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martes, 30 de julio de 2013

LA QUE SE AVECINA. ¡HOY , PINTAN BASTOS!



LA QUE SE AVECINA. ¡HOY PINTAN BASTOS!
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Como uno afortunadamente no está dependiente de ningún medio de comunicación, se limita a mantener activo sin compensación económica alguna, un modesto blog taurino donde narra pormenorizadamente lo que verdaderamente ocurre en la plaza de toros durante la corrida a la que asisto previo pago de la entrada correspondiente, tampoco me siento responsable de la debacle taurina que nos afecta. Defiendo la Fiesta, dentro de lo que puedo, con la verdad por delante.
Como aficionado que me tildo ser, me encantaría que la Fiesta de los Toros siguiera no sólo perviviendo sino aumentando en número de festejos y aficionados, pero considero que con asistir, los considerados figuras del toreo, a esas concentraciones de chiquillería para torear y hacer de toro ante ellos, no es suficiente para potenciar una Fiesta en franco declive. ¡No es ahí donde está la defensa y potenciación!
El mundo del toro, no deja ser fiel reflejo de lo que ocurre en este país carente de principio de autoridad y donde todo va "manga por hombro" con absoluta impunidad por los transgresores de lo legalmente establecido. Un total de 41 plazas de toros están en huelga de impagos.
Los empresarios, que a la vez son apoderados de toreros, confeccionan los carteles de sus plazas a base de toreros pertenecientes a sus cuadras, con la finalidad de abaratar costes en sus corridas, sin repercusión en los costes de las localidades que siguen su coste alcista y que son muy caras (una entrada de jubilado en la corrida de feria de La Línea de la Concepción donde se habían caído del cartel “El Cordobés” y “El Fandi” nos costó 25 euros) limitando el acceso a la plaza a muchos aficionados y espectadores.
Los toreros figurones llegan a un “entente cordiale” (como lo hicieron Francia e Inglaterra sobre el asunto africano en 1904), para torear entre ellos y copar todas la ferias, no permitiendo entrar en los carteles a los valores toreros emergentes que continuamente han de “jugársela” en sus contadas comparecencias, con toros desechados por los veedores de las figuras, para sacar la cabeza, respirar un poco de aire y no ahogarse en ese océano taurino poblado de tiburones de todas las especies.
Y en esta borágine, también está metido el llamado cuarto poder en forma de periodismo taurino. Con demasiada frecuencia vemos como los periodistas taurinos y sus adláteres, entrados en esta parcela por la puerta falsa de los convencionalismos empresariales, distorsionan la realidad de lo acontecido en la plaza hasta cierto punto obligados, en su falta de ética profesional, por las causas siguientes: no incomodar a la empresa para seguir disfrutando del pase de favor; no disgustar al torero figurón para que no le vete a la hora de las entrevistas y jugar con la carrera contra el tiempo al tener que enviar sus crónicas antes del cierre de las rotativas de sus periódicos. Esta última circunstancia nos hace ver algo anacrónico y vergonzante en críticos taurinos que comienzan a escribir, (ante la vista del público en vivo y en directo), en sus ordenadores portátiles en la misma plaza desde la localidad asignada gratis por la empresa, la crónica al final del arrastre del tercer toro, con lo que sin ver (aunque estén allí) la segunda parte de la corrida ya plasman la crónica de la corrida completa en fraude manifiesto hacia el lector.¡Aptitud que en nada favorece a la Fiesta! ¡Ah! Y estos artistas de la inventiva programada que abandonan la plaza antes del final del espectáculo, cubren la información de ciclos tan importantes como pueden ser en nuestra zona la Feria Colombina, la del Puerto de Santamaría de agosto,  la de Málaga y la de Almería. Algún espectador se extraña de que lo visto en plaza no coincide con la crónica del crítico.
Así que ya ven ustedes como está el patio taurino. “Entre todos la mataron y ella sola se murió”, claro que quienes irán al paro serán ellos y no nosotros que jamás hemos percibido remuneración alguna por nuestra veraz labor informativa.
¡Que Dios nos coja confesados!

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