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miércoles, 20 de febrero de 2008

LA EMPRESA COMÚN.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
¡Los toros son caros! Y esto lo ratifican empresarios como Eduardo Pagés y toreros como Pepe Luis Vázquez, cuando al ver una plaza medio vacía dijo:
-El que gana tres duros de jornal no puede gastarse cuatro en toros. Ni siquiera tres.
De ahí que la única forma de abaratar los toros es hacer la EMPRESA COMÚN con un reparto equitativo de beneficios.
Algunos toreros como Domingo Ortega, "Manolete" y Pepe Luis Vázquez ensayaron, en más de una ocasión con positivo éxito la co-empresa taurina.
Empresa que ha de tener dos fundamentos ineludibles: primero el mérito del iniciador y segundo, la intención de llevarse del negocio lo justo, dejando una parte en beneficio del público.














Los toreros de "postín" adulados por sus incondicionales, son predispuestos a que han de aprovecharse todo lo que puedan mientras dure su predicamento de mando.
Claro que al lado de "estos" hay OTROS como puede ser el caso de Salvador Sánchez Povedano "Frascuelo" que era un diestro desprendido como lo demostró cuando donó 30.000 reales para repartirlos entre los pobres de su pueblo (Churriana de Granada) y otros 3.000 para arreglo de la ermita de la Virgen de la Cabeza y el campanario de la Iglesia.
Vean otro detalle:
"Frascuelo" fue contratado en una ocasión para Valencia en compañia de un torero de segunda fila, que no era otro que Manuel Hermosilla. El contrato abarcaba dos corridas de toros de ocho toros cada una. En la primera de ellas el tercer toro hirió de consideración a Hermosilla.
El representante de la Junta organizadora llamó "entrebarreras" a "Frascuelo" para que le diera el nombre del mejor sustituto para la siguiente corrida. "Frascuelo" dijo:
-Esperen ustedes el resultado de la corrida de hoy. Si la corrida se da bien y el público se muestra contento con mi actuación no hay necesidad de avisar a nadie. Yo solo mataré los toros de mañana.
Ni que decir tiene que triunfó apoteósicamente en la corrida.
Al día siguiente toreó solo y triunfó nuevamente.
A la hora de cobrar le entregaron los honorarios de Hermosilla que "Frascuelo" rechazó de inmediato al tiempo que decía:
-Este dinero es de Manuel. Si no ha podido torear no ha sido por culpa suya. Llevénselo ustedes de mi parte.
¡Detallazo de torero de antes!
De justica es que el empresario que es quién se juega el dinero, no debe perder nunca. Pero tampoco debe equiparar sus beneficios a los del torero y menos, superarlos.
En la empresa común, los "certificados médicos" con seguridad que no serían tan frecuentes.
La base de la empresa común estaría integrada por los personajes siguientes:
Propietario de la plaza que aporta el recinto. Ganadero que aporta el ganado. Torero que aporta su arte y Empresario que aporta su actividad.
Si los beneficios se cifran en DIEZ, la distribución no es difícil si previamente se ha fijado la importancia de cada uno de los elementos de la corrida, empezando naturalmente por el torero.
El propietario de la plaza ha de obtener un beneficio fijo por cada espectáculo, cómo se hace desde tiempo inmemorial en la Maestranza de Sevilla, que se estableció a primeros de enero del año 1.945, por un periodo de cinco años, fijándose un número mínimo de corridas de toros y novilladas.
Los toreros que han entrado en la empresa común han sido los que más han ganado.
Cuando la atención del público se decanta del lado del torero, como normalmente ocurre, al mitificar al diestro por parte de ese público "torerista", éste se convierte en el máximo exponente de la Fiesta y de lógica es, que se lleve la parte más importante de esa "tarta" perfectamente desgajada.
Mientras que al contrario, cuando la atención del público (ahora más selectivo por ser aficionado) se decanta del lado del toro, es decir cuando el público es "torista" es lógico que la ganancia del ganadero se eleve de manera ostensible.
Actualmente al igual que se hiciera en Barcelona en los años 1.945 existe otra forma de negocio que consiste en que los toreros llevan una participación por ENTRADA VENDIDA.
LA FIESTA NO EMPIEZA NI TERMINA EN NINGUNA PERSONA DETERMINADA. TODAS, AUN LAS MÁS REPRESENTATIVAS DE CADA ÉPOCA O PERIODO DE ELLA, NO SON SINO LOS CONTINUADORES DE UNA TRADICIÓN MÁS FUERTE QUE LA VOLUNTAD DE LOS HOMBRES DE LA QUE SI DEPENDIERA, QUIZÁ NO EXISTIRÍA YA.