(NICANOR VILLALTA).
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Nicanor Villalta, en palabras de Manuel Mejías “Bienvenida” fue: “el mejor estoqueador de toros de aquellos tiempos” al reconocer en el de Cretas (Teruel), “pureza y regularidad en la ejecución de la suerte suprema”.
Nicanor mataba a los toros bien, tarde tras tarde.
Ganó dinero. El que se ganaba entonces, pero lo perdió en un negocio desafortunado.
Cuando estaba en la cumbre de la fama, ganaba cuatro, cinco y seis mil pesetas por corrida, que no era mucho dinero, pero la vida también estaba más barata.
Como tantos otros toreros al final de su vida la situación económica no era buena pues había liquidado lo que ganó durante su actividad taurina más lo que le proporcionó el Festival que le montó quién veraneaba con nosotros, cuando aún yo era un crío, en Las Navas del Marqués, Tomás Martín “Thomas”.
Posteriormente Vicente Zabala y José María Jardón le organizaron otro homenaje en la Monumental de Las Ventas que tuve la suerte de ver.
De pequeño su primer oficio fue pastor de ovejas y cabras tanto aquí cómo cuando su padre se fue a México y alquiló un rancho para vivir de lo que producía. Más tarde la enfermedad de su madre les hizo abandonar el lugar y el trabajo para regentar una fonda llamada “La Española”.
Su curioso nombre de Nicanor le viene de que su padre era muy amigo del torero, Nicanor Villa “Villita” a quien prometió que si tenía un hijo le pondría su nombre.
Comenzó su carrera taurina en México, matando dos novillos, que el mismo se costeó, en una plaza de madera de la capital de Estado. Luego, de luces mató 4 vacas en Querétano.
Pero su carrera quedó interrumpida cuando su padre encontró trabajo en Cuba y hubo de acompañarle. Volvió a México y de allí a España para cumplir sus deberes militares.
Conoció a Pancho Villa y a los hermanos Zapata.
Acá en España debutó con los “Charlots auténticos” en Zaragoza.
Su recuerdo más emotivo: la primera oreja que cortó en Madrid el 2 de mayo de 1922. Luego, ganó la oreja de oro de la Asociación de la Prensa y la también de oro de la Plaza de México.
Se trataba de orejas cortadas a: “toros duros, con casta”, que es según él, “lo que hace falta en el toreo, ¡casta! Tanto en el toro como en el torero”.
Cuando estaba en la cumbre de la fama, ganaba cuatro, cinco y seis mil pesetas por corrida, que no era mucho dinero, pero la vida también estaba más barata.
Como tantos otros toreros al final de su vida la situación económica no era buena pues había liquidado lo que ganó durante su actividad taurina más lo que le proporcionó el Festival que le montó quién veraneaba con nosotros, cuando aún yo era un crío, en Las Navas del Marqués, Tomás Martín “Thomas”.
Posteriormente Vicente Zabala y José María Jardón le organizaron otro homenaje en la Monumental de Las Ventas que tuve la suerte de ver.
De pequeño su primer oficio fue pastor de ovejas y cabras tanto aquí cómo cuando su padre se fue a México y alquiló un rancho para vivir de lo que producía. Más tarde la enfermedad de su madre les hizo abandonar el lugar y el trabajo para regentar una fonda llamada “La Española”.
Su curioso nombre de Nicanor le viene de que su padre era muy amigo del torero, Nicanor Villa “Villita” a quien prometió que si tenía un hijo le pondría su nombre.
Comenzó su carrera taurina en México, matando dos novillos, que el mismo se costeó, en una plaza de madera de la capital de Estado. Luego, de luces mató 4 vacas en Querétano.
Pero su carrera quedó interrumpida cuando su padre encontró trabajo en Cuba y hubo de acompañarle. Volvió a México y de allí a España para cumplir sus deberes militares.
Conoció a Pancho Villa y a los hermanos Zapata.
Acá en España debutó con los “Charlots auténticos” en Zaragoza.
Su recuerdo más emotivo: la primera oreja que cortó en Madrid el 2 de mayo de 1922. Luego, ganó la oreja de oro de la Asociación de la Prensa y la también de oro de la Plaza de México.
Se trataba de orejas cortadas a: “toros duros, con casta”, que es según él, “lo que hace falta en el toreo, ¡casta! Tanto en el toro como en el torero”.
Alternó con los figurones del toreo de su época: Félix Rodríguez, “Cagancho”, Marcial Lalanda, “Niño de la Palma”, Domingo Ortega, Belmontey,“se embelesaba viéndolos torear”.
En una entrevista que le hicieron en “El Dígame” el 4 de enero del año 1980 se expresó de esta manera:
“Aunque respeta los tiempos actuales del toreo, le gustaban más los suyos, donde salir al ruedo con aquellos torerazos y aquellos toros era algo sublime”.”Eran tiempos donde el público que asistía a las corridas estaba muy preparado taurinamente hablando. Sabía lo que veía. Mandaban los aficionados sobre la masa”
Dado que él era el número 1 en la suerte suprema le preguntaron:
¿Por qué lleva tanto tiempo en crisis la suerte del volapié? Y contestó diciendo:
-“Por un problema de colocación. La mayoría de los toreros de hoy se ponen de perfil para el volapié, casi lo mismo que para dar el pase natural. Y claro no les puede salir bien ni lo uno ni lo otro. La estocada es un auténtico pase d pecho, no un pase de costadillo”.
