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martes, 9 de febrero de 2010

EMILIO ORTUÑO DUPLAIX “JUMILLANO”.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Le conocí en el año 1961 cuando yo era estudiante de la carrera de veterinaria, y el hermano, de su entonces novia Angelita Rodríguez de Arce, (Domingo) era compañero mío de curso en la Facultad de Veterinaria de Madrid.
Coincidí con él en la casa de su futuro suegro el abogado D. Ángel Rodríguez sita en la calle de Carranza, cuando esta vía contaba con un paseo central dotado de árboles y bancos donde reposar plácidamente, y contemplar tanto el paso de los tranvías que iban desde la Glorieta de Bilbao a la de San Bernardo como, aparcado en uno de los laterales, el “haiga” que el famoso matador de toros de San Miguel de Valero (Salamanca) poseía como parte de las cuatro maravillas que lanzó al mercado la firma General Motor para ser adquiridas por el Presidente de los EEUU (de entonces), el famoso Trío "Los Panchos", Jorge Negrete y nuestro amigo Emilio.
Vivienda a donde me iba a estudiar con Domingo Rodríguez de Arce, o mejor dicho, a proporcionarle los apuntes que él, no había podido tomar en clase.
Emilio Ortuño Duplaix “Jumillano” era por aquel entonces un torero de élite recientemente retirado y Angelita Rodríguez de Arce, una de las más bellas mujeres de la alta sociedad madrileña.
Luego hubieron de pasar muchos años para que el mundo del toro nos proporcionara un nuevo encuentro al ser Emilio propietario y empresario de la Plaza de Toros de Valladolid, y un servidor de ustedes, comandante veterinario destinado en la Academia de Caballería de Valladolid.
Después el ex-torero empresario de la plaza de toros de Íscar y de Medina del Campo y el que suscribe veterinario taurino de ambas plazas. Más tarde “Jumillano” empresario de Valladolid y yo veterinario de dicha plaza.
Coincidíamos en todos los sitios donde hubiera toros. Tomábamos las copitas pertinentes, tras los reconocimientos de los toros, hasta la hora de la comida y luego, a veces, compartíamos burladero durante los eventos taurinos.
También solíamos coincidir en las tertulias taurinas de Valladolid a donde el bueno de Emilio era invitado por aquello de ser el dueño de la plaza de toros de la capital de Castilla.
Y frecuentemente nos veíamos en el Hotel Meliá Parque a donde se alojaba durante la Feria de Valladolid y siempre que iba a su plaza de toros por el motivo que fuera, ya que era íntimo amigo de Rafael (q.e.p.d) dueño del hotel, con quien también nos preciábamos de compartir amistad.
De igual manera, he compartido amistad con sus dos hijos varones, si bien hace bastantes años que no les veo al haberse desligado, tanto “Michel” como Isidro, del mundo taurino.
Es Emilio un hombre callado, reservado, pero amigo de sus amigos a quienes les trata con cariño cuando se encuentra con ellos. Se conserva muy bien y no aparenta los años que tiene sobre sus espaldas que no son pocos (pues no en balde nació en 1933, nueve años antes que yo), pero como le acompaña el tipo, al ser alto y delgado, fácilmente puede hurtar años a la realidad.
Tomó la alternativa en la plaza de Las Arenas de Barcelona en el año 1952, retirándose cinco años después, y según cuentan, habiendo ganado mucho dinero pues siempre su cotización fue altísima e hizo cinco campañas económicamente muy rentables en tierras americanas donde gozaba de un merecido gran cartel sobre todo en Méjico donde en su enorme plaza cortó dos rabos, tras su confirmación que tuvo lugar con el padrinazgo de Curro Ortiz y la actuación de Miguel Ángel García de testigo ante un toro de nombre “Gatito” perteneciente a la ganadería de Tequisquiapan.
A partir de ese momento, se dedicó a criar toros bravos y cuidar tanto de su ganadería brava salmantina, cómo de la de su mujer ubicada en tierras segovianas de El Espinar, compartiendo este quehacer, con el de empresario de su plaza y de otras limítrofes que eran llevadas por sus gerentes en actuaciones de “hombres de paja”.
De unos años a esta parte dejó el empresariado taurino limitándose su actividad a alquilar su plaza de Valladolid y a vivir de las rentas que no es mal negocio cuando se puede pervivir sin preocupaciones en lo que a uno le resta de vida.
En honor a nuestra amistad le he dedicado varios crónicas de corridas en su plaza, que fue la mía durante mi destino en Valladolid, hasta que la jubilación me trajo a este rinconcito de Tarifa donde tampoco se vive mal que digamos, pues yo también estoy libre de preocupaciones aunque vivo de la paga de pensionista nunca comparable a la de mi amigo Emilio Ortuño terrateniente salmantino. Seguro estoy que disfrutará leyéndolas y recordándolas pues nunca faltó a estas citas ocupando el palco de la meseta debajo de Presidencia que como propietario poseía.
También le recordaré un poco de su vida en la que lidió toros “con más raza, nervio y temperamento que los de ahora” como él dice, y de lo que posiblemente tenga algo de culpa en la involución de la selección de bravo en su faceta de ganadero.
Tras debutar con traje de luces en Burgos un 19 de mayo del año 1950, su carrera se hace imparable. Al año siguiente debuta con caballos en Zaragoza y actúa ocho tarde seguidas en Barcelona.
En la temporada del año 1952 surge la competencia entre dos grandísimos novilleros, Juan Martínez “Pedrés” y Emilio Ortuño “Jumillano” que no están dispuestos a dejarse ganar la partida en la plaza.
Ese mismo año se presenta en Madrid alternando con “Tacho” Oliete y Antonio Chenél “Antoñete” para seguidamente alternar con “Pedrés” y Juan Montero en la lidia de una novillada de Atanasio Fernández.
Ambos novilleros rayaban a tan gran altura que, por primera vez en la historia taurina, la Corrida de la Asociación de la Prensa, fue una novillada donde, en mano a mano, actuaron ambos novilleros.
Ese mismo año tomó la alternativa en la Plaza de Las Arenas barcelonesa, de manos de Agustín Parra Dueñas “Parrita” con Rafael Ortega de padrino.
Confirma al año siguiente en Madrid con Julio Aparicio de padrino y Juan Posada (q.e.p.d) de testigo.
Tras varias temporadas triunfales en América, torea por última vez en España el 21 de abril de 1957 en Málaga formando terna con Carlos Copas (q.e.p-d) (hermano de su cuñado) y el venezolano Curro Girón.
La última corrida de su vida fue la celebrada el día 18 de agosto de 1957 en la localidad francesa de Dax en la que contando con 24 años alternó con Julio Aparicio y Antonio Ordóñez.
Amigo Emilio: seguiré hablando de las ferias taurinas de Valladolid pues es mucha la información que tengo guardada al respecto sobre ese coso que compraste en el año 1956 a la Sociedad Taurina de Valladolid S.A. y en el que actuando en él, como torero, te llevaste dos trofeos San Pedro Regalado.