HOMENAJE A UN HONESTO TORERO: JUAN MORA.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Honesto, modesto, paciente y confiado en sus posibilidades.
Juan José Gutiérrez Mora nunca se “aperrea” porque es de temperamento apacible y tranquilo.
Y torea muy despacio porque, cómo él mismo dice; “se torea como se es”.
Según él mismo confiesa, "su persona carece de muchas cosas, es posible que no sea inteligente, pero seguro está de tener una gran fuerza de voluntad", virtud que es la base de llegar lejos.
Juan Mora ha confiado en Dios y Éste le ha ayudado en su impotencia por ser contratado para torear. Para hacer el toreo que él define como “un misterio infinito de matices” el “sentimiento interno que le ha dado fuerzas para aguantar tantos años sin ser llamado a torear”.
Después de varios años en el ostracismo, Madrid le dio la oportunidad y naturalmente la aprovechó, porque estaba un poco decepcionado por tanta espera en que le contrataran a pesar de que día a día entrenaba de capote y muleta para que no se le olvidara el oficio, contradiciendo al “herrero de Mamblas”.
Y torea diariamente porque: "ha de estar preparado para el momento en que cualquier empresario le llame y no tenga que poner la excusa de falta de “puesta a punto”".
Y… ¡la empresa de Madrid le llamó! Y… ¡Juan acudió! y dejó el regusto en el alma de los espectadores de “Las Ventas” y de aquellos que tuvimos la oportunidad de verle en la pequeña pantalla, con esa lección de torería, de personalidad, de improvisación y de oportunidad en la suerte suprema, cuando se sale dispuesto a triunfar con la espada de verdad y con el corazón tan grande como el de “Machaquito”.
No sin que antes, nos hubiera deleitado con esos redondos, mandones, lentos, sosegados, donde la distancia exacta era fundamental para el temple. Ese remate con inicio de trinchera con la derecha que prolonga, como nadie, con ese natural, tan natural, tan lento y tan bien rematado.
¡Hacía tiempo que en Madrid no se había visto torear tan requetebién! Y ese público aficionado de Madrid siente lo que el torero ha hecho, comulga con lo que se cuece en la arena y saboreando el arte de ahí abajo, le pide de manera unánime las dos orejas que presidencia, ¡sin dudar un instante!, concede.
Parece que fue ayer, pero han pasado muchos años desde que alternativó en Sevilla con toros de Carlos Núñez de manos de Manolo Vázquez y con Curro Romero de testigo.
También parece que fue ayer cuando en el año 2001 un toro de Barral, un “toro falso”, como él lo nombra, le partió la femoral del muslo derecho en cornada certera en medio de un barrizal de la plaza de toros de Jaén. La tarde en que, mientras rellenaban los charcos con arena, el presintió “que ocurriría algo trágico”.
Nuestro recuerdo se centra en verle entrar en el Hotel Meliá Parque de Valladolid con un bolso de mano en al mano derecha para, tras firmar la entrada, dirigirse a su habitación y reposar por espacio de tres horas antes de lidiar una corrida en la plaza del Paseó de Zorrilla y salir herido tras haber corrido la mano con toda suavidad a un morlaco difícil que reponía en exceso.
Juan Mora la ¡modestia personificada!, semejante a la de su padre José Gutiérrez Izquierdo “Mirabeleño” con quien compartimos burladero en varias plazas de toros de la provincia de Valladolid y aprendimos como se debe dirigir la lidia de un torero, en este caso su hijo.
¡Juan Mora, sigue con esa sensibilidad con capote y muleta! ¡Deléitanos con esos trincherazos todo naturalidad, esos doblones artísticos y estéticos y ese salir del toro con humildad y sin alharacas! ¡Creando arte! como lo hiciste el 2 de octubre del 2010 ante los astados de Torrealta “olvidándote del cuerpo y empleando el alma” como alguien dijo.
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