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jueves, 29 de enero de 2009

LA SEGUNDA CORRIDA DE FERIA DEL AÑO 1971 EN VALLADOLID.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Una carpeta artística es el obsequio del empresario Emilio Ortuño “Jumillano” a quienes sacaron el abono, conteniendo las entradas y carteles de cada corrida.









En medio de una tarde desagradable a consecuencia de un frío cortante que sopló durante toda la corrida, con amenaza de lluvia, que ¡a Dios gracias quedó en eso!, se celebró la segunda corrida de feria con un lleno hasta la bandera, en parte por la presencia de Manuel Benítez “El Cordobés” y de la alternativa del torero de la tierra “Luguillano Chico”.
Preside el festejo el comisario del Cuerpo Nacional de Policía don Florencio Zalama asesorado en cuestión taurina por Faustino Gómez Cayón “Cigales”.
Como efemérides a destacar, la presencia de la Reina de la Fiestas, señorita Marta Lorente Moore acompañada de su corte de bellas damas.
Ambiente de fiesta por todo lo alto en la plaza que coge con aplausos a la terna actuante en el momento de hacer el paseíllo.
La corrida pertenece al hierro de la ganadería de D. Salvador Guardiola Fantoni que pastan en la finca “El Toruño” de la localidad sevillana de Utrera y cuya procedencia es Villamarta.

El primer toro de la tarde atiende por “Capachica” herrado con el número 131 y que presenta una capa negra con lucero. Su peso, 470 kilos.
En medio de un fuerte y gélido viento, Juan Carlos Castro Sanz, recibe a su enemigo con unos buenos lances a la verónica que remata con una media verónica de magistral factura. Es ovacionado.
Lleva el toro al caballo que monta Jaime Rodríguez, para que reciba una vara en toda regla, finalizada la cual, el diestro de Mojados hace un vistoso quite que merece la ovación del paisanaje.
Con tres palitroques arriba en tres entradas, se fija al toro en el burladero de suerte de picar para llevar a efecto la ceremonia de alternativa.
Es Diego Puerta, “Diego Valor” el encargado de doctorar a Juan Carlos bajo la mirada pensativa de la máxima figura del toreo en ese momento, Manuel Benítez “El Cordobés”. Un Juan Carlos muy nervioso. El abrazo del toricantano con su padrino y testigo, cierra la ceremonia en medio de una gran ovación. ¡Valladolid cuenta con otro nuevo maestro en tauromaquia! que pasará a los anales con el nombre de “Luguillano Chico” por aquello de haber sucedido a sus hermanos Clemente “Luguillano El Grande” (que no llegó a matador de toros) y Santiago “Luguillano” que salió varias veces por la puerta grande de la Monumental de las Ventas. Todos componentes de la saga Castro Sanz.
Juan Carlos Castro Sanz vestido de verde y oro tras brindar al respetable se va por el toro comenzando la faena con los pases de tanteo para seguir sobre las dos manos en pases de buena factura ante un toro de calidad en la embestida.
La muleta en la zurda para torear por naturales. En uno de ellos está a punto de sufrir un disgusto. Repuesto del susto, continúa por naturales sobre el lado bueno del toro finalizando con un alegre jugueteo entre los aplausos de los vallisoletanos.
Un pinchazo que el toro escupe. Otro en el que encuentra hueso y finalmente una estocada bien colocada que hace doblar al astado para que acabe el puntillero con acierto. Ovación y vuelta al ruedo protestada por cierto sector del público.
Como anécdota curiosa lo sucedido durante el arrastre del toro en que las mulillas debido a un defecto en el enganche se fueron de vacío para el desolladero mientras dejaron su mercancía en el ruedo. A la vuelta y ante la hilaridad del público cumplieron su cometido con efectividad.

Su segundo enemigo portaba el número 8 y se llamaba “Rionuevo”. Su peso 448 kilos y era un negro bragado que de salida saltó al callejón por los terrenos de los tendidos 4 y 5.
“Luguillano Chico” lo capotea con verónicas elegantes en medio de los aplausos del público.
Una entrada al caballo y cambio de tercio para que banderilleen, con dos excelentes pares de “El Chulo” y Fernando Gómez.
Juan Carlos brinda a la Reina de la fiestas y se dirige al astado para comenzar una faena compuesta, torera y valiente sobre ambas manos, intercalando molinetes, manoletinas y demás pases de relleno. Alegría y variedad que al tiempo que encandila el ambiente hace sonar la música.
Menos de media estocada tendida, seguida de descabello a la primera, despenan al animal.
La presidencia concede la oreja pedida por unanimidad y con ella da dos vueltas al ruedo, negándose a salir a hombros cuando pretendían elevarlo algunos de sus partidarios, mientras era felicitado por Diego Puerta, su padrino de alternativa.