Ha sido el torero que más orejas ha cortado en la plaza de toros de Madrid, 53 orejas que es todo un record y es que la verdadera historia del toreo está hecha por hombres como éste, en los que el oro, la seda, la sangre y el sol de la Fiesta se mezclan con gallardía.
En cierta ocasión, 27 de abril de 1933 y en la Corrida de la Beneficencia: Hubo de matar siete toros en Madrid de D. Bernardo Escudero, pues alternando con Manolo "Bienvenida", Domingo Ortega y Antonio García Bustamante “Maravilla” (que confirmaba alternativa), los tres toreros se fueron “al hule” y al quedarse solo obtuvo un gran éxito.
Otra vez también hubo de matar seis toros en Madrid al resultar cogido, en el mano a mano, Marcial Lalanda en una corrida de Coquilla, con éxito al canto.
Fue un torero de escasas cornadas. Solamente tres, recuerda la Bilbao que dice:
“Esa sí fue hermosa, el toro no se podía desprender de mí, y haciendo un esfuerzo yo me quité el pitón de la barriga”
“De las tres cornadas lo que recuerdo más horrible eran las curas. Metían las gasas, cada cura era como otra cornada”
Como otros muchos compañeros también fue vetado por una figura al ser incómodo en la plaza.
Murió soltero pues como el mismo decía:
“No sé lo que es el amor. Porque no creo en él. No tuve la suerte de encontrar a la mujer soñada”
Aunque eso sí, para él el nombre de mujer ideal es el de Pilar que: “es la única mujer que he amado y siempre me ha correspondido: mi virgen de Zaragoza”
Murió a los ochenta años considerando como el mejor torero de todos los tiempos a Juan Belmonte, como el mejor de su época a Félix Rodríguez, y como figuras después de su época a Pepe Luis Vázquez, Antonio “Bienvenida” y a Pepín Martín Vázquez.
En una entrevista que le hicieron en “El Dígame” el 4 de enero del año 1980 se expresó de esta manera:
“Aunque respeta los tiempos actuales del toreo, le gustaban más los suyos, donde salir al ruedo con aquellos torerazos y aquellos toros era algo sublime”.”Eran tiempos donde el público que asistía a las corridas estaba muy preparado taurinamente hablando. Sabía lo que veía. Mandaban los aficionados sobre la masa”
Dado que él era el número 1 en la suerte suprema le preguntaron:
¿Por qué lleva tanto tiempo en crisis la suerte del volapié? Y contestó diciendo:
-“Por un problema de colocación. La mayoría de los toreros de hoy se ponen de perfil para el volapié, casi lo mismo que para dar el pase natural. Y claro no les puede salir bien ni lo uno ni lo otro. La estocada es un auténtico pase d pecho, no un pase de costadillo”.
Ha sido el torero que más orejas ha cortado en la plaza de toros de Madrid, 53 orejas que es todo un record y es que la verdadera historia del toreo está hecha por hombres como éste, en los que el oro, la seda, la sangre y el sol de la Fiesta se mezclan con gallardía.
En cierta ocasión, 27 de abril de 1933 y en la Corrida de la Beneficencia: Hubo de matar siete toros en Madrid de D. Bernardo Escudero, pues alternando con Manolo "Bienvenida", Domingo Ortega y Antonio García Bustamante “Maravilla” (que confirmaba alternativa), los tres toreros se fueron “al hule” y al quedarse solo obtuvo un gran éxito.
Otra vez también hubo de matar seis toros en Madrid al resultar cogido, en el mano a mano, Marcial Lalanda en una corrida de Coquilla, con éxito al canto.
Fue un torero de escasas cornadas. Solamente tres, recuerda la Bilbao que dice:
“Esa sí fue hermosa, el toro no se podía desprender de mí, y haciendo un esfuerzo yo me quité el pitón de la barriga”
“De las tres cornadas lo que recuerdo más horrible eran las curas. Metían las gasas, cada cura era como otra cornada”
Como otros muchos compañeros también fue vetado por una figura al ser incómodo en la plaza.
Murió soltero pues como el mismo decía:
“No sé lo que es el amor. Porque no creo en él. No tuve la suerte de encontrar a la mujer soñada”
Aunque eso sí, para él el nombre de mujer ideal es el de Pilar que: “es la única mujer que he amado y siempre me ha correspondido: mi virgen de Zaragoza”
Murió a los ochenta años considerando como el mejor torero de todos los tiempos a Juan Belmonte, como el mejor de su época a Félix Rodríguez, y como figuras después de su época a Pepe Luis Vázquez, Antonio “Bienvenida” y a Pepín Martín Vázquez.