EL
POR QUÉ MUCHAS FERIAS TAURINAS SON AUTÉNTICOS FRACASOS.
Por
LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Salvo
rarísimas excepciones, las ferias taurinas suelen acabar como “el rosario de la
aurora” en el aspecto tanto artístico como económico.
¿Analizamos
las causas? Vamos a ello:
Muchos
empresarios taurinos ante la difícil situación económica e incluso antes de que
esta aflorara, se asociaron con
empresarios de otras parcelas que no
había visto el mundo del toro ni por el forro. Consecuencia: que cuando intervienen –algunas veces lo hacen como
accionistas de la empresa que son- medio obligan a sus socios a acartelar a sus
enchufados procedentes de compromisos
derivados de sus actividades empresariales particulares fuera de la actividad
taurina.
Enchufados
“metidos con calzador” en el cartel, porque de ninguna manera encajan en la
terna. Naturalmente esta imposición crea un verdadero quebradero de cabeza para
el verdadero empresario taurino que es quien en definitiva configura el
conjunto de los carteles taurinos. ¡Todo sea por esa simbiosis societaria!
Pero
también, muchas veces, son los empresarios taurinos quienes tienen la culpa del
fracaso, al no estudiar pormenorizadamente la coordinación entre torero,
apoderado, veedores y ganadero para la configuración de la corrida y limitarse
a poner a los toreros que suenan de oídas. Toreros que no son otros que los que
ocupan los puestos altos del escalafón.
¡En
la configuración de una terna para una determinada corrida, actualmente, hay
que seguir unos protocolos como en cualquier actividad importante!
Muchos
de estos toreros figurones, a partir del ecuador de la temporada taurina, están
“atorados”, tanto anímica como físicamente, que únicamente se emplean, a medias, en aquellos escasos toros
dotados de embestida suave y noble.
Los
empresarios no buscan innovación en la confección de los carteles, entre otras
cuestiones, porque no conocen, ni quieren conocer, a aquellos toreros que “se
juegan el pellejo” cada tarde que actúan,
obviando que la corrida de toros es EMOCIÓN y ENTREGA por parte de los coletudos, ya que, sin estas
dos condiciones, la corrida es una
pantomima infumable.
Basan
su negocio en unos toreros figurones que matarán los toros de sus preferencias,
desentendiéndose de las demandas de los
aficionados y embaucando a los espectadores que acuden al espectáculo por ser
el acontecimiento social de la localidad.
Las
novilladas no las promocionan ni se ocupan de pactar con la Administración
medidas tendentes a disminuir impuestos en la organización de estos
espectáculos que abaratarían el precio de las localidades.
Los
empresarios deberían instar al Estado
español a que cree, de una vez por todas, la Reserva Nacional del Toro de
Lidia, para que, al tiempo que surja el banco de sangre de bravura contrastada,
proporcionen de MANERA REGULADA
ejemplares que abaraten la aportación ganadera a la Fiesta.
Con
la medida anterior obligarían, de manera indirecta, a los ganaderos a
seleccionar sus productos acorde con unos patrones protocolarios y no basados en
las exigencias de los toreros figurones del escalafón.
Todos
los estamentos taurinos deben instar los políticos del partido en el poder que
confeccionen un Reglamento de Actuación
de Toreros que al final de la temporada les escalafonen por grupos y les limite
actuaciones en plazas de determinadas categorías reservadas para aquellos
toreros que no ocupan la élite pero que tienen la oportunidad de demostrar su
valía torea y no quedarse en el ostracismo.
Posiblemente
este análisis mío haya sido una utopía, pero al menos aporta una ideas que
otros con más conocimiento y poder puedan llevar a la práctica y con ello
salvar la Fiesta de los Toros.
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