
EL TORO.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
No porque haya finalizado la temporada
taurina en España, dejaremos de hablar de toros, concretamente del
toro bravo como principal protagonista de la Fiesta. Porque hay
una cosa que es incuestionable sin el toro no hay Fiesta
y que cada vez el toro es menos salvaje y, por ende, menos fiero y,
por ende, más fácil de lidiar. De ahí que proliferen figuras
toreras que son figuras
de un día porque, cuando sale
un toro-toro
únicamente pueden con él escasos
toreros que pueden contarse con los dedos de una mano y posiblemente
sobrarán dedos.Hoy a los toros no es necesario
poderles, únicamente es necesario ponerse bonito ante
ellos, dejar a un lado los cánones de la Tauromaquia, y dar
salida a las embestidas qué, sin malas intenciones estos bellos
cornúpetas propician puesto que, los toros hoy, como si de figuras
escultóricas perfectamente modeladas se tratare, son bellos por su
armonía al estar trabajados y entrenados, como si de atletas de élite fueran, con su escasez de grasa y abundancia de músculos esculpidos a base
de carreras perfectamente medidas en los tauródromos con los que
cuentan las fincas de bravo que se precien de tal nombre.En tiempos pasados, se lidiaba un
toro armónico de cuatro años y con un peso de veintiséis
arrobas (299 kilos), que se me antoja poco peso cuando en
la actualidad casi todos los toros llegan fácilmente a los 600
kilos (52 arrobas).Pero no todo es cuestión de peso.Hay otro problema que es el de la
suerte de varas en la que cuando los toros tenían veintiséis
arrobas los picadores lo tenían más fácil porque los toros
tenían menos fuerza si bien tenían más casta salvaje y,
contaban con la ventaja de que al carecer los caballos de peto protector, cuando
metían el cuerno en el jaco, notaban que herían, hacían sangre y
la salida caliente de esta les motivaba.En la actualidad los picadores
subidos en esas moles blindadas castigan más a los
toros que, por otro lado no tienen la sensación de herir y les
falta motivación y, aunque son más poderosos, el picador se ensaña
más con ellos convirtiendo el puyazo en verdaderas estocadas pues el
toro por poderoso que sea no puede nada contra el peto, ya que el
picador desde allí arriba con toda tranquilidad prolonga el puyazo
cuanto quiere y cuanto considere necesario, percutiendo,
profundizando, taladrando pero ya del, peto no se puede prescindir, después de
tantas polémicas. Suprimirle ahora llevaría a consecuencias imprevisibles para el devenir de nuestra fiesta más nacional, porque el pueblo se ha humanizando tanto
que, ahora no soportaría la visión de caballos destripados en el
ruedo.El peto implantado a requerimiento
de la falsa sensiblería europea, se cargó la esencia de las
corridas de toros, pues por su causa, se mató al toro antes
de la ejecución de la suerte suprema propiciando, con ello, la ejecución ese toreo
bonito sin toro, carente, por otro lado, de emoción porque el toro perdió su
alegría de embestir y el peligro que suponía para el torero que se
ponía delante.Qué la suerte de varas ¿es
absolutamente necesaria? Nadie lo pone en duda, pero ejercida con la
difícil justa moderación que solo algunos profesionales del
castoreño son capaces de llevar a efecto.No se si estaré en lo cierto pero....???? es lo que me dicta y expresa mi afición taurina.

¡FELICES FIESTAS!

