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sábado, 26 de marzo de 2011

EL BAR TORRES DE LA CIUDAD DE SAN ROQUE.

LUGARES TAURINOS CON ENJUNDIA. “BAR TORRES” DE SAN ROQUE. (CADIZ).
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Miguel Piñero “Cayetano” me avisa telefónicamente que hay tentadero en “la Doctora”, y que cómo el tiempo esta un poco “chungo” (son sus palabras) hoy se va a adelantar la hora de comienzo.
Dado que un servidor de ustedes tenía que ir a San Roque a las 14,45 para solucionar un asunto familiar, adelantamos nuestro almuerzo y quedamos con “Cayetano” para salir de Tarifa, en medio de un fuerte viento de levante, a las 14,00.
A la altura del “Mirador del Estrecho”, unos oscuros nubarrones que se prolongaban hacia el norte, me preocuparon, pero quienes me acompañaban en el viaje, conocedores de esta zona del Campo de Gibraltar, me aseguraron que el viento no soplaría en la finca de los hermanos Mateo Mateos y que tampoco llovería a pesar del cielo más que entoldado.
¡Así fue!, si bien tampoco vimos el sol durante el tentadero.
En San Roque, cómo íbamos con tiempo sobrado, paramos a tomar un “cafelito” en el bar taurino por excelencia de esta ciudad, donde estuve pasando diariamente por delante de él, durante 12 años (de 1971 a 1983) que es el tiempo en que desempeñé mi trabajo como veterinario militar bromatólogo en el desaparecido Regimiento de Infantería.
¡San Roque! esa ciudad fundada en el mes de mayo del año 1706 por los ciudadanos españoles de Gibraltar que no quisieron formar parte de la Corona Británica tras la toma del Peñón durante la Guerra de Sucesión Española.
Quien esto escribe, iba diariamente desde la Comandancia Militar de La Línea de la Concepción, que en realidad era mi destino, hasta el Acuartelamiento Diego Salinas del Regimiento de Infantería Pavía 19 (San Roque) para realizar la inspección bromatológica de los alimentos a consumir por la tropa, para seguir mi recorrido por el Grupo Sam (Grupo de Misiles SAM-HAWK-PATRIOT) situado en el Acuartelamiento “Cortijo de Buenavista” (término municipal de San Roque), y finalmente recalar en el Acuartelamiento General Ballesteros de la Línea para realizar la misma función. Acuartelamientos que fueron abandonados en el año 1995 para convertirse en Centros Educativos y Servicios Municipales.
Una Comandancia Militar que fue construida en el año 1863 para albergar como residencia a los oficiales de aquella guarnición surgida como estrategia militar a Gibraltar. Allí, en la planta baja que era la única habitable puesto que el resto de las plantas estaban con amenaza de  ruina, contaba con el despacho del Comandante Militar, uno del veterinario que a la vez hacía las veces de laboratorio y un dormitorio para los soldados destinados. El último piso tenía una especie de mirador desde donde, turnos de dos soldados observaban como los aviones británicos, al aterrizar o despegar del aeropuerto que ilegalmente construyeron en terrenos neutrales, invadían el espacio aéreo y se daban los partes inefectivos pertinentes.
He de confesar que en el “Bar Torres” había entrado esporádicamente, pero no había reparado en las numerosas fotografías taurinas que sustenta.
Un bar que nació el mismo año que un servidor de ustedes, 1942, y que ha sido llevado en su gerencia por tres generaciones de la familia Corrales, quienes pagaron por el traspaso la cantidad de 25.000 pesetas que era un dinero importante en aquel tiempo.
Actualmente lo lleva Francisco Manuel Corrales Gómez quien no sólo no nos puso inconvenientes para que pudiera fotografiar todo cuanto considerara de interés taurino, sino que nos habló de sus funciones.
El bar es donde, aún hoy, se instala la Taquilla Oficial de venta de entradas para los escasos festejos que su plaza de toros, (construida en el año 1850 sin callejón por un error de cálculo del arquitecto), da durante la temporada. Es propiedad municipal desde el año 1993 y alberga desde el año 2002 un Museo Taurino.
Francisco Manuel, hombre simpático y servicial,  prepara comidas por encargo a los taurinos que frecuentan su establecimiento. Su especialidad, según sus propias palabras, son los montaditos y las ensaladas de todo tipo.
Hay algunas fotografías encuadradas interesantes tales como: El Certificado de defunción de “Manolete”, la entrada original de la corrida en la que murió Eduardo Liceaga y otras muchas de antigüedad contrastada.
La verdad es que uno no ha podido por menos que sentir nostalgía de aquellos lejanos tiempos de casi treinta años atrás.

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