Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
La primera de la feria se saldó con una sola vuelta al ruedo del diestro local, Roberto Domínguez.
Hizo una tarde espléndida, pero el público no acudió a la plaza más que para lograr la media entrada.
En el reconocimiento veterinario hubo “baile de corrales”. Dos de los astados pertenecientes al hierro titular de los señores Ramos Matías de Salamanca, a consecuencia de falta de peso en uno y claudicación en otro, hubieron de ser sustituidos por otros dos de la ganadería de doña Mercedes Pérez Tabernero, que se lidiaron en cuarto y quinto lugar.
En presidencia estuvo el Comisario del Cuerpo General de Policía, D. Florencio Zalama Herrera a quien asesoró artísticamente el banderillero Antonio Aguado “Larita”.
Los carteles estuvieron equivocados en cuanto al orden de colocación de los diestros actuantes pues el más antiguo era Francisco Ruíz Miguel.
El primer toro de la tarde responde al nombre de “Almejano”.Luce el número 48 y tiene un peso de 480 kilos. Un toro encastado a quien el diestro de El Puerto de Santa María, Ruiz Miguel, le recibe con dos verónicas que son rematadas con una media.
Artísticamente lo lleva al montado que le administra un puyazo recargado, tras el cual el toro pasa al tercio de banderillas, donde los banderilleros, no muy acertados, clavan un par y medio.
La faena de muleta Ruíz Miguel la instrumenta por naturales con recurso en dos tandas de las cuales la segunda fue la mejor.
El toro aprende con facilidad por lo que al colarse peligrosamente en la última tanda, Francisco Ruiz Miguel opta por el toreo al redondo. Unos redondos suaves que merecen los sones de la música.
Finaliza aliñando al astado para finiquitarlo de una estocada traserilla de la que el toro dobla, acertando el cachetero a la primera.
La labor es premiada con ovación y saludos desde el tercio mientras el toro es pitado en el arrastre.
En su segundo el “cañailla” se estira por verónicas ante el toro de doña Mercedes Pérez Tabernero, que con un peso de 538 kilos y llamado “Espía” luce el número 10, para finalizar con unas chicuelinas salerosas.
En la suerte de varas el toro recibe un largo puyazo en el que está a punto de derribar. Como en el toro anterior los banderilleros solo logran colocar par y medio de garapullos.
Comienza brindando la faena de un toro noble, al Alcalde de Vitoria que ocupa localidad en el tendido 8 junto a su colega vallisoletano señor De Santiago y Juárez.
Torea muy bien sobre ambas manos siendo muy aplaudido. Al confiarse demasiado sufre un varetazo en la región abdominal por parte de una banderilla y desde ese momento pierde la confianza hasta el extremo de ponerse pesado en la suerte suprema. Lo logra tras dos pinchazos sin soltar, media ligeramente delantera, un pinchazo y media estocada muy baja.
Recibe pitos mientras el toro es aplaudido en el arrastre.
El segundo toro de la tarde, con mucha leña en el testuz, responde por “Sopero”, tiene un peso de 495 kilos, es lidiado por el diestro José María Manzanares. Lo lancea sin confiarse con lances desajustados.
En el caballo, el toro sufre una vara buena y recargada y seguidamente dos picotazos.
Los banderilleros estuvieron acertados en dos pares superiores por los que recibieron aplausos.
Manzanares no se ajusta con un toro demasiado quedado al que, tras intentar torearlo de cerca, finaliza con pases por bajo.
Lo finiquita con una media estocada colocada arriba que le propicia descabellar al primer intento.
Es despedido con muestras de desagrado y música de viento.
A su segundo. Quinto de la corrida, perteneciente al hierro de Doña Mercedes Pérez Tabernero, marcado con el número 11, “Pecoso” de nombre y 466 kilos de peso Manzanares brinda a la Reina de las Fiestas que ocupa el palco número 11. Y comienza muy torero a base de derechazos y naturales que son rematados con el obligado de pecho.
Sufre una colada muy peligrosa cuando cae delante de la cara del toro.
Pasado el susto continúa toreando a base de molinetes y afarolados por lo que es ovacionado y la música hace su aparición en la plaza del Paseo de Zorrilla.
Tras adornarse muy artísticamente entra a matar logrando un pinchazo sin soltar porque el toro se le arranca de improviso. Seguidamente logra una media estocada perpendicular que propicia el descabello al primer intento. Es aplaudido.
Roberto Domínguez que sustituyó al lesionado Antonio José Galán, es recibido con una gran ovación al aparecer en el coso de Zorrilla, pues era la primera vez que actúa en la plaza de nuestra ciudad tras el “paso decisivo”.
A su enemigo, marcado con el número 59, “Faginero” de nombre 517 kilos de peso, negro de capa y perteneciente a la vacada de doña Mercedes Pérez Tabernero, lo lancea por verónicas que son jaleadas por sus paisanos.
Es muy aplaudido cuando de forma elegante y torera lleva el toro al caballo de picar.
El picador se agarra perfectamente arriba y le pega al toro en vara recargada.
En banderillas se luce en un par “Romerita” que es ovacionado.
Brinda la muerte de su toro a sus paisanos desde el centro del ruedo.
Comienza su faena con pases por alto en serie de dos que son seguidos con un pase cambiado que es premiado con una ovación.
Unos perfectos y bien rematados redondos. Juega con el toro para finalizar con desplantes toreros.
Como se pone pesado con los aceros su gran labor es premiada con una ovación que le propicia la vuelta al ruedo.
En su segundo que fue el peor del encierro, de salida intentó saltar al callejón a la altura del tendido 6. Se llamaba “Fantasioso”, marcado con el número 45, negro de capa y 523 kilos de peso.
Roberto lo recibe con una larga cambiada de rodillas que es muy ovacionada, para seguidamente administrara unos lances muy templados que también son ovacionados.
La primera vara es buena mientras que la segunda resulta demasiada trasera.
Como el toro se colaba en cada pase Roberto Domínguez se limita a instrumentar una faena voluntariosa pero breve que culmina con una estocada mal colocada que da con el toro de Ramos Matías en tierra.
La labor del vallisoletano es silenciada.
El público salió aburrido y lo demostró en la despedida de los diestros actuantes.
De los picadores sobresalió Raimundo Rodríguez y de los banderilleros destacaron, Lorenzo Saugar “Romerita” y Juan Sánchez que al recibir un golpe del astado se resintió de una herida que tenía en el pie derecho.
Los toros demostraron escasa fuerza, sosería y falta de casta por lo que “besaron” en demasía la arena. No presentaron dificultades para la lidia, pero ésta no existió.
Fueron mejores los de doña Mercedes.
Ese día Pepe Alegrías que era el cronista de uno de los periódicos de Valladolid echó la culpa del fracaso de la corrida, por un lado a los toreros que no supieron lidiar por “falta de oficio” y a los toros salmantinos faltos de casta y de afectividad. De ahí el bostezo, aburrimiento y un poco de “reniego” del aficionado.
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