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miércoles, 17 de febrero de 2010

POESÍA TAURINA CUARTA.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Como explicación de un delicioso y documentado dibujo de Perea publicado en una página central de “La Lidia”, se hacía este comentario en verso, como era costumbre en aquella época, tan pródiga en versificadores:

“Aconseja Montes
en su Tauromaquia
que cuando los toros
no doblan las patas,
ya heridos de muerte
por una estocada
deben los peones
procurar que caiga
dando capotazos
secos y en la cara,
unos por un lado
y otros a otra banda,
y que algunas veces,
si las circunstancias
(también Montes manda)
que se les maree
pronto sin tardanza,
Haciendo que vueltas
detrás de las capas
que, formando el corro,
por doquier le llaman
Esto, dicho queda
que se hará en contadas
ocasiones, cuando
las reses lo marcan;
pero que se emplee
esta marejada
como hoy a diario
vemos en la plaza
y que fiel traduce
“La Lidia” en su lámina,
es más que insufrible
y en pro del espada,
que impávido mira
tales zaragatas
dice…lo que dice
saben de pasada.
Firmaba estos versos tan exactos – y que parecen escritos hoy en día, en que los “enterradores” siguen haciendo de las suyas- L. Vázquez que, además de manejar zumbona rima, era un excelente e insobornable aficionado a la fiesta más española, tan ensalzada por “La Lidia”.
Daniel Perea y Rojas fue un pintor sordomudo (1834-1909) considerado como uno de los más hábiles dibujantes, cartelista taurino y litógrafos de la segunda mitad del siglo XIX.