que completaban el cartel Antonio y y José Antonio Duarte. Aún mayor es
el triunfo que alcanza en Tarifa , el siguiente 31 de julio, al alternar con José Rivera “Riverita” en la lidia de
cuatro astados de Álvarez Hermanos , ya
que le concedieron un total de cuatro
orejas y un rabo y salió a hombros del
coso. De igual guisa le sacaron de la plaza de Algeciras, el 18 de septiembre
de la misma temporada, tras estoquear novillos de Juan Gallardo. Continúa
toreando por ruedos gaditanos y el 9 de
abril de 1961 lo hace en San Roque, junto a Rafael García Pacheco y Carlos Corbacho, y
desoreja a su primer oponente de la
ganadería de Troya. Sus éxitos locales se amplían con el que obtuvo en la
plaza de la Maestranza sevillana el
25 de julio de 1962, pues en presencia de Rafael Jiménez Márquez y Manuel Albar cortó una oreja del segundo novillo que le
correspondió, perteneciente a la vacada de Juan del Cid. Pese a tan reiterados
triunfos iniciales su nombre despareció
bien pronto de las taurinas referencias de prensa. Tomo V del Cossio”.
Con posterioridad la dinastía
torera siguió con su sobrino el actual matador de toros Manuel Escribano Nogales que
tantos triunfos está cosechando.
El amigo Luís era muy conocido en
los ambientes taurinos de Sevilla donde alternaba con taurinos, periodistas y
ganaderos. Entre sus amigos figuran
Curro Romero, Filiberto Mira, Antonio del Moral, Carlos Núñez Moreno de Guerra, además de un sin fin de personajes del mundo de la farándula. Narraba de continuo, con un gracejo especial, múltiples anécdotas vividas.
El Cossío omite su actuación en
la plaza de Vista Alegre de Madrid, pero un servidor reproduce, para constancia, la crónica del
acontecimiento en uno de los recortes adjuntos.
Luís toreó en las dos capitales
del toreo mundial, Sevilla y Madrid. Luego, en su vida laboral, fue un rentable
comercial para Finanzauto y un
efectivo director de autoescuela.
Tras su jubilación se vino a
vivir a Tarifa compatibilizando estancias entre la casa de su anciana tía
carnal materna y la suya propia que
construyó, en un solar compartido, desde la que se veía los tendidos de la
plaza de toros de la ciudad de Guzmán el Bueno.
En los últimos momentos pidió a
su buen amigo el matador de toros linense Carlos Corbacho que le visitara en el
lecho del dolor.
Según me confesó hace un par de
años con sus setenta y dos años a las espaldas, se fue a los cielos sin haber
cumplido el sueño de haber dado unos muletazos a un toro de mucha romana en la
finca de su buen amigo Beltrán Núñez, pero al parecer le falto decisión que no
valor para hacerlo. Y lo pensaba de continuo desde su puesto en el Mirador del Estrecho donde pasaba los fines de semana.
Descansa en paz ¡¡TORERO!!
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