¿QUÉ ESTÁ OCURRIENDO EN LA FERIA TAURINA DE SAN ISIDRO 2012.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Para tratar de entenderlo, hay que comenzar por definir con precisión ciertos términos, tal cómo:
Bravura: “capacidad de acometividad con potencia, resistencia y nobleza” o también esta otra definición: “conjunción armónica de agresividad, codicia, combatividad y nobleza”.
Casta: “capacidad de mantener el vigor en la acometida a lo largo de la lidia”.
Y tener unos conceptos claros tal como:
¿Son similares los términos: casta, bravura y raza? Toro encastado es el que embiste con temperamento. Casta es lo que genéticamente lleva el toro. Un toro encastado es un toro enrazado y con poder.
¡El toro con poder es el que da emoción!
Todos los que forman parte del mundo del toro (toreros, presidentes, veterinarios, periodistas etc) están de acuerdo en afirmar que al toro de lidia le falta casta, entendiendo por ello, falta de bravura picante, pues lo cierto es que un toro es bravo cuando embiste, sin que sea necesario cuantificar las veces que ha de hacerlo..
Los ganaderos siguen contando con toros de casta, lo que ocurre es que esta cualidad, al haberla adecuado a las preferencias de los considerados como figuras en el escalafón taurino, la han dulcificado tanto que ha perdido ese toque de fiereza tan necesario para que transmita peligro, que es la sensación capaz de enardecer al público para que, metiéndose en faena, se interese por lo realizado por el coletudo, lo de importancia y no caiga en el aburrimiento que, de darse tarde tras tarde, acaba con la afición del más pintado.
Las ganaderías cuentan entre sus toros de saca con demasiadas unidades “pochas” en el sentido amplio de la palabra, de ahí las veces que han tenido que actuar los bueyes de Florito. Madrid exige un determinado tipo de toro que a mi manera de ver las cosas obligan al ganadero a meter demasiados kilos en una estructura fenotípica demasiado hipermética propicia a derrumbarse con las exigencias de la lidia moderna.
Indudablemente “EL TORO ES EL PRINCIPAL PROTAGONISTA DE LA FIESTA” y ocurre que todo el mundo del toro, incluidos los coletudos, se pasan la vida añorando que por chiqueros salga un toro encastado, es decir que repita acometidas y trate de comerse las telas, a pesar de que los toreros son conscientes que: “es mejor tener que correr detrás del toro en la huída de éste desentendiéndose de las telas para que embista, que tener que correr delante de él porque acose en exceso, persiga y haga hilo”
Claro que, cuando esto (aunque raramente) sucede, todo el mundo en el ruedo anda de cabeza, puesto que los toreros han acomodado su oficio a un toro bravito que las únicas dificultades que les plantean es lograr que embista tres veces seguidas. Por eso cuando sale un toro repetidor con casta, les saca a relucir sus carencias tanto técnicas como físicas y por ello andan de cabeza, sin norte, faltándoles aire en sus pulmones a causa del golpe bajo (no esperado), recibido en su labor.
La mayoría de los matadores de toros, saben torear a un toro boyante, noble y con embestida cadenciosa no reiterativa en exceso, pero las pasan más que moradas ante un toro repetidor y con picante que no le deja buscar el sitio idóneo cruzado para el siguiente lance o muletazo e interpretarlo de forma más o menos artística.
Un amigo mío, matador de toros que estuvo arriba y que aún hoy está en media actividad, me dijo en cierta ocasión que: “el toreo es más sencillo que el mecanismo de un mechero” y que “todo consistía en cruzarse al pitón contrario y echarle un par de bemoles”. ¡No le faltaba razón como pude comprobar en aquellos tentaderos donde me puse delante!
Un toro con picante destroza en tres embestidas seguidas la nube de humo que envuelve a muchos toreros catalogados como artistas, e incluso a aquellos otros que se les calificó de lidiadores y que ante él son incapaces de solventar las dificultades. Únicamente sobreviven a él, los toreros con valor intacto, técnica de master, necesidad de promoción y preparación física a nivel máximo de competición.
Y estas carencias lo hemos podido ver, un día sí y otro también, en este San Isidro donde un toro con dificultades subsanables fue devuelto a corrales tras tres avisos y otros se fueron al desolladero con las orejas puestas cuando, si los diestros a los que les tocaron en suerte hubieran puesto agallas en su labor muleteril, les hubieran desorejado. Se dudó en momentos puntuales y eso el público de Madrid no lo perdona.
Se cumple el aserto de que. ¡Es fácil dar lances y muletazos de uno en uno! Lo difícil es ligarlos ante el toro con motor, casta, bravura, raza o como se le quiera llamar, pues para ello se requieren: piernas, pulmones, técnica y preparación física idónea que no se conservan con torear todos los días en corridas en las distintas plazas del mundo taurino.
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