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miércoles, 10 de marzo de 2010

TIENES MÁS VALOR QUE… “ESPARTERO”.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Hoy nos vamos a retrotraer dos siglos para recordar a un diestro valeroso: MANUEL GARCIA CUESTA “EL ESPARTERO”.
Nace en Sevilla el 18 de enero de 1865. Bautizado en la Parroquia de San Marcos, le impusieron los nombres de Manuel Prisca de la Santísima Trinidad.
Torero por primera vez en el año 1881 como peón de José Cirineo “Cirineo”, en Guillena, Bollullos del Condado, Alcalá de Guadaira y Castilblanco.
El 8 de octubre de 1882 se presenta en Sevilla como banderillero a las órdenes del mismo “Cirineo” para dos años después en fecha 12 de junio, estoquear por primera vez un cuatreño de don Manuel Cubero en la plaza de toros de Cazalla de la Sierra.
En el año 1885 actúa como matador de novillos en las plazas de Sanlúcar de Barrameda, Antequera, Azuaga, Cáceres y Sevilla en cuya plaza se presenta el 12 de julio toreando reses de Anastasio Martín provocando una explosión de entusiasmo que lo catapulta a la categoría de ídolo taurino.
El 13 de septiembre toma la alternativa de manos de Antonio Carmona “El Gordito” con el toro “Carbonero” de Saltillo.
El 17 del mismo mes toreó una novillada en Zalamea la Real resultando cogido. Al ser anunciada su reaparición como matador de toros en Sevilla el día 11 de octubre, se suscitaron grandes discusiones, a las que puso fin una aclaración, en la que se decía que Antonio Carmona “El Gordito” volvería a darle la alternativa con toros de Miura.
Confirmó alternativa y presentación en Madrid el día 14 de octubre de manos de Fernando Gómez “El Gallo” con toros de Núñez de Prado.
“El Espartero” era un torero de valentía estremecedora. ¡Quiere ser torero por encima de todo! Por eso cuando le dicen que los toros dan cornadas él responde: “Más cornás da el hambre””Si me ha de matar un toro, que sea de Miura”
Era un valor temerario al carecer de técnica y por tanto apartarse de las reglas, pero llegó a torero de primera fila y su muerte hay que atribuírsela a los organizadores de espectáculos que le enfrentaron con Rafael Guerra “Guerrita”
“Espartero” caminaba sin remisión hacia la muerte que ocurrió en la Plaza de toros de Madrid el 27 de mayo de 1894 a consecuencia de las heridas que le produjo el primer toro de la tarde “Perdigón”, colorao, ojo de perdiz, de la ganadería de Miura, al entrar a matar por segunda vez. Al dar un pinchazo a este toro resultó cogido y volteado; pero un oportuno quite de Valencia le salvó. Un testigo presencial de la corrida relató así los momentos que siguieron a la cogida:
“Manuel García contrájose, juntando las rodillas con la barba y estiróse después como electrizado; sus peones, sus mozos, los toreros acudieron…La muerte estaba allí a las claras…Levantáronle a prisa, en hombros manteniéndole en línea perfectamente horizontal, para que no hubiese derrame exterior de sangre, y cuando el grupo, presuroso y desemblantado, cruzaba casi junto a las tablas del 4, “El Espartero” levantó el brazo derecho nerviosamente, lo sacudió, dejándolo caer inerte; volvió la cara hacia donde estaba el toro muerto, contrájosele el rostro; hubo un estremecimiento, una sacudida, una rigidez…Y allí murió”
El parte facultativo decía así:
“Plaza de Toros de de Madrid-Enfermería- Función del 27 de mayo de 1894. El profesor de Medicina y Cirugía que suscribe, encargado del servicio facultativo de la Plaza en el día de hoy, da parte al señor presidente que, durante la lidia del primer toro, ha sido conducido a esta enfermería el diestro Manuel García “Espartero” en estado de profundo colapso. Reconocido detenidamente, resultó presentar una herida penetrante en la región epigástrica, con hernia visceral; una contusión en la región esternal y clavicular izquierda. Prestados los auxilios de la ciencia para el caso más alarmante que era el colapso y reconocidos como ineficaces, se le administraron los últimos Sacramentos, falleciendo el herido a las cinco y cinco minutos de la tarde y a los veinte minutos de su ingreso en la enfermería. Todo lo cual tengo el sentimiento de participar a V.S. El Jefe de servicio: Marcelino Fuertes”

Después…se cantó su muerte por parte de Felipe G Ontiveros en estos versos titulados “A la muerte de Maoliyo “El Espartero”.
Has sido en el redondel
inteligente y sereno,
y caritativo, bueno
y expansivo fuera de él;
y aunque la parca cruel
la existencia le cortó,
el pueblo no te olvidó
ni perderá tu memoria, que en el templo de la gloria
él mismo te colocó.

Y Fernando Villalón, muchos años después, interpretó la muerte con su poesía: “La muerte de Espartero”
Giralda, madre de artistas,
molde de fundir torero;
dile al giraldillo tuyo
que se vista un traje negro.
Malhaya sea Perdigón
el torillo traicionero.
Negras gualdrapas llevaban
los ocho caballos negros.
Negros son sus atalajes
y negros son sus plumeros.
De negros mayorales
y en la fusta un lazo negro.
Mocitas las de La Alfalfa;
mocitos los pintureros;
negros pañuelos de talle
y una cinta en el sombrero.
Dos viudas con claveles
negros, en el negro pelo.
Negra faja y corbatín
negro, con un lazo negro,
sobre el oro de la manga,
la chupa de los toreros.
Ocho caballos llevaba
el coche del Espartero.

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