El diestro del barrio de San Bernardo hizo dos faenas caracterizadas por el valor que es y ha sido el sello característico de este sevillano.
Su primer enemigo llamado “Batanegra” está marcado con el número 210. Tiene un peso de 436 kilos y su capa es la negra. Es un ¡toro bravo!
Diego Puerta lo lancea superiormente por verónicas, cerrando la tanda con una media verónica extraordinaria que arranca una cerradísima ovación del entendido público vallisoletano.
Dos entradas al caballo de picar entrando de largo, lo que vuelve a enardecer al público quien responde con otra gran ovación.
En banderillas destacada actuación, en sus dos entradas, de Antonio Fernández Ramos que son premiadas con sendas ovaciones.
Los doblones de sometimiento con que inicia su faena arrancan las primeras palmas del público. Ovación que se repite y acentúa cuando los pases de pecho y los afarolados, llenos de gracia y sabiduría pinturera, rematan las series de redondos.
Seguidamente se lleva al astado hasta la solanera y allí pone en práctica toda su amplia gama de jugueteos, pases de adorno y vistosos desplantes que hacen vibrar a la concurrencia.
El silencio es el premio de una labor embadurnada por una espada que se negó a entrar por donde debía y que se hizo reiterativa en varios intentos sin soltar. Finalmente un pinchazo en el sitio, dio paso a un acertado descabello.

Su segundo oponente que corresponde al cuarto de la corrida es el que responde por “Tapista” herrado con el número 187 de capa negra y el de más peso de la corrida con sus 510 kilos.
Es aplaudido el valiente torero sevillano en los lances pintureros con el capote por verónicas.
Después, cuando el piquero, que agarrándose bien y pegándolo en exceso, mermó las condiciones del toro, éste llegó demasiado quedado a la suerte de muleta, por lo que Diego Puerta hubo de echar mano de su maestría y valor para a base de porfía y afán tesonero, lograr una serie de pases circulares, donde el valor fue la nota dominante. Luego, la gracia sevillana de este valiente, pusieron la nota de colorido en los molinetes, manoletinas y demás pases de enardecimiento de masas.
Un pinchazo sin soltar, media un poco defectuosa y descabello al cuarto golpe acabaron la vida del animalito que al final llevaron al sevillano a la ovación y saludos desde el tercio, negándose a dar la vuelta al ruedo que el público pidió con insistencia.

“El Cordobés” pasó por Valladolid con más pena que gloria.
En su primero el número 199, negro girón de 438 kilos y que se llamaba “Fielino” lo lanceó de manera más que aceptable.
Después en la faena de muleta, tras los consabidos pases de trasteo, lo toreó con la mano diestra, para seguir con unas "espaldinas" que al ser protestadas por los graderíos llevaron a que el diestro cordobés, incomodado, “cortara por lo sano” y tras unos pases por la cara, sin motivación alguna, se va a por el estoque de matar y de dos pinchazos sin soltar y media estocada desprendida seguida de descabello al primer intento manda a su oponente, un toro encastado, al desolladero en medio de la bronca del respetable al de Villalobillos. Bronca que se acentúa cuando el toro es arrastrado en medio de ovaciones.

En su segundo de nombre “Zarcillero”, marcado con el 201, un negro de buena estampa y de 495 kilos, cuando el público esperaba el desquite del diestro cordobés, se vio nuevamente defraudado ante la inhibición total de Manolo. No “quiso saber nada de nada” lo que encrespó al público que insultó al diestro y éste demostró “estar al pairo de todo”.
Despenó a su enemigo de tres pinchazos “echándose fuera descaradamente en la suerte suprema”, media estocada contraria y atravesada y descabello al primer golpe de verduguillo en medio de las protestas del público que se hacen amenazantes para Manuel Benítez “El Cordobés” que tuvo como único mérito en la tarde de ayer, el haber llenado el coso del Paseo de Zorrilla.
¿Qué le pasó al Cordobés? Que estuvo indolente, sin el menor atisbo de deseo de agradar y que no supo encajar la repulsa, ¡con toda razón!, por parte de los que se habían pasado por taquilla con la ilusión de ver al monstruo sagrado del toreo, que quedo desmitificado del todo en Valladolid, ante toros encastados, pero que ninguno ofreció dificultades para lidia al no tirar una sola cornada.

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