LA
TERCERA CORRIDA DE LA FERIA MATEA DEL AÑO 1981 EN VALLADOLID.
Por
LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
La
corrida de esta tarde ha despertado mucho interés en los aficionados pues no en
balde se trata de una terna de artistas. Antoñete, en esta temporada de su
reaparición, viene de triunfar en Madrid, Puerto de Santa María y Palencia. Rafael de Paula es esperado con interés
a pesar de que en sus dos anteriores comparecencias en nuestra plaza le
enviaron dos toros al corral. ¡Tal vez la incertidumbre de lo que puede hacer
cree el morbo que lleve gente a la plaza!¡Los gitanos son así! o salen por la
puerta grande o a almohadillazos. Roberto
Domínguez es un gran torero pero no acaba de despegar. ¿Por qué? pues
sencillamente porque no triunfa en Madrid o en Sevilla que son las plazas que
dan o quitan, y a él, le ha tocado la de arena. Pues apunta pero no dispara de
ahí el sobrenombre de “apuntador”. En su tierra siempre está bien, pero nuestra
feria es muy tardía y aunque triunfe ha de esperar a la nueva temporada para
conseguir contratos.
Estos
tres artistas iban a lidiar una corrida de don Salvador Gavira, pero como
fueron desechados en el reconocimiento fueron sustituidos por otros de Sánchez
Fabrés que por estos lares casi siempre dieron buen juego.
Fue
una tarde desabría, asperá y fría. Llovía antes del comienzo de la corrida y
una vez empezada cayeron varios chaparrones, no obstante lo cual la plaza casi
se llenó.
Antonio Chenel “Antoñete” (verde manzana y oro). Hace el paseíllo destocado.
Sale con muchos bríos a recibir a su primero un toro con 573 kilos. Lo torea
artísticamente de capote con esa
elegancia innata que posee el torero de Madrid. Con la muleta estuvo
sensacional en varias series en las que engancho al toro adelante y lo llevó
toreado hasta la cadera. Pases con empaque torero, ligados y perfectamente
rematados. Pases de adornos de todas marcas donde destacaron los recortes,
pases de castigo y los doblones y ayudados por bajo. ¡Toreo antológico! ¡Toreo
del bueno! Que desgraciadamente para él no remató con los aceros, pero a
nosotros y al público deleitó en faena que quedará retenida en el
subconsciente.
Lástima
de los tres pinchazos y la media estocada atravesada, no obstante lo cual el
público le saca al tercio a saludar.
En
su segundo, ejemplar de 544 kilos estuvo bien si bien su oponente no le dio
facilidades al entrar a los engaños con la cara alta. Antoñete aguantó y logro
pases de mérito.
Mata
de pinchazo, estocada rendida y descabello al segundo intento. Nuevamente el
público lo saca al tercio a saludar.
Rafael de Paula (grana y oro). Recibe
muy confiado a su primero un toro con 497 kilos y el público se encandila. El
toro le hizo un extraño al segundo muletazo y Paula se descontroló de tal
manera que tiró por la calle del medio y comenzó a aliñar a su oponente para
acabar con él de una media muy caída que es premiada con pitos.¡Paula no tiene
piernas! De ahí su inseguridad.
En
su segundo un toro de 500 kilos de peso que fue un extraordinario toro con el
que Paula no pudo confiarse, porque le faltó valor. A veces lo intentaba y
lograba un buen pase para en el siguiente dudar y casi, casi salir corriendo de
la cara del toro.
Mató
de dos pinchazos y estocada muy baja y el público le dedicó una sonora pita
cuando el toro fue arrastrado que finalizó en bronca con lanzamiento de
almohadillas..
Roberto Domínguez (tabaco y oro) en su
primer oponente de 475 kilos estuvo
extraordinario con cadencia, ritmo y toreo de muleta planchada en pases lentos
en grado sumo. Temple exquisito sin dejarse tocar la muleta en ningún momento
de la faena. Toreo por ambos pitones y con ambas manos en medio de una
naturalidad excelsa. Extraordinarios pases de pecho donde con la muleta en el
hocico del toro llevaba a éste hasta rematar en el hombro contrario. Mató de un
estoconazo y la plaza se llenó de pañuelos blancos en petición de las dos
orejas y el rabo. Presidencia concede las dos orejas.
En
su segundo un toro de 525 kilos. Salió deslucido y fue poco a poco a más. Lo
toreó bien de capote. La faena la cimentó
sobre la mano izquierda en varias series de naturales, pues en el primer
redondo recibió un peligroso derrote. Fue molestado mucho por el viento. Fatal
con los aceros, al noi confiarse por el pitón derecho. Necesito de cuatro
pinchazos y descabello. Por los méritos de su primero, sus paisanos le
concedieron la vuelta al ruedo.
Y los
toros? Pues los coquillas de Sánchez Fabrés fueron como su tipo conlleva;
chiquitos y pobres de cabeza. Con el picante propio de la estirpe junto a la
nobleza y la bravura
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